Smile for me [ShinKami] - BNHA

Parte única

Se podían decir muchas cosas de Denki Kaminari.

Que no era la galletita más inteligente del tarro, vale. Que su cerebro era más pequeño que el pene de un japonés promedio, también. Que era un flojo en cuanto a cuestiones académicas se tratase...

¡De acuerdo, Kaminari ya lo sabía!

Pero existía una (1) cosa de la que Kaminari estaba orgulloso, y ni la misma diosa All Might podría haberlo negado.

Y es que Denki era una persona perseverante.

Pues claro que debía serlo, ¿no? Él se había hartado de escuchar a la gente de su escuela media llamándole cerebro fundido y que Yuuei no era una academia para niños especiales —y con especiales se referían a idiotas—, pero a pesar de todo eso, él estaba muy seguro en su sueño de convertirse en héroe.

Desde que era pequeño, Denki se imaginaba friendo los cerebros de sus enemigos mientras un haz de luz divino bajaba de los cielos para iluminarlo como el salvador-patea-traseros-villanescos, y un par de muchachas guapas llorarían mientras suplicaban por un autógrafo suyo.

Él de verdad quería ser un héroe.

Tal vez fue por eso que Kaminari sintió una especie de atracción instantánea por Shinsou Hitoshi.

Sí, Shinsou —ese chico que acababa de ser transferido al curso de héroes y que debía tener más ojeras que Tutankamon si estuviese vivo. El chico de pelo extraño, quirk extraño y actitud todavía más extraña.

Un verdadero enigma, claro estaba.

Pero ya sabían todos lo que se decía por ahí —y con todos se refería a Mina y Kirishima, sus mejores amigos—; que Kaminari era perseverante.

¿Y en qué tenía que ser perseverante Denki Kaminari, queridos espectadores?

Muy bien, pensaba el muchacho mientras se tronaba los dedos y se preparaba, totalmente entusiasmado, para su show.

Lo que él realmente quería...

Era poder ver a Shinsou sonreír otra vez.

Denki esperó a la pausa dramática en su cabeza. Por suerte, Bakugo —su amigo que en realidad lo odiaba o lo que fuera— no tenía poder en su cabeza o aquello hubiese sido imposible.

Pero sí, ya saben, eso: una sonrisa. Esa curva que se forma hacia arriba con los labios —usando al menos diecisiete músculos, él había buscado en la Wikipedia— tras sentir satisfacción de algo.

Es imposible, dictaminó su cerebro.

Tú puedes conseguirlo, discutió su corazón.

Y aunque las personas normales se suponían que hacían caso a sus cerebros... Denki la verdad no quería fiarse mucho de su segundo órgano con el tamaño de un micropene asiático.