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Hoy tu tía ha venido a verte. Creo que te ha caído bien. Marisa le suele caer bien a todo el mundo.

Ella es muy diferente a mí. Yo al abrazarte no aprieto mucho. Tengo miedo de romperte. Pero ella al verte corrió a hacerte volar por los aires, y tú reías y reías y reías. Y apretaba tu tripita y te hacia pedorretas, cogía tu nariz y te asombraba con trucos de magia.

Eres lo más valiente que he hecho en la vida. Eres lo único valiente que he hecho en la vida.

Marisa no es como yo. Ella no es una cobarde. Es una tormenta eléctrica, un huracán. Con su pelo azul suelto ondeándose al viento, tus manitas intentando agarrarlo, sus cabellos, su color y su esencia.

Marisa te quiere mucho. Tú también la querrás a ella.

Tu tía dice que no quiere tener hijos. Pero cuando la veo jugar contigo, Jacobo, pienso que lo desea en secreto y que es lo único que le asusta hacer.

Porque hace paracaidismo, y monta a caballo, y se va al Amazonas y empieza una carrera de doble grado pero no se atreve a darle todo su corazón a una minúscula personita.

Por eso también en su día, diez años atrás, hizo algo muy valiente que también le dio miedo y tuve que ir a acompañarla.

Si mamá se hubiera enterado, no le habría dejado pisar la casa. Ya te digo que ella es una mujer muy chapada a la antigua.

Seguro no entiendes nada de lo que te digo y quizá no haga falta. Me gusta que me mires con la boquita abierta mientras te acaricio el poco pelo que tienes en la cabeza y muevo un sonajero ante tus ojos.

Ay, Jacobo, ojalá nunca tengas que ser valiente ni saber cosas como Marisa. Ojalá te quedaras así, ignorante, no sabiendo ni hablar.

Porque el conocimiento te destruye la inocencia, y la falta de inocencia destruye la felicidad.

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2018 ⏰

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JacoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora