Perdido

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Supuse que había pasado aproximadamente 1 hora luego del navajazo que recibí.
Luego del gran esfuerzo para levantarme, apoyándome de cualquier mueble que encontrara, me enfoqué en buscar a cualquier persona.

La primera persona que encontré fue a un enmascarado, el cual estaba con el cuello sangrando, le revisé los bolsillos de la chaqueta de cuero que traía puesta, y encontré un broche, tenía un ojo con una C en su interior. El broche era de oro al parecer, me lo guardé en mi bolsillo.

-Eduard: ¡¿Sav?!

No contestó nadie.

Salí de la gasolinera por el ventanal roto y miré hacia todos lados, pero no encontré nada, ni si quiera marcas de auto en la tierra mezclada con arena.

-Eduard: Que extraño, ¿por donde se habrán ido?

Recorrí por fuera la gasolinera, pero nada. A lo lejos solamente se veía una antena, debió de haber estado a un par de kilómetros, y como no encontré nada mejor que hacer, me dirigí hacia allá.

El dolor en el muslo era cada vez más fuerte, no sabía si lograría llegar a la antena antes de desmayarme de nuevo.
En escasos momentos veía plantas, de aproximadamente unos 7 centímetros de alto. Hacía demasiado calor y ya empezaba a tener sed.

De pronto sentí mis dedos del pie fríos, miré hacia abajo y me di cuenta de que había pisado un pequeño riachuelo que se escabullía entre la arena.

-Eduard: ¡Por fin! ¡Agua!

Me senté al lado del agua, y con las manos juntas, hice que se llenaran con agua. La tomé y saboreé con disgusto, estaba asquerosa, sabía a bencina. La escupí y continué mi camino.

Quedaban aproximadamente unos 600 metros para llegar, pero mi muslo no aguantó más, y me desplomé en la arena. Me saqué la polera, y la ocupé para apretarme el muslo y así dejara de sangrar tanto. Me levanté y continué mi camino.

Se empezaba a hacer de noche, la cual venía acompañada con el intenso frío.
Por fin había llegado a la maldita antena, y nada más llegar, encontré un pedazo de chaqueta blanca.

-Eduard: Ésto...lo reconozco...me parece familiar. Un momento, ¡ésto es de Sav!

Me puse demasiado nervioso, no quería que nada le pasara a Sav. Di vuelta el trozo de la chaqueta, y tenía escrito algo detrás:

Wow, me sorprendes, en verdad. ¿Cómo lograste llegar hasta aquí con ese corte en tu pierna?

Bueno, la única pista que te puedo dar, es de que en unos metros más adelante, hay un muro, el cual está pintado de tal manera, que se camufla con el paisaje.

¿Sabes que todo lo tengo planeado? Pero con lo único que no contaba, es que llegarás tú con Sav a la gasolinera. Ella está muy preocupada por ti, no la defraudes. Aquí te dejaré un mensaje escrito por ella: Eduard, ven a ayudarme por favor.
Te quiero, Sav.

Al final de la carta, había un labio marcado con labial morado. Me lo acerqué a la boca para besarlo, pero algo no calzaba. Tenía un leve olor y sabor a vinagre...

-Eduard: Que raro...bueno, mañana lo averiguaré.

Era de noche y hacía frío, me recosté en una esquina de la antena y deseé nunca haber ido a trabajar el día en que encontré a mi jefe muerto...

Al día siguiente desperté mojado, al parecer había llovido en esa fría noche. Me levanté, ya no me dolía tanto el muslo como antes. Tomé el trozo de chaqueta blanca, y comencé mi búsqueda del muro camuflado.

De pronto sentí que mi pierna vibraba, metí mi mano al bolsillo y saqué mi teléfono, Mauricio me estaba llamando.

-Eduard: ¿Mauricio?

-Mauricio: ¡Eduard! ¿Donde has estado? Luego de que me dejaste esa caja, me di cuenta de que no me habías dejado la llave para abrirla, así que salí a la calle a buscarte, ¡pero no te encontré! Te estuve llamando pero no contestabas. ¿Donde estás?

-Eduard: Mauricio...¿De qué caja estás hablando?

-Mauricio: No te hagas el tonto, la caja que me dejaste ayer en la tarde.

Tratando de procesar todo lo que estaba pasando, lo comprendí.

-Eduard: ¿Y cómo supiste que era yo?

-Mauricio: Porque sobre la caja había un papel con tu nombre.

-Eduard: ¿No haz notado nada extraño últimamente?

-Mauricio: No, ¿por qué?

-Eduard: ¿Y esa vez que murió el jefe y me dijiste que habían ruidos extraños en tu casa?

-Mauricio: ¿A ver, qué demonios está pasando? ¡Tú ayer me viniste a dejar una caja y ahora actúas como un paranoico!

-Eduardo: Mauricio...yo no te fui a dejar esa caja...

-Mauricio: Claro...¡Deja de decir estupideces y respóndeme que donde haz estado!

-Eduard: ¡No te estoy mintiendo, estoy en medio de un maldito desierto!

-Mauricio: Entonces explícame cómo demonios estás hablando conmigo.

Mauricio tenía razón, ¿cómo iba a estar hablando con él si yo estaba en medio del desierto? Mi teléfono no podría tener señal.

-Eduard: Tienes razón...no estoy en un desierto. ¡Es sólo una simulación!

-Mauricio: Deja de hablar sobre tu desierto y dime donde estás.

Guiándome por mis pensamientos, agarré una piedra y la lancé lo más fuerte que pude hacia el cielo, pero la piedra siguió su recorrido, y guiada por la gravedad, cayó contra el piso.

-Eduard: ...Que raro...si la piedra no chocó contra algún techo invisible, puede que no sea una simulación, si no que haya una ciudad cerca, la cual le dé la señal al teléfono. ¿Pero no será que la señal me la está dando la antena?

-Mauricio: Eduard...relájate, empecemos desde el principio: ¿Dónde estás?

-Eduard: ...¿Y la antena está conectada a algún lado para recibir electricidad?

-Mauricio: ¿Me estás escuchando?

-Eduard: No.

-Mauricio: ¡Eso ni si quiera tiene sentido!

Me dirigí hacia la antena para ver si recibía electricidad de alguna fuente de poder o algo así, pero no.

-Mauricio: ¿Eduard?

-Eduard: ¿Que?

-Mauricio: Supongamos que sí estás en un desierto ¿ok? ¿Cómo demonios llegaste hasta allí?

-Eduard: Me hice amigo de una hermosa joven, con la cual fui hasta...espera...no te puedo contar, todos los que saben de esto están metidos en éste tema.

-Mauricio: ¿Qué tema?

-Eduard: Lo siento, no te puedo contar...

-Mauricio: ...Jajaja, lo sabía, ¡sabía que me estabas bromeando!

-Eduard: ¿De qué estás hablando?

-Mauricio: Jajaja, no sigas, ya te descubrí, ya te voy a abrir la puerta.

-Eduard: ¡¿Qué?!

-¿?: ¡¡¡PON LAS MALDITAS MANOS ARRIBA!!! ¡¡¡DATE VUELTA!!!

-Eduard: ...

-¿?: ¡¡TÚ, PONLE LAS VENDAS EN LOS OJOS!! ¡¡RÁPIDO!!

-Eduard: ...¿Mauricio?...

-¿?: ¡Eduard, estás muerto! Y tu amigo también, Jajaja.

Y de pronto el celular dejó de emitir su horripilante sonido, el teléfono de Mauricio había colgado...

Tiempo MuertoWhere stories live. Discover now