Epílogo

2.3K 360 81
                                    

Tuvieron que caminar por alrededor de veinte minutos para llegar al muelle del que un sirviente del castillo les había hablado. El desuso era evidenciado por el rechinido de las tablas, la madera al parecer comenzaba a pudrirse, pero todavía podía resistir el peso de ambos. Habían optado por ir allí puesto que estarían solos y el sitio era mucho más tranquilo que la costa.

El sol arrojaba los últimos rayos del día y teñía de tenues tonos rojizos y anaranjados al agua cristalina del amplio mar. Con las manos apoyadas en la madera húmeda, Kai inclinó el cuerpo ligeramente hacia atrás, sin dejar ni un momento de observar hacia el frente. Sonrió cuando la quietud de las olas fue interrumpida por una cola con reflejos turquesas. Instantes después, una cabellera pelirroja emergió de las aguas y brilló bajo el atardecer.

KyungSoo lo saludaba agitando una mano y le sonrió desde unos metros más allá, JongIn amaba lo feliz que el menor lucía en el mar. El príncipe no tardó en volver a zambullirse, la cola se agitó felizmente antes de que el muchacho desapareciera. Kai sentía el corazón a punto de explotar debido al cariño que albergaba.

Aguardó largos minutos, de manera ocasional podía notar la sombra de algún barco en la lejanía. Se cuestionó acerca de su padre, le había visto por última vez apenas una semana atrás, el pirata solía arribar cerca del castillo con frecuencia, incluso había conocido a KyungSoo en una de sus visitas. Durante los encuentros con su padre, frecuentaban algunas cantinas del reino y charlaban acerca de sus vidas. A pesar de que él no era admirador del alcohol, disfrutaba de pasar el rato con Garfio y sus secuaces, recordando viejos tiempos. A menudo extrañaba la vida que mantenía antes de llegar a vivir al castillo, las decenas de aventuras en las que participó, los tesoros que robó. Sin embargo, nada de eso se podía siquiera comparar con la alegría que le provocaba compartir su vida con el príncipe.

Vivir junto a KyungSoo era gratificante. Durante esos meses había dedicado su tiempo a memorizar cada gesto, reacción, gusto del menor. Se aprendió la forma en la que respiraba cuando caía dormido, acurrucado en su pecho. Sabía cuándo sentía frío, aunque KyungSoo ni siquiera abriera la boca, sabía reconocer también cuando el príncipe era apresado por los celos cuando las doncellas del reino le lanzaban miradas. JongIn conocía a la perfección las cosas que volvían loco a KyungSoo a la hora de hacer el amor. Probablemente aún no sabía todo de él, pero no tenía importancia, pues tenía toda la vida por delante para descubrirlo.

Los minutos seguían corriendo y KyungSoo no regresaba. El pequeño tritón era capaz de permanecer bajo el agua el tiempo que deseara, pero JongIn comenzaba a preocuparse; le había suplicado a su novio que no se alejara demasiado ni por mucho tiempo.

El sol ya no iluminaba más y el cielo comenzaba a recubrirse de espesas nubes. Kai ya no quería seguir esperando, había comenzado a inquietarse al no ver rastro del menor. Echó un último vistazo al mar y se preparó para saltar.

Fue detenido por un peso repentino. KyungSoo había salido por debajo de sus pies de manera abrupta, quedando entre las piernas de JongIn, cuyos pies aún colgaban por la orilla. Su expresión estaba despojada de preocupación, solo irradiaba alegría. Solo de ese modo logró que el enojo de JongIn se apaciguara, a veces odiaba el poder que el menor tenía sobre él.

—¡KyungSoo, me has dado un susto de muerte! –reclamó todavía alterado, aunque ver al muchacho sano y salvo le hizo sentir alivio.

KyungSoo emitió suaves risas, avergonzado.

—Lo lamento, me tomó tiempo conseguir las más bonitas para ti.

Supo a lo que se refería cuando le mostró las manos abiertas, repletas de pequeñas conchas coloridas, había de todos los colores, algunas brillaban y otras eran opacas, pero todas eran igual de hermosas. A pesar de sus disculpas, el príncipe no parecía arrepentido.

Descendientes ⚓ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora