CAPÍTULO 41

7.7K 309 112
                                    

"... No me busques, Matías. No pienso regresar. Te odio, no sabes cuánto. Me quitaste la única oportunidad de ser madre, negando a ese pequeño niñito. Si tan solo hubieras sido sincero conmigo. Si tan solo hubieras confiado en mí, en el amor que te tenía, hubiéramos sido felices junto a TU HIJO... Yo lo hubiera amado como mío y más. Sabías cuánto anhelaba un niño tras la muerte de nuestro bebé, pero decidiste quedarte callado y abandonar a esa mujer con tu hijo en brazos sin importarte qué podía pasarles con esa porquería de hombre que tenía por esposo.

Me duele saber que no me casé con el hombre valiente y generoso que siempre pensé que eras, pero ya veo lo mucho que me equivoqué. No eres más que un mezquino y un cobarde.

Quieres hacer algo bueno? Busca al niño, busca a tu hijo y sálvalo. Ofrécele tus brazos y tu protección y demuestra que eres un hombre... Aunque dudo que lo hagas. Dudo que seas el hombre que me hiciste creer que eras. Qué tonta fui, verdad? Una infeliz crédula enamorada que desperdicié mi vida con un egoísta, mentiroso e irresponsable.

Te amé mucho, sabes?! Y siento que una parte de mi vida se queda contigo, pero sé que voy a superarte....

Te deseo lo mejor... Aunque no lo creas, aún me importas, pero ya mi corazón no te ama.

Suerte, Matías! Haz lo correcto."

El hombre arrugó con tristeza aquel pedazo de papel que había leído tantas veces y que aún no podía superar. Lo había tirado un centenar de oportunidades y hasta había intentado quemarlo, pero la razón por la que se detenía en cada oportunidad era que sentía que, leyéndola, podía escuchar la voz de su amada ex esposa una vez más y la soledad con la que convivía desde su partida, desaparecía unos segundos.

Vivía una ilusión, sí. Cargado de resentimiento y odio por ese vacío que inundaba con frecuencia su alma. Extrañaba tanto a Milagros, y aún así no había hecho el menor intento por buscarla. Su orgullo era poderoso, igual que su egoísmo. El mismo sentimiento que hacía tantos años le hizo volver el rostro de la mirada cargada de lágrimas de aquella muchacha que le había suplicado por ayuda. Qué tonto había sido... Un mezquino y un cobarde como bien lo había dicho ya su ex mujer.

-Dios... Dios mío, dame una oportunidad, por favor... Devuélveme a mi niño y dame la oportunidad de hacer las cosas bien con él - Rogó, dejando derramar un torrente de lágrimas que mojaron su rostro. Estaba tan arrepentido. Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás.... Pero no!

-Señor?? Está bien? - Preguntó Constanza, una señora mayor que se encargaba de los quehaceres de la casa de la familia de Matías.

Rápidamente, el hombre se limpió las mejillas y aclaró su voz. A veces le molestaba lo atrevida que era Constanza, pero qué le iba a decir si prácticamente lo había criado.

-No es nada, Coty. Es... simplemente una pequeña molestia en los ojos. Ya va a pasar.

-Sí, claro! Una molestia, no? - Dijo irónicamente. Como si no lo conociera.

-De veras, Coty. Pero si no quieres creerme, allá tú! - Respondió él algo alterado. No le gustaba que le llevaran la contra. Pero ésa mujer lo conocía como si ella lo hubiera parido.

-Ay, mijo, es que no me gusta verlo así. Ud es inteligente, doctorado además y sin embargo, esa tristeza no se la borra ni una de mis mejores tartas. Qué le pasa? Sabe que puede confiar en mí... - Dijo suavemente la mujer, poniendo una mano sobre el hombro de su jefe.

Matías suspiró. Era cierto. Lo había tenido todo para considerarse el hombre más feliz del mundo pero no había segundo en que no se considerara el más desgraciado del universo. En qué momento se había convertido en un cretino?

Nacer de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora