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Seis meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos y un carruaje, con el blasón de los Choi estampado a cada lado, aguardaba por JiHoon en la entrada de su casa.

A pesar que había rezado para que el Rey Supremo lo hubiese olvidado, fue evidente que tal cosa no sucedió.

El hombre causó un fuerte impacto en JiHoon. Recordó la primera vez que había visto al Rey Supremo, cómo lo sobrepasaba en estatura por algunos centímetros, sus anchos hombros resaltando su cuerpo magro y musculoso. Su cabello negro levemente ondulado que enmarcaba la línea de su fuerte mandíbula y los desconcertantes y hermosos ojos azul-ceniza que agitaba el estómago de JiHoon de un modo que no había sucedido antes cuando hablaba con otro hombre.

—Hazlo bien, JiHoon. Recuerda lo que aprendiste —Esas fueron las únicas palabras de su padre antes de subir al carruaje. No hubo ninguna palabra de amor, sólo consejos para agradar al Rey Supremo. A continuación, JiHoon saludó a su llorosa madre y a su hermana menor, antes de dejar caer la cortina de la ventana del carruaje para así tener privacidad.

En el interior del carruaje, JiHoon quedó solo con sus pensamientos.

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—Ha llegado —informó JeongHan en voz baja a SeungCheol.

—Gracias, JeongHan. Ordena que lo preparen y conduzcan a mis habitaciones.

—Su Majestad. Yo...Yo...

—¿Estás preocupado porque mis afectos cambien, mi hermoso JeongHan? —SeungCheol lo molestó mientras lo besaba suavemente.

—Parece muy enamorado de él.

—¿Quizás porque todavía no lo he tenido?

—Espero que sea así —respondió JeongHan con suavidad.

—Estaré de nuevo en tus brazos más rápido de lo que piensas ―SeungCheol lo abrazó acercándolo a su cuerpo dejando que su concubino sintiera su pene semi-erecto.

—¿Tenemos tiempo? —preguntó JeongHan mientras se frotaba contra SeungCheol.

SeungCheol respondió desnudándolos a ambos.

💎

JiHoon se sentó en la bañera mientras los criados vertían dentro de ella agua caliente y aceites que olían a hierbas y flores. Un hombre vestido con finas ropas entró despidiendo a los sirvientes. JiHoon lo reconoció como uno de los concubinos del Rey Supremo.

—Toma —el hombre colocó algo en la mano de JiHoon.

Miró el objeto —¿Un tapón?

—¿Conoces estas cosas? Bien, entonces no tengo que explicarte dónde va eso —el hombre parecía aburrido de sostener esa conversación. Bueno, él no era el único.

—No es como si quisiera conocerlas.

—Su Majestad es grande. Más grande que la mayoría de los hombres comunes y es mejor que uses eso antes de ir a su encuentro —dijo el concubino.

—Interesante —JiHoon mantuvo la mirada en el hombre mientras insertaba sin vacilar, el frío y duro tapón, en su agujero.

—Muy bien, ¿no precisas de ayuda extra?

—¿Qué piensas? —JiHoon preguntó casi desafiante.

—Es mejor que vayas con cuidado. El Harén no es un lugar para la arrogancia —sonrió maliciosamente.

—Gracias por el consejo —JiHoon forzó una sonrisa y deseó saber, no por primera vez, en qué se había metido.

La pregunta permaneció en su mente en tanto terminaba su baño y se preparaba para servir al Rey Supremo.

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Mientras caminaba detrás del sirviente a lo largo del corredor hacia las habitaciones del Rey, vio otros hombres saliendo de sus cuartos. Todos eran bonitos y parte del Harén. Algunos lo miraban con desdén y otros apenas reconocían su presencia, sin considerarlo como una amenaza para ellos. Otros en cambio, lo observaban con envidia, llevándolo a preguntarse sobre este lugar en donde hermosos hombres luchaban por las atenciones de un único hombre.

—No cualquier hombre, Mi Señor, sino el mismo Rey Supremo —dijo su guía.

JiHoon se detuvo, sin darse cuenta, había hablado en voz alta. —Entiendo —dijo en voz baja.

—Sobrepasé mis límites. Por favor, perdóneme, Mi Señor. No debería decir nada.

—No, no, está bien. Cuéntame más sobre el Harén y Su Majestad. Hmmm, ¿cuál es tu nombre?

El criado lo miró sorprendido, como si nadie hubiera preguntado su nombre antes —S-Seungkwan, Mi Señor. Seré su sirviente personal.

—Cuéntame más, Seungkwan —JiHoon le sonrió alentadoramente.

A medida que escuchaba a Seungkwan, percibía que el Harén no era un lugar sencillo. Había dieciséis hombres ahora, incluido él. Algunos de ellos eran presentes enviados por otros reinos mientras otros simplemente llamaron la atención del Rey Supremo. Su actual favorito era JeongHan y Joshua ocupaba el segundo lugar. La política existía en todos los lugares, especialmente en el Harén del Rey Supremo de Naverya.

—Lord JeongHan prácticamente administra el Harén, Señor.

—¿Lo llamas Lord? ¿Él era un cortesano?

—No lo sé. Ya estaba aquí antes que llegara, pero podría averiguarlo para Usted, Mi Señor.

—JiHoon.

—¿Mi Señor? —Seungkwan parecía escandalizado.

—Sólo dime JiHoon.

—Pero eso no es posible, Señor, tenemos que tratar al Harén entero por igual.

—Hmmm, está bien. Cuando estemos a solas, por favor llámame JiHoon.

—Pero, Mi Señor —cuando JiHoon arqueó una ceja, Seungkwan sonrió—. Muy bien, J-JiHoon.

Sonrió a su nuevo sirviente personal mientras continuaban su camino por el corredor.

—Hemos llegado, Mi Señor... JiHoon —Seungkwan señaló la gran puerta con el blasón de los Choi—. Su Majestad lo aguarda dentro.

—Gracias Seungkwan. Entonces, ¿hasta dentro de un rato?

—No es probable, señor. —Seungkwan se echó a reír—. Su Majestad, probablemente lo mantendrá con él por unos días.

—Entiendo. Bueno, te veré en unos días. Deséame suerte.

Seunkgwan miró a JiHoon, demorándose en sus espesos rizos rubios, sus profundos ojos castaños y su genuina sonrisa —Si me permite el atrevimiento, Mi Señor... JiHoon. Dudo que la necesite ―guiñó un ojo.

JiHoon se echó a reír con una pizca de temor.

Seungkwan golpeó la puerta antes de excusarse y retirarse.

*Todos lo créditos de esta obra a la autora original y traductores

The Harem of my King / JicheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora