Sangre de Glynis

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La cena estaba servida y ya nadie estaba llorando. Mallie había llevado ambos platos en bandejas de plata al comedor más grande (Deirdre insistía en comer allí y en conservar las reliquias de metales preciosos pertenecientes a los antiguos gobernantes) y verlo a su rey le parecía la mejor solución de todas. Los recuerdos de antes, de lo que había vivido con los otros cinco se había terminado.

- Gracias, Mallie, se ve delicioso.

- Seco, como siempre. -Milo miró a Deirdre.

- Es perfecto, ve a cenar, gracias. Y, Mallie, lamento lo que sea que haya sucedido, supe que has estado llorando. Mañana tómate el día libre, regresa luego con nueva energía.

- Antes quisiera un jugo y algo de fruta. Tráemelos. -Milo tomó a Mallie de la mano y le habló al oído. Mallie sonrió, agradeció y se fue sin volver.

- Yo iré por tu fruta y jugo. -Milo se puso de pie y caminó hasta la puerta de la cocina cuando Deirdre lo llamó.

- Tenemos sirvientes. Tú solo debes reinar.

- Tenemos trabajadores reales, Dei, no sirvientes.

- Déjalos que hagan el trabajo para el que nacieron.

- No nacieron para ello, si quiere puede renunciar e irse por otro empleo u otra vida, ¿por qué eres tan horrible?

- ¿Horrible?

- Mallie es una experta en la cocina y la contratamos para que su familia tenga un sustento y aprenda un oficio. No es nuestra propiedad. Ella podría irse cuando quiera y es exactamente lo que no deseo que ocurra. Es buena, sé buena con ella.

- ¡Esto es el colmo! Soy la ama y señora de este lugar, ella tiene que atendernos, tú solo quieres tratar a todos como familia y no lo son, no tienes familia aquí, Milo, tú familia soy yo y nuestro hijo... -Milo miró la mesa-. Lo siento.

- Me voy a la cama. -El hada malhumorada se quedó allí, en la mesa, resoplando como mula. Milo se fue para su cuarto, solo y sin esperarla.

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Su cuarto estaba separado del de Milo, algo que le molestaba por sobremanera. Se acercó al ventanal y miró a la distancia.

- Reina. Nací para serlo, nací para ser la señora de todo. -Estaba muy enojada, pero lo peor no era el enojo, sino la envidia, el rencor y los celos. Luego de la batalla, creció un inmenso odio por la nueva corona y sus privilegios-. La memoria de mi madre será revivida, ya lo verás. -Sostuvo su abdomen abultado a modo de abrazo hacia su retoño por nacer-. Seguiremos sus ideales y tendremos lo que siempre merecimos. Esa idiotez de los inmemoriales se terminará y nos tocará a nosotras gobernar estas tierras. -Deirdre sonrió al tiempo que mantenía la mirada en el lado este de la ciudad, justo en dirección a las lápidas representativas de los cinco ex dictadores, de aquel Colegiado maligno que fue vencido por una natural ilegal y el curso normal de su historia volvió a ser recto y pacífico, pero entre esas cinco tumbas no estaba la más importante allí, la más importante para ella: la tumba de Glynis.

- Mi madre fue la única hada femenina en gobernar con los otros cuatro y esperaba que yo heredara ese puesto al matar al inmemorial. Milo y sus amigos me robaron ese sueño. Ya verás que lo tendremos de nuevo, mi amor, y como eres hija del nuevo rey, nadie podrá quitarte tu lugar. Tendrás lo que mi madre soñaba: el poder sobre Dandelion y todos sus dominios y, por qué no, mucho más allá. -Deirdre sonrió maliciosamente y giró para tirarse en la gran cama.

A la distancia, una luz brilló en una pequeña cabaña.



(CONTINUARÁ)

Yo No Creo En Las Hadas 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora