Bola de Nieve

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Allí estaba ella, moviéndose de un lado a otro, lenta, segura, haciendo que cada parte de su cuerpo encajara con ese rompecabezas que era ella misma. El pulso de la canción coordinaba con el movimiento de su cadera, sus piernas acompañaban a sus brazos como si fuera una orquesta donde cada instrumento es necesario, y ella era necesaria, para ser ella misma y para mi.

Era necesaria en los nuevos pasos que yo estaba dando para creer en mi, porque a su lado me sentía capaz, me sentía completo, me sentía vivo. La observaba y en cada movimiento veía su amor, pero no por mi, sino por ella y por el mundo. ¿Dónde estaba yo en todo ese caos? ¿Solo era parte del reflejo de sus ojos?

La encerré en la jaula de mi corazón, pero había algo claro, su libertad, ella era libre. Justo cuando lo entendí  busque la llave de la celda, pero no la encontré y al intentar forzarla me di cuenta que yo era quien estaba encerrado, entonces ella se había ido. Tampoco puedes dejar ir a quien amas así, pero yo no podía salir de esta fluctuación y mi única certeza era mi amor, yo la amaba tal y como era: libre, apasionada y con un toque de locura.

Esa noche, en ese bar, después de observarla por horas en su danza, de verla tan radiante y llena de luz, viví los últimos momentos a su lado...

¡DAVID! - me gritaba alguien detrás mío

Era mi hermana, la única persona en el mundo que conocía mis miedos, mis sueños y mi historia.

Hola Lu, estaba...- me interrumpió

I know D, but it's your party- Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja

It's yours too, enjoy it, don't worry for me, please- Traté de hacerle creer que también estaba con su misma energía.

Let's dance!- me agarró de la mano y me llevo a la pista.

Bailamos dos o tres...o toda la noche, reímos, bebimos, e hicimos el baile del tren junto con mis amigos y los de ella. Nuestros mejores amigos, esos locos que se unieron para hacernos está fiesta de despedida, no lo esperaba, pero tampoco me sorprendió, no estuve conectado con el presente tanto como ahora, me hizo despejar la mente de tantos recuerdos.

Llegaban así, uno detrás del otro, primero uno pequeño que aumentaba de tamaño según lo que quería mi mente, y luego otro que crecía y crecía y crecía y rodaban hasta bajar la colina y ser una gran bola de nieve que no se desarmaba nunca sino que llenaba mi cabeza de más y más pensamientos.

¿Por qué la deje ir? ¿Por qué dude de ella? ¿Por qué no creí en mi? ¿Por qué necesité una razón para quedarme? ¿No era suficiente con ella? ¿Y yo no era suficiente para que ella se quedará? ¿Por qué me fui? ¿Por qué no hablamos? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

AAAAAAAAAH- grité, no sé si por dentro, o por fuera, pero así termino, la "gran fiesta de despedida", con un dolor de cabeza y un caluroso abrazo de mis amigos.

AmarrillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora