Cap. 1

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Justin se sentía pésimo. El pensar que debería dejar a su esposa e hijo de apenas un año, le rompía todo lo que tenía adentro; pero era peor recordar que la única opción que tenía, podría matarlo y prácticamente no había posibilidades de volver con vida. Porque no era un país pequeño… Corea era algo extravagante, no tanto como Canadá, pero lo era. Se los consideraba como los mejores en la manera de armar bombas y armas que no dudarían en usar en su beneficio. Y era tan peligroso que se pateaba internamente por elegir ser soldado; aunque al mismo segundo que pensó eso, recordó a su abuelo quien cuando apenas Justin tenía diez años, murió con el sueño de llegar a ser un gran general sin poder cumplirlo. Y entonces… Bieber se vio encantado con todo… encantado para que su abuelo, desde donde quiera que esté, lo vea triunfar en la militancia. Pero no era fácil. Y ahora menos… que había formado una familia.

Bajó del bus con la mandíbula y fases de la cara, tan duros como una roca. Él le rompería el corazón a ella. Y ella le rompería el corazón a él. Podía jurar… que ya sentía como _____ armaba las valijas dispuesta a irse de su casa, apenas sea contado lo de la guerra. ¡No! No iba a hacer eso. 
Aunque intente animarse, pensando que ella entendería, no lo podía hacer. Le resultaba imposible, y por primera vez en la vida, era negativo y no encontraba el lado positivo de la situación. <<Porque no lo hay>>, le dijo la voz interna de su cabeza, teniendo toda la razón del mundo.
Sacó la llave de la puerta principal de su mochila, y con manos temerosas y dudosas, la condujo al cerrojo dorado para darle varias vueltas y en instantes… estaba abierta.

–¡Cariño! –exclamó _____, apareciendo con un tierno delantal rojo colgado en su cintura y cuello también. Se limpió las manos con el mismo, esbozando una sonrisa de amor, <<La misma de cuando se conocieron>> pensó él, entristeciéndose por dentro e intentando sonreír con facilidad. Pero no podía, y solo una sonrisa falsa asomaba su rostro.
La castaña, corrió para abrazarlo por el cuello, y él la recibió con muchísimo gusto, aunque solo pasaron horas desde que no se vieron. Su instinto de cuanto la iba a extrañar al partir, le hizo esconder la cabeza en el cuello de ella donde inhaló el natural perfume de su piel; y tampoco se dio cuenta que la estaba estrujando y apretando hacia ella con sus fornidos brazos alrededor de su pequeña cintura. _____ rió como una colegiala divirtiéndose con su novio.
–Amor… ¡No sabes lo que ha sucedido! –dijo ella en una exclamación evidente de lo emocionada que estaba; pero sin dejarlo separarse un segundo. Ese gesto era hermoso, pero en esos instantes… Justin tenía ganas de llorar por su torturosa mente.
En respuesta, murmuró un ‘mmh’ como preguntándole que sucedía.
–¡Ryan dio su primer paso, Justin! –ella empezó a moverse felizmente sin separarse de él aún. Sin embargo… Justin sintió como su corazón se rompía.
Y de una manera… estaba encantado de que su hijo por fin haya caminado, pero por otra… se sentía tan mal al pensar que no estaría cuando vaya el primer día a la escuela… cuando presente a su novia… cuando, <<¡basta!>>
Ella, al no sentir ni un pico de emoción de su parte, se separó con la frente fruncida, y llena de confusión, para mirarlo a los ojos profundos de su esposo.
–¿Qué sucede? –le preguntó con la voz preocupada al ver su mirada perdida… dilatada… triste. Justin sonrió con falsedad.
–Nada… solo estoy cansado –mintió y una punzada en el pecho le hizo dejar de sonreír. Ella, inocentemente, lo abrazó.
–No me mientas. –Le dijo en un susurro, con su voz que parecía de seda por la forma en que desenvolvía sus palabras con la lengua. 
Nuevamente… la culpabilidad le sobrepasó; pero se recordó, de que todavía tenía un día entero para pasar con ella. Hoy. 
–No lo hago, amor. 
–De todas formas, me lo dirás luego. –Se separó, y con el dedo índice de su mano derecha lo señaló, retrocediendo para volver a la cocina, donde se cocinaba su carne con papas al horno.

<<¿Tendrá una amante?>> se preguntó estúpidamente _____. Pero al instante, negó con la cabeza al recordar que podía haberlo tenido mucho tiempo antes… como cuando estaba embarazada, porque era tan histérica e insoportable que ni siquiera ella misma se aguantaba; pero él lo hacía… porque la amaba. Entonces… se sintió confundida y preocupada. ¿Qué ocultaba? Nunca fue de mentirle, ni de no contarle algo que lo preocupase. 

Luego de un normal almuerzo, Justin jugó con Ryan mientras ______ limpiaba los trastes observándolos. Eran los amores de su vida.
–¡Las fotos duran más tiempo, cariño! –gritó Justin divertido, alzando a Ryan para el techo; el niño reía encantado. Ella sonrió y guardó el traste en el estante de platos.
–¡Se ha roto la cámara, cariño! –respondió ella del mismo modo. Tenía doble sentido también… porque Justin era quien debía mandar a arreglarla, pero nunca lo hizo.
–¡Perdón! –contestó y de fondo, se escuchaban las pequeñas carcajadas del bebé por el efecto de la adrenalina. 

Esa tarde… Justin estuvo el doble de atento. Bañó a Ryan, le ayudó a caminar más pasitos y de vez en cuando, enseñándole palabras. Hasta salieron al cine, dejando al bebé con la madre de él, Pattie. Y luego del cine… a varias tiendas de ropa, donde le regaló todo mientras podía. Y luego del cine y shopping, a una cena a un lindo y cálido restaurante. Para volver a su casa, ya siendo más tarde y casi media noche, recogieron a Ryan dormido.

Pero el sentimiento de culpa se extendía en Justin. Tampoco le podía decir, porque le faltaban las agallas necesarias y la amaba tanto que era el triple y cuádruple de dificultad. 
Sin embargo… esa noche llegó a la conclusión. Quizás… la última conclusión de toda su vida. Después de hacer el amor por última vez con su esposa, durmió siendo atormentado por sus pensamientos.
Y ella… logró asustarse, pero no lo demasiado. Sin imaginarse nada, ni la locura que él armaría.

No me olvides- JustinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora