El mago y el lobo: Parte I

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POV Keith:

"Las uñas de los cachorros valen mucho más."

En este mundo donde la magia se respira y las noches brillan más que el mismo día, donde las criaturas son extrañas y los humanos viven una vida paralela, ajena a todo. En este mismo mundo es donde nací, rodeado de magia y noches brillantes; la misma noche en que lo conocí, la misma noche en que mi vida cambió.

Siendo un hombre lobo, cuando llegas a la edad de diez años ya eres un adulto y puedes abandonar tu manada si quieres. Los lobos somos criaturas sociables y, generalmente, la mayoría de los cachorros que llegan a la edad adulta se mantienen con la familia, para ayudar al alfa cuidando a las mujeres y jóvenes cachorros.

Yo en cambio, apenas cumplí mi mayoría de edad huí.
Ni siquiera le dije adiós a mi madre, tan sólo nos miramos y ella supo de inmediato.
No recibí ninguna charla o preparación para salir al mundo, sólo sabía que quería hacerlo. Estar solo y valerme por mi mismo, descubrir el mundo, correr por los páramos, libertad. Sin embargo, los jóvenes son tercos, no ven los peligros y se creen inmortales. Si no hubiera sido por él, esa noche, cuando apenas habían pasado tres días desde que abandoné la manada, habría sido el fin de mi historia.

[ . . . ]

La noche estaba particularmente oscura y había un aire intranquilo, lo quise relacionar a la obvia energía que se acumulaba en el bosque, gracias a la tenue iluminación de la luna que alimentaba toda la magia en el aire, sin embargo no era nada de eso.
Nuestro mundo está tajantemente dividido del mundo de los humanos, mas no todas las criaturas mágicas son invisibles a sus ambiciosos ojos. Los lobos mágicos, o hombres lobo, son cazados y asesinados, a veces los atrapan sólo para arrancarles las uñas y vender el mineral de estas, somos casi tan codiciados como los dragones.

Estaba durmiendo cuando los escuché, de alguna forma habían seguido mi rastro porque claro, eran expertos. Un humano en sí era débil y no representaba peligro, pero dos humanos con lanzas, cuchillos y una codicia insaciable, eso era algo de temer. Tal vez fue mi inexperiencia, tal vez fue el miedo que hizo mis pasos más ruidosos, pero tarde o temprano llegó el momento en el que me acorralaron. Gruñí y mostré los dientes, el más alto de los dos se abalanzo sobre mi, inmovilizándome sin ningún problema. Intenté morder, estirando el cuello para tratar de alcanzar alguno de sus brazos, o si tenía mucha suerte su cara, pero era pequeño a comparación de otros lobos, y para aquel experto asesino detenerme fue un juego de niños. "Arráncale las uñas, siendo un cachorro deben valer más." Mis orejas se alzaron y comencé a retorcerme de nuevo. El hombre que me sujetaba apoyó todo su peso sobre mi cuerpo, haciéndome chillar y casi perder el aliento. "Después podríamos sacarle los ojos, es de los negros de ojos violetas." Escuché que el otro rebuscaba algo, y finalmente lo sentí, tomaron una de mis patas y sujetaron una de mis uñas con lo que parecían ser pinzas. El dolor fue tal que por un par de segundos logré removerme lo suficiente para soltarme del agarre, una explosión de adrenalina mientras la sangre emanaba. Dolía. Dolía a horrores. E iban a seguir.

Fue entonces cuando una bola gigante de fuego azul impactó a la espalda de los dos humanos, los cuales aterrorizados y sorprendidos me soltaron, dándose la vuelta para encarar a lo que sea que les estuviera atacando. Yo, cojeando, retrocedí apenas un par de pasos, los que el dolor me permitió, y alcé la mirada en busca del nuevo atacante.

Mi mundo se detuvo.

"Estas no son sus tierras, váyanse ahora." Era otro humano, más joven y de piel morena. Era otro humano pero no olía como uno. Sus ojos azules casi brillaban en la oscuridad y el aire se volvió pesado en su presencia. La hierba ondeaba a su alrededor como si alguna especie de fuerza saliera de él. "Es sólo un niño." Se jactaron los hombres, y alzando sus lanzas se prepararon para atacarlo y terminar con el asunto rápido. Me exalté, debía ayudarlo antes de que lo mataran por mi culpa, sin embargo el chico de mirada azulina no se veía para nada asustado. "El bosque es muy grande y sus pies muy pequeños, si no quieren perderse, de su corazón deben ser dueños." Pronunciadas estas palabras, de la nada y en un pestañar azulado los dos hombres desaparecieron.

¿A dónde los había enviado?

"Eso los mantendrá vagando por el bosque unas cuantas horas. Los humanos no pueden ser dueños de sus corazones." Me sonrió. No era un humano común y corriente, era un mago. ¿Qué son los magos? Según las mismas palabras de mi madre; podían ser nuestros mejores aliados o nuestros peores enemigos.

Pero él me había salvado y si algo se me recalcó siempre desde mi infancia, es que una vida se paga con otra vida.

"¿Te sientes bien, pequeño? ¿Alcanzaron a hacerte algo?" Aquel chico se acercó arrodillándose frente mío. Alzó su mano y trató de acariciarme sin embargo gracias a la experiencia que recién había vivido, retrocedí rápidamente, apretando un pequeño chillido entre mis fauces debido al dolor de mi pata. Él pareció notarlo ya que se agachó a mirarla. "Creo que no llegué a tiempo..." Se lamentó, y buscó en el pequeño morral que traía colgado, un diminuto frasco que contenía un extraño líquido de color amarillo.

"Es jugo de seilide, lo mezclé con algunas hierbas medicinales, te ayudará con el dolor."

Lo miré desconfiado. Abrió el frasco y me lo ofreció, así que acerqué el hocico para olisquear un poco el contenido, más me arrepentí al instante ya que olía horrible. Moví la cabeza y estornudé, haciendo que el chico soltara algunas carcajadas. ¿Qué era tan gracioso?

"Anda..." Insistió, y volvió a estirar su mano pero esta vez hacia mi pata. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Bajé las orejas y me dejé. El chico tomó mi pata con cuidado, y luego de haber sacado un poco del ungüento con la otra mano, comenzó a aplicarlo. Me sorprendió la delicadeza con la que sus manos se movían, para ser un hombre, eran muy suaves, y no sentí dolor en ningún momento.

Al estar tan cerca, me dio la libertad de mirar con más detalle sus ojos. Era como si tuviera constelaciones en esas perlas azules, como si pudiera perderme y olvidarme de todo con solo mirarlas un par de minutos. Fascinantes.

"Listo, con eso bastará." Me soltó y guardó el medicamento, mientras yo intentaba apoyar mi pata sólo para darme cuenta que ya no dolía. Mi cola comenzó a moverse sin percatarme, y el moreno volvió a sonreír.

Esa sonrisa.

Nuevamente lo intentó. Alzó su mano en dirección a mi cabeza y comenzó a acariciarme detrás de las orejas con toda la confianza del mundo.

Lo dejé, no porque dejara que cualquiera me tocara, sino porque en realidad era la primera vez que me acariciaban así, y se sentía malditamente bien. No solo eso, el aroma de aquel chico era nostálgico, me recordaba a casa, al calor de mi madre, y comencé a sentirme abrumado, débil. Ya no sentía dolor, pero a medida que la adrenalina comenzó a bajar de mi cuerpo, el miedo y la realidad golpearon fuerte mi mente. Estaba solo, en un mundo que me podía comer y matar de un mordisco. No era ningún cazador, no era ningún protector del bosque. Era un simple cachorro a ojos mortales, que apenas y había sobrevivido a las tercera noche de su libertad.

Que patético.

"No estás perdido ¿verdad? ¿Acabas de dejar tu manada? Creo que escogiste un lugar bastante movido para vivir." El sonrió, y a pesar de su esencia azul, se sintió como si brillara y espantara todos mis miedos.

"¿Tienes algún nombre?"

Keith, pensé.

"Bueno, ya me lo dirás cuando estés listo. Yo me llamo Lance."

¿Cómo sabes, a la tierna edad de diez años, escoger a la persona a quién le querrás dedicar tu vida? No lo sabes, sólo lo sientes. Le miras y piensas: no dejaré que nada le pase, lo protegeré con mi vida, lo seguiré hasta el fin del mundo.

Esa noche, aquel chico se quedó conmigo, sentado en el pasto mientras yo descansaba recostado en su regazo. Olía a hogar, a calor, a todo lo que dejé atrás en busca de aventura.

Nuestros destinos habían sido unidos.

Y desde entonces me volví su protector.

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Seilide es caracol en Irlandés.

Gracias por leer, el POV de Lance vendrá pronto.

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