Vi, en el camino para acá, a una pequeña florecilla entre el asfalto, en tonos tristes, azules y grises y mates.
Bien es sabido, que no es la ciudad el mejor ambiente para ninguna forma de vida inteligente, y por inteligente me refiero, claro está, a que respete su bienestar, tanto física, como intelectualmente, esto por supuesto, en la capacidad de cada ente para entender como cada uno de los dos es diferente, y como cada uno de los dos es importante.
Viene entonces entre mis meditaciones el jardinero y corta a la florecilla, ¡la pobrecilla no le había hecho nada!, si era pequeñita y estrabiada y hasta se le notaban las costillas del hambre que tenía.
Vi "N" casos más como este en este día, y este usted seguro mi querido escucha que no es algo que me llene de alegría, porque más faltaría, que me regocije en la pena ajena para que finalmente me convierta en una parte de esta enorme urbanidad que a todos nos atrae con sus promesas de grandeza pero luego nos condena.
Viendo que la peque no se veía muy feliz en su lugar para empezar, es aún mas triste el enterarse de su destino fatal como abono para el resto de plantas más jóvenes e inocentes que pueblan ahora estas calles bajo el sol o las luces de neón incandescentes.
Como un enorme coloso que nos ahoga en sus ruidos enigmáticos y flemáticos y cacofónicos que resultan de por si poco metafóricos y mucho menos esotéricos, a través del smog que cubre el aire y la contradicción viviente en nuestras avenidas, la ciudad parece haber parado en seco las venidas de la razón y el arte a nuestra colectiva mente, que colectivamente se va deteriorando como los colores vibrantes de los pétalos y los tallos, hasta que la enfermedad nos come por dentro empezando por nuestros centros de caramelo cloroplásticos y los valores que consideramos elevados.
No es seguro el mantenerse inmóvil aquí, pues aunque las raíces de las plantas son como las rocas, estacionarias, las flores mismas cambian porque como el año son estacionarias y las plagas cachan con ellas tarde o temprano, en los otoños por igual que en las primaveras.
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Meditaciones manuscritas
PoesiaTengo una clase de ensayo. Hago esbozos a mano. Publico meditaciones.