Amarillo

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Juntos llegamos a la mejor edad,
esa dónde todo es alegría,
dónde la única preocupación
es llorar de la risa.

Aún mi piel se estremece al recordar ese día.
Tu pelo al viento,
tu vestido amarillo
y tus mejillas sonrosadas.

¡Te había invitado a una cita!
Y tenía miedo,
no te lo niego.

Como los mejores amigos que éramos,
dudaba, pero es que el amor entre nosotros,
florecía poco a poco.

Tu boca se abrió
una vez que llegamos al parque.
Y sonreí con orgullo,
¡Aún faltaba la mejor parte!

Esa tarde, ambos morimos de la risa.
Allí haciéndote feliz,
no me quedaba duda alguna,
del amor que te tenía.

A los 15 años,
besé por primera vez.
Y fueron unos labios tan suaves que hasta el día de hoy,
los recuerdo una y otra vez.

Te sorprendiste de gran manera
cuando mi boca
calló una de tus alocadas ideas.

Pensé que te alejarías,
te decepcionarías y no me hablarías,
pero que bien se siente equivocarse,
un beso en respuesta me arrebataste.

Nuestros padres se burlaban,
enamorados nos encontraban.
Éramos dos almas jóvenes,
que sólo buscaban de su otra parte.

Todos los días contigo,
eran Amarillos.
Vos eras mí sol,
siempre reluciente y acogedor.

Por las noches,
cuando vos no estabas,
trataba de soñar despierto,
pensando «¿Qué haríamos mañana?».

Y la mejor de las partes era,
esa sensación,
esa en la cuál sentía que mi corazón era un tambor,
cada vez que vos me declarabas tu amor.

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