Julio

1.4K 3 0
                                    

A mí me echaron del otro colegio y no sé cómo mi viejo consiguió que me aceptaran en este. Tomo Ritalín, me llevan a la psicopedagoga y soy un lío. No puedo concentrarme en clases, no puedo, lo juro. Vuela una mosca y soy la mosca, suena un lápiz sobre el papel y soy el lápiz sobre el papel, me molestan por estar distraído y me sale de alguna parte del corazón la rabia más negra, como una llama de súper héroe, y el golpe es tremendo en el mentón, en el ojo, donde caiga. Así le pegué al inspector que se burló de mí. El «loco Valdés», me dijo, y yo no aguanto que me traten de loco. Tengo un tío loco de verdad, tengo una tía loca de verdad. Mi tío está en una casa de locos y vive ahí y vamos a verlo los domingos y yo ya no quiero ir porque me da penay me aburre y habla raro y yo no quiero ser como él y me da miedo porque era ingeniero y yo también soy bueno para las matemáticas aunque me cueste concentrarme y me pregunto si seré loco como el tío Juan y no quiero —creo que a nadie le gustaría estar loco— y mi mamá lo quiere porque es su hermano mayor y dice que una vez, de pronto, haciendo clases de cálculo se quedó mudo y salió al patio de la universidad y se quitó la ropa y desnudo corrió hacia la calle y desde entonces no se ha bajado de la luna y no quiero desnudarme ni nada y por eso me concentro o me desconcentro, no sé, yo lo único que quiero es no ser el loco Valdés y por eso le pegué al inspector Sanhueza y me mandaron de una oreja a la rectoría y llamaron a mi mamá y mi papá alegaba que hasta cuándo me cambiaban de colegio, qué iba a pasar ahora y mamá se acordó de que tenía una amiga que trabajaba aquí y que a lo mejor me aceptaban el próximo año que es este y estoy entrando y todos me miran y nadie sabe que soy el loco Valdés y nadie me molesta y eso es bueno, y conozco a Claudia y encuentro que es linda y se le nota en los ojos que no se encuentra linda y también a Marta que es preciosa y me gustan las dos y no sé qué voy a hacer porque eso no me pasaba antes y me da más miedo todavía desnudarme como el tío Juan y salir corriendo. No quiero quedar en ridículo delante de Claudia ni de Marta que son preciosas y me gustan y me pregunto si esto es estar enamorado y hay buena onda con el flaco Jaime y con el Ernesto y el Luciano que se va deprimir a mitad de año y va ser medio terrible.
        No quiero ser tampoco como mi tía Julia (que en cima me pusieron Julio por ella), que es mi madrina y se fue apagando de a poquito y habla sola, despacito habla, no se le entiende nada, habla mientras come, se le sale la comida de la boca mientras habla, susurra, murmura algo que a veces le entiendo: nombres, palabras sueltas («casa», «botella», «tormenta», «marea», «barco», «montaña», «zapato») y todo es así, desperdigado, y no quiero ser loco como ella, no quiero vivir en esta casa que es una casa de locos porque aunque mi mamá es tierna, a veces se pone medio rara porque anda recogiendo gatos vagabundos y después de lavarlos y vacunarlos y desparasitarlos los regala (aunque a veces se juntan varios gatos en la casa y pelean con mi mamá); y cuando no me tomo el Ritalín ando distraído y a lo mejor es que no quiero saber que estoy volviéndome loco, tampoco quiero que vayan a mi casa a estudiar, quisiera que me invitaran el flaco Jaime o Ernesto o Daniel que son buenos para la pelota como yo, y el corazón me salta cuando veo a la Marta o a la Claudia y no sé si el corazón partido es signo de locura (que no hay nada que me dé tanto miedo), yo no estoy loco, no y al que me lo diga le pego. Aunque me echen de nuevo del colegio.

El año que nos volvimos todos un poco locosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora