Abby se dirije a la cafetería "Melinde" a paso relajado, ha salido de casa más pronto de lo normal y aún tiene tiempo de sobra. Lleva los auriculares puestos y va por ahí escuchando y tatareando su canción favorita: Treading Water de Chris Kläfford. De vez en cuando se detiene para observar a la gente a su alrededor.
Un niño jugando con la pelota y su madre corriendo detrás; una pareja joven cogida de la mano; pero sobre todo, mucha gente con traje apresurada. Abby solía ser como ell@s, siempre con prisa, sin pararse ni un solo instante para ver qué pasaba en el mundo... pero eso era antes, ahora le es inevitable perder las horas mirando cualquier pequeño detalle.
Justo cuando se acaba la canción llega a la cafetería, se quita los auriculares y se sienta en la misma mesa en la que se ha sentado todas las mañanas en estos últimos tres años.
— Las 10:26, llego demasiado pronto—dice mirando su reloj.
Aprovecha para enviarle un mensaje a su madre, pues hace mucho que no habla con ella, y para ir a pedir un Capuccino. En Melinde tienen camareros, como en todas las otras cafeterías de París, pero Abby prefiere ir a buscar su desayuno ella misma.
Cuando vuelve a la mesa él ya está ahí, exactamente a 3 metros de ella, como siempre. Lo observa, para ella sigue igual que hace tres años, igual de guapo.
— Descafeinado con leche—susurra. Y efectivamente el hombre pide un café descafeinado con leche—. Ahora dos de azúcar... —él coge dos de los tres terrones de azúcar que le han servido, los añade a su café y remueve el contenido de la taza—. Pero sigue demasiado amargo—prueba el café arruga un poco la nariz y añade un tercer terrón de azúcar.
Abby se queda mirándolo hasta que termina su desayuno, probablemente él ha notado que lo observan, pues levanta la vista y sus miradas se cruzan. Ella sonríe, él le devuelve la sonrisa y algo en el corazón de Abby se ilumina. Entonces el hombre se acaba el café, se levanta y se marcha, sin darle más importancia que a cualquier otra simpática desconocida que le sonríe.
Sin embargo ella se queda sentada unos instantes más, admirando la alianza de su dedo anular y dándole vueltas alrededor de este.
— Quizás mañana me recuerde.
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Quizás mañana...
RomanceONE-SHOT Abby Johnson lleva desayunando en la misma cafetería (y en la misma mesa) todas las mañanas de los últimos tres años, ¿por qué?