Juntos

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Kei no podía ser mas que feliz, su solitaria vida como un ser inmortal se veía nuevamente llena gracias a Kageyama... quien volvió a encontrarse con él luego de siglos estar buscándolo. Tsukishima retomó la tarea de crear nuevas estrellas como aquellos tiempos en el Olimpo, pequeños regalos que poco a poco llenaban el cielo nocturno para su amado. ¿Y qué pasó con su vida como mortal?

Sencillo, continúa con ella, estar tanto tiempo como un mortal le hizo ver unas tantas cosas que antes había pasado por alto cuando era un dios y solo permanecía en los cielos. La gente podía llegar a ser muy cruel, despiadada y desinteresada por cosas que ellos ven como insignificantes. Quizás odie un poco la humanidad por eso...

Incluso cuando los "Shinan's" habían dejado de existir, ese deseo de causar caos no deja de estar presente... Pero a lo largo en su vida transformado como mortal pudo ver que también hay cosas buenas y a veces hermosas.

Quizás ser un mortal no sea tan malo...

— Hace mucho tiempo que no veía tus ropas celestiales — habló Kageyama con nostalgia ante su amado, observando con detenimiento la tela de seda que cubría la piel semi-azulada del dios. — Sigues viéndote exactamente igual a como hace miles de siglos atrás. Me hacen recordar el momento en que te vi.

— Estabas espiándome mientras me daba un baño en uno de los ríos — dijo el dios entre risas, recordando ese momento — Tenías una cara de muerte, que hasta creí que eras algún pervertido o algo.

— ¡Silencio! ¡Fue un accidente! — Contestó el azabache con la cara completamente roja — No creí que un "Amain" estuviera por esos lares. Aunque fui un dios guerrero, tener sangre en toda tu armadura es asqueroso cuando se seca, huele horrible...

— No pensé que te importaba tu higiene personal.

— ¿Que creías? ¿Que los Shinan's no teníamos higiene?

— Ya veo que sí...

Ese recuerdo le llevó al pasado cuando aún vivía en el Olimpo. Antes de conocer a Tobio, odiaba con fervor a cada Shinan que existiera y encontrara, quería verlos muertos a todos si es posible... Pero al conocerlo, poco a poco comenzó a ser más abierto, aún tenía sus ideales como Amain y defendá a los humanos, pero con él cerca podía un poco menos el rencor hacia ellos. Hasta cierto punto se consideró patético por enamorarse de alguien como él que es amante de las guerras, sangre y muerte... Pero a pesar de todo eso...:

— ¿Kei, que tanto piensas? — Dijo Kageyama quien le miró con duda — No has parado de mirar a la nada. ¿Ocurre algo?

Tsukishima no se arrepentía de ello.

El dios le miró, saliendo ahora de sus pensamientos, observando con detenimiento las facciones del azabache, cuando fue un dios tenía unas facciones más maduras. Ahora se veía su rostro un poco delgado que antes, quizás por el hecho de que ahora siendo un humano y además un adolescente su cuerpo todavía no estaba bien moldeado pero sigue conservando esa belleza de la que se enamoró...

— ¿Kei? — Le llamó.

—... No es nada. Solo recuerdo viejos tiempos... Aún te ves tan hermoso. — eso dicho del dios hizo sonrojar al muchacho adolescente, ganando una pequeña risa para él mismo por lo tierno que se veía, Kageyama tomó la almohada de su cama y se la estampó en cara del otro, se quejó, sí, pero devuelve el favor, teniendo como consecuencia una pequeña guerra de almohadas y risas.

Poco después, estaban agotados, pero felices, el azabache estaba posado en el pecho del dios, escuchaba los latidos de su amado, lentos y calmados, a comparación de los suyos que aún estaban como locos... Hace mucho que no se acomodaban de esta forma, le hacían recordar las tantas veces en que ellos se entregaron mutuamente a espaldas de las demás entidades.

TsukiKage [Gods - OneShot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora