Capítulo 2

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Estoy en el cosmos con mi mente bailando flamenco, ese baile tan escéptico que recuerdo cuando mis padres fueron de viaje de trabajo a España y la verdad yo estaba muy emocionada por conocer ese gran país. Fueron a una junta de trabajo sobre la empresa que conforma empleados a nivel internacional y mis padres son los fundadores en magnitud empresarial, recuerdo una sala de juntas muy grande de esquina a esquina con muebles con escritorios color caoba, además de la bandera Española extendida por la pared principal donde hombres importantes reposaban sus retaguardias en sillas parecidas a tronos de la realeza mitológicas.

Después del encuentro en Valencia, mis padres me llevaron a comer a un restaurante dónde los meseros con facciones peculiares te daban la bienvenida como nunca, con un acento castellano impecable que hacía que esbozaras una sonrisa, un mesero sumamente amable se acercó a nuestra mesa y nos entregó cartas, un menú que irradiaba apetito. Pedí Paella Valenciana, como lo dice su nombre, de Valencia, uno de los municipios más bellos de España, La Paella es un estofado de arroz, la reina de todas las paellas es la valenciana, la de pollo y conejo, mi madre pidió Fideuá que es parecida a la paella pero con pasta y almejas que soltaban un olor fascinante, mi padre pidió Salmorojo Cordobés es un platillo proveniente de Córdoba, una crema espesa con ingredientes que la hacían realmente rica, ajo, tomates, migas de pan.

Es hermoso cuando los recuerdos vienen a tu mente, resguardados en lo más profundo del cerebro, recuerdos que jamás pueden repetirse en ese lapso determinado tiempo que en ocasiones puede resultar depresivo por el simple hecho de recordar cómo eras de niña y que solo los momentos edificaban tu infancia a lado de tus padres, un recuerdo volátil, eterno que abunda en ti, y abundará contigo por siempre hasta que tenga que contarle a otras personas que en un futuro las conoceré y les compartiré lo bonito que es mantener cada rastro de lo bueno que dejes en cada paso que vivas en el que recorras  las calles de algún país que te marcará como un recuerdo infinito y precioso.

Me levanto de mi pupitre por la chicharra que retumba por todo el salón de clases, la chicharra como aviso de la salida de cada clase.

---¡Te ves fatal Irina!.-grita Cloe.
Está detrás de mí viendo como salte como loca del pupitre.
---No hace falta que lo digas Fox.-digo sin ganas de desgastar mis palabras.

Violet no sé despertó con el ruido, se encuentra en un estado nulo, durmiendo como tronco y yo apenas puedo caminar a causa del four loko, me siento fatal, tomo mis cosas y Cloe le arroja su lápiz dándole en la cabeza a Violet.

---¡Despierta tarada!.-grita Cloe a Violet.

Todos los alumnos salen del aula y veo que Ryan sale sin mirarme, solo se va, no me espera. Estoy de la mierda, me siento mal y lo que quiero es llegar a mi casa y tumbarme en mi cama, pero quedé ir a cenar con Ryan a Wippiz un restaurante donde venden pizza, bebidas alcohólicas, además de unas ricas alitas de pollo en Barbiquiure, picosas pero sabrosas. De todos modos tendré tiempo para dormir un buen rato y así no tener que estar durmiendo en pleno atracón de comida que tendremos Ryan y yo en la cena.
Me siento con náuseas y mareada.

---¡Chicas! Vamos carajo arriba, tenemos clase de Biología. Digo enfadada.
---No tengo ganas de entrar a clases respinga Cloe.
---¿Y crees que yo si?. Le digo.
Me fulmina atónita y esboza una sonrisa que apenas se alcanza a ver.

Me dirijo al pupitre de Violet dónde aún sigue dormida y le doy un golpe no tan suave en la cabeza. Ella levanta la cabeza enfurecida y solo me ve con los ojos rojos a causa de la falta de sueño.

---¿Quieres callarte señora Davis? Me dice.
---No soy señora estúpida. Le respondo su respuesta. Ahora no me importa así que levántate bazofia perezosa.
Violet se levanta de golpe y toma su mochila con unas ojeras de muerte.
Salimos ya que todos se han ido y cuando salimos todos los alumnos van casi corriendo que parece una estampida de vacas y animales de granja en cuanto a la forma en que van apeñuzcados unos con otros sin detenerse. Nos paramos en seco por la multitud de chicos de todo tipo, algunos con auriculares escuchando tal vez Echo And The Bunny Men o a The Turtles, a veces me gustaría compartir lo que escucho por que no hay nada mejor que la música más bonita y espontánea en todas las áreas de cada melodía que te hace vibrar hasta los huesos, los vellos del cuerpo erizados mientras escuchas a No Doubt o a Radiohead.

Las Horas ContadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora