Capítulo V

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La primera vez que vi a Dinah me acerqué a ella sonriendo y le dije "hola". Ella me empujó y caí en los rosales del jardín. Quedé como si me hubiera atacado un gato loco. Por culpa suya, mi primer día en la primaria fue traumático y casi no regreso, pero ya la perdoné. Ahora lo contamos como algo divertido y ella me abraza y se vuelve a disculpar. Somos como hermanas. Ella sabe todo sobre mí. ¡TODO! Vive con sus padres y su abuela. También tiene una nana desde el día que nació. Le dice Mamá Patita. Suena tonto ahora que está gigante, pero creo que tiene muchísima suerte de tenerla. Su casa es un paraíso para mí. Siempre huele a galletas recién horneadas. Su papá trabaja en el zoológico así que entramos gratis cuando nos da la gana. Su mamá es profesora de Kinder y habla con todos como si estuviera en su salón de clase. Seguro por eso Dinah es tan dulce: por las galletas, por su mamá, por su Mamá Patita.

Obviamente, Dinah es la que sigue capítulo a capítulo la novela "La chica de papel". Así le llama a esta historia con Lauren. No me perdona si no le reenvío una copia del chat. Ahora ya no está tan preocupada, pero quiere saber pronto, como yo, quién es esta tipa. Le ha contado a Mamá Patita y ella dijo que "si es una buena hija, seguro también es una buena chica que sabe respetar a los demás". Hemos decidido averiguar en qué fábrica de papel trabaja y qué hace exactamente. Eso es difícil porque siempre que hablo de conocernos o hago demasiadas preguntas ella se va. Eso es lo que no está bien. Mamá Patita también dijo que "tan linda la niña Milita, tiene que ser una sonsonaza la chica que no quiere conocerla". Y no es que no sea modesta, pero la verdad es que hay muchas chicas y chicos que me llaman y me invitan a salir, no es que fuese un secreto mi orientación sexual.

¿Por qué rayos ella no quiere ni verme?

***

Esta tarde, cuando regresé a casa, encontré todo en silencio. Eso no es novedad, pero algo me hizo ir directo a la habitación de mi mamá. Abrí la puerta despacio y ella estaba echada en la cama con su antifaz puesto. Iba a salir, pero antes de cerrar la puerta ella dijo: "¿Mila?". Yo me acerqué y respondí: "Sí, mami. ¿Quién más?". Ella intentó sonreír, pero otra vez fracasó. Sentí ganas de llorar. Se me hizo un nudo en la garganta, pero me aguanté. Me senté en la cama y dije:

―Reprobé el examen de Geografía, mami. Perdón...

―¿No estudiaste? ―dijo ella levantando el antifaz hasta su frente.

―Sí, pero no sé... se me enredan los nombres.

―Eso sucede. Trata de relacionarlos con algo.

―Eso trato... pero no puedo... perdón... perdón... perdón...

No pude contenerme más y empecé a llorar. Me recosté en su hombro. No le pedía perdón por haber reprobado el examen. Le pedía perdón por todo. Por lo que sea que hubiese hecho que la tenía tan triste. Entonces ella me abrazó como hace años no lo hacía. Creo que la última vez fue, cuando me lastimé una rodilla al caer de la bicicleta, hace mucho tiempo.

Sus ojos se inundaban y las lágrimas rodaban hasta la almohada. Estuvimos así hasta que los ojos nos dolían de tanto llorar. O al menos a mí me dolían mucho. Luego ella se sentó en la cama. Estiró el brazo y sacó dos pañuelos de papel de la mesita de noche. Me alcanzó uno. Nos sonamos la nariz al mismo tiempo y eso nos hizo sonreír.

―Estás horrible. ―me dijo.

―Tú tambien, ma. ―le respondí.

―Te llamé cuando te escuché llegar porque quería contarte algo, pero no te rías. ―dijo levantando su dedo índice.

―No, mamá. Lo prometo.

―Voy a hacer yoga. ―dijo y se quedó seria mirándome hasta que fue ella la que no pudo contener la risa.

―¿Sí? ―le dije yo tratando de no reírme, pero no lo logré y se me salierob los mocos.

Nos reímos las dos, mientras ella se estiraba para pasarme la caja entera de pañuelos. Las carcajadas de mi madre. Se veía tan linda a pesar del mechón de pelos enredado en el antifaz que se le había subido hasta la cabeza.

Nos quedamos echadas mirando al techo mientras me contaba lo que mi tía Virginia había planeado para el día siguiente. Luego dijo:

―A ver, burra. Trae tu libro de Geografía y dime qué nombres son los que se te enredan.

Yo la abracé fuerte y pensé: "Yo te cuido, mami. Yo te cuido"

***

Ya son seis días que Lauren no se conecta. Empecé a escribirle un mensaje que no terminé, porque al leerlo me pareció tonto. Lo borré. Luego empecé otro y otro y otro, pero no envié ninguno al final. No quiero que piense que estoy muriéndome de ganas de hablarle y también molesta porque no se conecta. ¿Le habrá pasado algo malo? ¿Si le cayó encima una máquina de la fábrica? Porque su familia como que es un poco propensa a la catástrofe. ¿Se habrá ido de viaje? Pudo haberse prestado una laptop de algún amigo o algún telefóno y mandarme un mensaje, a menos que esté de visita en una tribu de... de... ya se me olvidó el nombre del lugar. ¡Maldita sea la Geografía! Y, por último, la peor de mis hipótesis: ya se cansó de hablar conmigo y me ha bloqueado. "¡Ay, Camila! ¡Qué vergüenza! ¿Cómo puede ser peor para ti, el simple hecho de que se haya aburrido de hablarte a que le haya caído una maquinota en la cabeza?". Eso me lo dije a mí misma y, por estar regañandome, no escuché cuando el profesor (tenía que ser precisamente el de Geografía) me preguntó no se qué cosa y yo "aterricé" en la realidad para luego ser, inmediatamente, expulsada del salón mientras todos se reían del comentario sarcástico del profesor Vélez: "La señorita Cabello debería postular a la NASA ya que le encanta estar en la Luna". Pero eso me dio la oportunidad de hacer un último intento de escribirle un mensaje a Lauren en una hoja en blanco del cuaderno de Geografía.

"Hola. Hace días que no hablamos. Espero que todo esté bien. Solo quería agradecerte porque la última vez que hablamos al despedirte dijiste: "Cuida a tu mamá" y eso hizo que un día me acercara a ella y, bueno, conversamos y también lloramos como locas, pero lo mejor fue que sentí que algo que nos mantenía alejadas se rompió, y ahora estoy muy aliviada y contenta porque cuando pienso en ella ya no lo hago con tristeza, sino tranquila. Mi tía, la que hace yoga, también la está ayudando y... bueno, no quiero aburrirte y, además, ya debo irme (Estoy castigada afuera del salón. El profesor de geo me botó de la clase y escribo en una hoja de mi cuaderno), porque va a tocar el timbre. Como escribí al comienzo, solo quería darte las gracias. Si puedes, respóndeme pronto para saber que estás bien.
Un beso.
Camila."

Este mensaje si lo envié. ¡Y me respondió casi inmediatamente!

"Hola, Camila. Sí, estoy bien. Gracias. Lo que sucede es que mi laptop se "enfermó". Un virus casi la mata y se la llevaron para repararla. Qué bueno lo de tu mama. En serio, me alegro porque sé lo que se siente tener una madre triste casi todo el tiempo. Lamentablemente, yo no puedo hacer mucho por la mía.
¿Porqué estabas castigada? ¿Geografía no fue lo que reprobaste? Deberías tener más cuidado. Voy a sonar como una anciana, pero de verdad es importante que aproveches las clases. Uno nunca sabe cuando las cosas buenas y las oportunidades de progresar se acaban. Es solo un consejo. Cuídate.
Lauren."

Primero, este mensaje me cayó como un cachetadón. Luego, me llenó de preguntas: ¿No podía haberse prestado de alguien una computadora y haberme almenos avisado en esos seis días? ¿Por qué no puede ayudar a su mamá? ¿Qué oportunidades se le han acabado? Y por ultimo, y la más tonta: ¿Por qué no me devolvió el beso que yo sí le envié? Leí su mensaje como veinte veces. Finalmente, ahora estoy convencida de que Lauren es una buena chica. Realmente buena y eso hace que me importe mucho saber más de ella.

M e s s a g e s; camren. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora