Mackenzie Ziegler

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Mackenzie evitó mis llamadas toda la tarde, me mandaba directamente al buzón y me había bloqueado en todas las redes sociales en las qué pudiéramos tener contacto.

Los fans que sospechaban de nuestra relación, estaban ya al tanto de nuestra pelea, por lo cual, mi celular no dejaba de recibir notificaciones cada dos segundos.

Después de terminar mis deberes de la escuela, decidí ir directamente a casa de Mackenzie; no para explicar las cosas, pues de seguro Maddie se había encargado de eso ya, si no para pedirle disculpas por el daño que le había causado.

Vivía relativamente cerca, no más de treinta minutos caminando, así que llegué en poco tiempo.

Antes de venir, le mandé un mensaje a Maddie preguntando si iba a estar en casa, la respuesta fue negativa, solo estaría Kenzie.

Aún que ya no me fiaba de la Ziegler mayor, al fin y a cabo, ella comenzó con los coqueteos y lo que sucedió el otro día fue gracias a ella.

Divisé la habitación de mi novia en la planta alta, así que, como una persona normal, entré por la puerta corrediza qué daba al patio, subí las escaleras en silencio y me acerqué.

Estaba recostada de espaldas a mí, por lo cuál no podía verme. En ese momento me congelé, no sabía qué palabras iban a salir de mi boca si hablaba, no sabía como debía disculparme

"Oye, tú hermana me sedujo y terminé acostándome con ella, lo siento" No, eso causaría qué me llegará a odiar más de lo que ya hace.

Dejé de pensar, y las acciones sé realizaron por sí solas, sin poder detenerme ya me encontraba caminando hacía ella.

Sin saber qué decir o qué hacer, me recosté a su lado, rodeando su cintura con mí brazo; se asustó y pegó un pequeño brinco.

Al voltearse me vió y sus ojos parecían apunto de desbordar las lágrimas acumuladas en ellos, y pensé qué lo iba a hacer, qué iba a romper a llorar en mis brazos mientras yo le acariciaba la cabeza y le pedía disculpas, disculpas que al final ella terminaba aceptando.

Pero no fue así, su semblante seguía serio y se limitó a sorber la nariz mientras se levantaba de la cama, alejándose de mi.

- ¿Qué haces aquí? - Habló con la voz rota.

- Vine a ver a mi hermosa novia - Respondí, tratando de sujetar su mano, sin éxito alguno.

- Madison salió con sus amigas - Respondió de brazos cruzados, sin dejar su fría mirada.

- Kenzie... - Me vi interrumpida gracias a que noté qué las lágrimas ya resbalaban por sus mejillas.

- Yo si te quería... - Comenzó a decir, pero los sollozos le impidieron seguir hablando.

- No, no llores Kenz, sé qué comentí un error imperdonable, e incluso qué perdí tú cariño y amor tal vez para siempre... -

Me levanté e intenté abrazarla, pero se alejó manoteando.

- Yo confíaba en ti - Mi corazón iba bajando su ritmo por cada palabra qué salía de su boca.

- Tú hermana fue la qué provocó todo esto Kenz, yo te amo solo a tí - Intenté tomar sus manos para impedir qué manoteara y poder abrazarla.

Al principio sé negó pero entre más fuerza ejercía sobre ella, iba dejando de luchar. Cuándo por fin estaba entre mis brazos, tal vez por última vez, no la quise soltar, por qué no quería separarme de ella y ver que en sus ojos ya no sé reflejaba el amor qué me tenía y que ahora estaba siendo remplazado por el odio más puro y el rencor más cortante qué ella podría emanar.

Y eso es lo menos quería, ya que la amaba con cada fibra de mi ser, y me arrepentí, me arrepentí de todo lo malo qué hice en nuestra corta pero linda relación.

Me arrepentí del primer mensaje qué le envié a Maddie cuándo tuve mi primer pelea, aún que insignificante ahora viéndolo bien, con su hermana.

Me arrepentí de cuándo la abrazaba cortamente, en vez de sostenerla el más tiempo posible entre mis brazos, sintiendo su aroma a perfume y su inmedible amor hacía mí.

Me arrepentía de todo el daño qué le causé a una hermosa persona como Mackenzie Ziegler, y ahora no tenía más remedio qué enfrentar las consecuencias de éste.

Cuándo llevé mi mirada hacía ella, también me estaba observando expectante, y en ese momento supe qué lo que venía después iba a ser lo más doloroso qué viviría en mi vida entera, no solo el saber qué rompiste un alma tan comprometedora y pura como la qué ella poseía, si no el hecho qué perdería la calidez y felicidad qué me embargaban cada vez qué estaba a su lado.


Volví.
Y más intensa qué nunca, así que ustedes hoy tienen una promoción, haré pedidos así que, ¡comenta!

One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora