03 | LA MISIÓN

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Una vez más, la mañana estaba teñida de blancos copos de nieve. Pero esa vez Sophia no los estaba contando, ni tampoco se sentía animada.

Sophia apenas había dormido la noche anterior, no sabía por qué, pero estuvo despierta mirando al techo durante toda la noche.

Su mirada estaba perdida en un punto fijo del cristal del coche, su mente en blanco, y su expresión indiferente.

Leighton White era quien la estaba llevando esa mañana al Instituto Columbus porque Connor había tenido que irse antes a trabajar.

Para Sophia fue un trayecto largo y silencioso, ninguna de las dos decía palabra alguna. Sophia aún no había conocido ni si quiera un poco de su nueva madre, pero tampoco le daba importancia.

Cuando llegaron al Instituto, la señora White habló.

—Procura que no tenga que malgastar mi tiempo en traerte aquí —murmuró fríamente y la miró —Tienes demasiados privilegios al montarte en mi coche —torció el gesto —Haz ejercicio o te pondrás gorda.

Con las mismas, Leighton se fue, dejando a Sophia con un creciente malestar.

—Ni caso —dijo de repente Aurora a su lado —¿Cómo tienes el brazo? Quiero ver el corte.

Aurora traía la misma ropa de los días anteriores, sudadera negra y pantalón vaquero.

Sin embargo, Sophia no entendía a qué se refería Aurora. Frunció el ceño mirándola extrañada y entonces ella tomó su brazo y remangó su jersey blanco dejando ver el corte.

—No está nada mal para una novata —murmuró —Pero no es muy profundo, eso quiere decir que todavía puedes cabrearte más.

Sophia se quedó mirando el corte estupefacta. No sabía de dónde había salido eso. Así que pensó que Aurora se lo había hecho.

El timbre de entrada sonó interrumpiendo a las chicas, Sophia, algo cabreada con Aurora, fue directa hacia la clase. Aurora la seguía mirando su móvil.

Y de nuevo, la mirada de Sasha cayó en Sophia nada más entrar. Pero no le dio tiempo a nada más, porque el profesor empezó la clase.

Durante la clase Aurora permaneció parada en la esquina. No se sentó, prefirió mirar por la ventana y sonreír de vez en cuando a Sophia.

Pero la joven la miraba con el ceño fruncido y con mala cara. Quería saber por qué le había hecho eso en el brazo, ella no quería cortarse como sabía que Aurora lo hacía.

Y así, la mañana pasó lentamente mientras la chica de ojos verdes andaba perdida en algún pensamiento aleatorio. Estaba más despistada de lo normal, más ausente, y el profesor lo notó.

—Sophia —la llamó —¿Te importaría salir a la pizarra?

A Sophia casi le da un infarto. No quería salir ahí. Odiaba salir ahí. Sabía que todos la estarían mirando y eso la ponía nerviosa.

—¿Sophia? —insistió amablemente el profesor.

Sasha estaba aguantando la risa, deseaba ver cómo esa idiota se ganaba ese título oficialmente delante de todos. Incluso pensó en cómo se vería Sophia si la golpeaba con el borrador y la llenaba de tiza.

Pero se iba a quedar con las ganas, porque Sophia negó con la cabeza rechazando al profesor.

Eso captó más la atención del resto de estudiantes, en concreto, la de Úrsula Glinch. Úrsula Glinch era la típica rebelde que todo Instituto tiene lo desee o no, y ver que Sophia se negaba a salir, le gustó.

MI LISTA NEGRA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora