El mago y el lobo: Parte II

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POV Lance:

"Ella dice mi nombre como una persona rica."


No soy un mago. Si no fuera por mi maestra, yo ni siquiera estaría vivo.

Tuve una familia alguna vez, numerosa y cariñosa, mis padres, y mis cuatro hermanos. Yo era el menor. Vivíamos a las afueras de un pueblo, en una casa grande pero antigua. Mi mamá se encargaba de su huerta y de tener vegetales para vender, mi padre trabajaba en el pueblo construyendo casas, mientras a mí me cuidaban mis cuatro hermanos mayores.
Siempre sentí que era especial. Veía cosas, sombras, criaturas que a veces me buscaban. En algún momento de mi niñez le conté a mi familia pero todos creyeron que era parte de mi imaginación, fue en ese momento que entendí que esto sólo los podía ver yo, y si era así, era por algo.
El día que conocí a mi maestra; Allura, todo comenzó a cambiar de a poco.

Fue una fría tarde de invierno. La nieve se acumulaba en los páramos y cuando trataba de salir de la casa esta me llegaba a la cintura. Se venía una tormenta, pues el viento cada vez se levantaba con más fuerza. Estaba solo ya que mis padres habían ido a una reunión al pueblo. Mis dos hermanas los acompañaron, mientras que mis otros dos hermanos estaban de viaje.

Cuando estaba ordenando un poco la leña dentro de la casa, capté un pequeño movimiento por el rabillo del ojo, y dirigí mi vista a la ventana; ratones. No, no eran simples ratones. Eran ratones de colores. Y seguramente fue eso lo que llamó tanto mi atención ya que en el momento en que saltaron de la ventana a la nieve, no dudé ni un segundo en salir de la casa y seguirlos. De alguna forma, logré mantenerlos en mi vista mientras corría por la nieve.

"¡Oigan, vuelvan!" Gritaba mientras continuaba siguiéndolos, sintiendo el frío en mis pies. Estaba por detenerme y volver a casa cuando vi como los ratones se acercaban a un bulto sobre la nieve. Me detuve, y comencé a acercarme para notar que aquel bulto era una persona, y no sólo una persona, era una mujer. Morena, de cabello blanco y largo, tenía las orejas puntiagudas como un elfo, y unas marcas rosas bajo sus ojos. Era hermosa.

Y se estaba congelando.

"¿Señorita?" No podía dejarla allí, así que de alguna forma logré subirla a mi espalda (aunque la mitad de su cuerpo siguiera arrastrándose...) y comencé a caminar de vuelta a la casa.

Una vez en casa, luego de sentarla a un lado del fuego y darle un poco de leche caliente, descubrí que aquella mujer no era tan joven como parecía, y que además tampoco era humana. Aquella mujer era una poderosa maga de casi diez mil años, y su nombre era Allura. "La tormenta me pilló en mi camino a casa, lamento mucho importunarte." Sus ojos eran azules pero en el centro podía ver unos pequeños tintes rosas. Ella notó que la estaba mirando demasiado, por lo que desvié rápidamente mi atención a los ratones que descansaban al lado del fuego. Dirigí mi mano a acariciar uno de ellos, pero esa acción pareció despertar más el interés de la mujer.

"¿Puedes verlos...?" La pregunta me dejó confundido. Asentí. Rápidamente se incorporó y tomó mi rostro entre sus manos, mirando fijamente a mis ojos con una emoción casi infantil. "Eres... eres un sleigh beggy." Eso me confundió aún más.

Allura me dijo que los sleigh beggy son humanos con la capacidad de generar y absorber grandes cantidades de energía mágica, sin embargo el costo de esto es que viven muy poco, ya que debido a toda la magia que traspasan, sus cuerpos se debilitan con mayor rapidez. Además pueden almacenar magia en su estado más puro, y a diferencia de los otros humanos, pueden ver a las criaturas mágicas que son invisibles a sus ojos.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2018 ⏰

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