Capítulo 3

620 66 26
                                    

NOTA IMPORTANTE AL FINAL



Capítulo 3

1 año y medio después

— ¿Estás seguro de esto? — Preguntó Aomine por tercera vez.

— Sí, Aomine Daiki, estoy seguro. — Le contestó también por tercera vez su novio.

Aomine sabía que cuando Kuroko utilizaba su nombre completo, era mala señal ¿pero cómo iba a querer que su novio pasara por eso? Joder. Las cosas no habían cambiado mucho desde aquella noche en la que por fin, el hombre que amaba, lo correspondió. Seguían viviendo en la misma casa, trabajaban en lo mismo y mantenían las mismas amistades de siempre. Y a la vez, habían cambiado demasiado. Kuroko lo hacia el hombre más feliz del mundo, lo mimaba y cuidaba como si fuera su posesión más preciada y, aunque discutían— todo el mundo discute—, antes o después hablaban del problema y lo solucionaban.

El problema había empezado hacia unos tres o cuatro meses. En una de sus visitas a Japón, su pareja le había comentado que quería ir a visitar a su abogado y divorciarse de Kagami, quería ser libre de esa carga. Por una parte, él estaba encantado. Quería que Kuroko fuera suyo única y exclusivamente, y para que mentir, adoraría poder casarse con él. Por otra parte, sabía que Taiga no lo iba a poner nada fácil. Las pocas veces que se habían encontrado había sido... desagradable. Y efectivamente, tal y como él temía, Kagami no aceptó el divorcio y se negó a firmarlo. Por lo que tuvieron que ir a juicio, y esa era la razón por la que estaban ahí.

— Ah, ahí están, Hanamiya- kun, Kiyoshi- kun y... ¿Kise- kun? — Saludó Kuroko.

Hanamiya Makoto era el abogado de Kuroko— un diablo con muy mala leche, a opinión de Aomine—, Kiyoshi Teppei su marido y amigo de Kuroko y Kise Ryouta era también un amigo de la pareja.

— Vengo en señal de apoyo, Kurokocchi. — Explicó alegre Ryouta, mientras hacia la señal de victoria con los dedos. — Asintiendo pero sin estar del todo convencido, todos pasaron a la sala de reuniones. De momento, aún no había hecho falta llegar a los juzgados. Ambas partes de la demanda habían acordado verse, intentando llegar a un acuerdo.

Una vez más, las cosas no fueron bien. Tetsuya ya no reconocía al hombre del que se enamoró. Kagami parecía haber envejecido, con la piel demacrada y demasiada rabia contenida. Solo con ver a Aomine, entró en cólera y su abogado tuvo que hacerlo callar. Además, se negaba en redondo a firmar los papeles y no hacía más que pedir cosas del todo ridículas, atacando a Kuroko de forma psicológica. Por su parte, Hanamiya llevaba la reunión a su manera, de forma sarcástica y directo al grano, se encargó de dejar claro tanto al otro abogado como a su cliente que Kuroko EXIGÍA el divorcio. No quería ninguna de sus posesiones, ni pensión, ni si quiera una compensación por los daños que sufrió en su momento. Solo quería perderlo de vista e irían a juicio si fuera necesario.

El resultado de esa reunión fue el mismo que la última vez, Kuroko desanimado al borde del llano; parecía que nunca podría pasar página. Aomine, en cambio, quería matar al que una vez fue su mejor amigo. Hanamiya, clamaba venganza a todo aquel que lo quisiera escuchar, juraba que iba a acabar con ese hijo de puta, al fin y al cabo era el mejor abogado. Y los pobres de Teppei y Kise estaban ahí intentando apaciguar los ánimos.

La verdad es que estaba siendo muy difícil. Cuando comenzó con el proceso, Kuroko no había ni empezado a imaginar los problemas que iba a ocasionarles su antigua pareja. De hecho, habría esperado que él fuera el más feliz ¡lo había estado engañando durante años! Ahora podría hacerlo sin necesidad de ocultar que estaban casados ¿qué problema había? Pues por lo visto, Taiga había decidido que Kuroko era suyo y que nadie más podía ponerle una mano encima.

Punto de inflexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora