Fin.

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Funeral.

 Esa palabra que tanto destroza familias y corazones.

Detestable.

Ahí estaba ella observando como enterraban la caja con la más querida persona que había descubierto hace unos años, pero no sabía que era una hasta ahora. 

Lágrimas es lo que contenía, el labio inferior tembloroso, el picor en los ojos y los sentimientos fluyendo por todas partes, internamente. Es lo que ella sentía en ese instante. Al final se desmoronó, destruyéndose por cada gota que derramaba, por cada grito que emergía, parece que no habrá más cartas ahora, nada. Solo tuvo la dignidad de dejar el oso de peluche a lado de aquel sepulcro. 

Luego de semanas, cada domingo iba con un ramo de rosas y las dejaba allí, se quedaba por unos momentos y luego se iba.

Aunque haya encontrado a otra persona que la amara y el amor fuera mutuo, tanto así que tuvo una hija que ahora tuviera tres años. Aún sentía el vacío de que si no hubiera perdido ese minuto. Nada de lo que estaría viviendo ahora no pasaría. Aún así no se arrepiente, ya que la pequeña la hacía sonreír a cada instante cuando la ve y su esposo la amaba demasiado que le daba mimos.

Una de las visitas de los domingo, llevó a su hija y como siempre con su ramo de rosas, tomadas de la mano. Cuando se acercaron a la lápida lo primero que vio la pequeña fue al peluche que se encontraba recostado en el césped, con algunos pétalos marchitos.

-¡Mami! Un oso de peluche- dijo señalando al felpa, soltándose del agarre de la madre para acercase, la madre se acercó y se quedó en cuclillas a la altura de la pequeña-¿De quién es?

La mujer depositó el ramo de rosas a un lado, recogió el peluche y lo sacudió un poco- Este peluche es de una persona especial para mí- dijo entregándole el pequeño objeto. 

-¿Y dónde está esa persona mami?- cogió el objeto, viendo lo hermoso que aún era. En ese momento la mujer miró al cielo suspirando.

-En un lugar mejor- sonrió- esa persona me dijo que te entregara ese peluche, mi vida- lentamente se levantó y se volteó para volver al camino hacia la salida- Bien, vámonos cariño, ya es hora de irnos.

-Bien mami- agarro la mano de su madre y empezaron a caminar.

-Después vamos a comer un helado de un local cercano de acá ¿si?

-Sí- dijo dando saltitos pequeños por la emoción.

-¿De qué sabor quieres?- preguntó. 

-De chocolate.

-Bien.

Fin.


***

Extra:

Él y ella estaban sentados en el mismo banco antes de que se fuera. En el mismo parque.

-Oye.

-¿Qué?

-Bueno quiero que me hagas una promesa- sonrió.

-Depende.

-Eres cruel ¿lo sabes?- rió por unos momentos.

-Lo sé- respondió el mismo gesto- Bueno escupe ya lo que querías decir.

-Bien, bueno ¿recuerdas el peluche que tanto mencionas?

-Sí.

-Quisiera que si me muero por una pendejada o cosa seria, lo dejaras en mi tumba, para que me haga compañía.

-Wowowowo, esa si no me la esperaba y no, no pienso hacer eso.

Gruño por esa respuesta- Entonces regala tu oso a tu hija y que le cuentes cosas sobre mí ¿si?

-Eres fastidioso- suspiró- Está bien, lo haré, pero no le contare las tonterías que haces- dijo.

-Meñique amigüis- dijo levantando el dedo mencionado.

-Bien- levanto el dedito y lo cruzaron- Promesa.

-Promesa.

 ***

Cumplido. Sonrió ante aquel recuerdo mientras comían el helado.


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Y este es el fin :3, espero que les haya gustado de verdad esta historia como yo.

Las Cartas Del Osito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora