La luz de los faroles parecía atenuarse con el correr de los segundos. Sentía frío. A lo lejos parecía verse una figura que agachada me miraba, casi sonriente. Seguramente era algo de mi imaginación. Sin embargo, algo me empezó a inquietar, me agarraron ganas de vomitar. Saqué mi celular y llame a mi novio. Por suerte me atendió. La criatura no hacia nada, me miraba, inquieta. Le pedí que me hablara de algo, que me distrajera.
Fue en ese momento que escuche a mi hermano gritar. Segundos después la puerta se abrió