My Blood [Sonic]

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Aún le cuesta borrar de su mente la imagen de su madre postrada en una camilla, con múltiples cables saliendo de su cuerpo. Su padre permanecía sentado junto a ella, sollozando en silencio mientras tomaba su mano con dulzura. Sonic observaba la escena desde la puerta de la habitación, con los ojos rebosantes de lágrimas. Estaba a horas de convertirse en un niño huérfano. ¿Qué es lo que haría sin su madre?

De pronto, siente un cálido brazo rodear sus hombros. Sonic se da vuelta y se encuentra con un erizo verde de ojos azules, de la misma edad que él. Era su amigo Scourge, a quien no veía desde hace un largo tiempo.

—Todo va a estar bien —le prometió Scourge, tratando de reconfortarlo.

Sonic no hizo más que creerle.





Le resultaba imposible concentrarse en su tarea. Los murmullos incomprensibles de su padre bajo los efectos del alcohol inundaban la cocina. Se servía un vaso de whiskey tras otro, y Sonic no podía hacer nada para impedirlo. Debía concentrarse en sus deberes, de una forma u otra.

—Creo que podrías hacerlo de esta forma —sugirió Scourge, de pie detrás de él.

Se ocupó de señalarle algo en la hoja de cálculos, así se le facilitaba la comprensión al erizo cobalto.

—Gracias —musitó Sonic, apenas esbozando una sonrisa.

—No hay de qué —respondió el verde—. Siempre estaré cuando lo necesites.




Los años pasaron, y el vínculo entre Sonic y Scourge fue creciendo más y más. El cobalto lo seguía a todas partes; disfrutaba mucho de su compañía. Solo que a veces... no todo iba bien.

A Scourge le fascinaba causar alborotos. Tenía una adicción a destruir cosas que no eran de su propiedad, utilizando un simple bate de béisbol. Como aquella vez que despedazó el buzón de la casa de los Acorn. O cuando se sentaba a fumar en el jardín delantero de los Rose, apagando el cigarrillo en el césped perfectamente podado.

Sonic no hacía más que seguirlo. Él era su único amigo y no estaría dispuesto a perderlo por nada en el mundo. Así que, donde Scourge fuera, Sonic lo seguía. Y no le molestaba en lo absoluto.

  Hubo varias veces en la que el imbécil de Scourge se metía con una banda de chicos de preparatoria; esos que llevaban a todos lados su chaqueta de deportista, y que era difícil no encontrarlos en un grupo de más de tres integrantes. Aún así, a pesar de sus aspectos intimidantes, Scourge los desafiaba constantemente, con Sonic de mediador si la situación lo requería.

  En uno de esos días los dos erizos compartían la cena en una hamburguesería cercana. Masticaban la cena con la boca abierta, preocupándose muy poco por el ruido que emitían.

—¿Sabes algo? —inquirió Scourge, señalando a Sonic con una papa frita—. Iré contigo a donde sea. Es una promesa.

  Sonic parpadeó confundido ante las palabras de su colega. Solía repetir esa misma frase bastante seguido, y nunca logró comprender la razón del todo. Así que no hace más que asentir y seguir con la comida.

  Pero el erizo verde tenía otros planes.

  Tomó varias papas fritas de la caja en la que se encontraban y se los tiró a la banda de deportistas de preparatoria, quienes no estaban sentados muy lejos de ellos, logrando llamar su atención.

  Un halcón de plumas verdes se acercó a la mesa de los erizos echando humo por las orejas, dispuesto a confrontar al responsable de la situación.

—¿Quién de ustedes dos fue el estúpido que me tiró esto? —interrogó el halcón, levantando lo que se suponía que era el misil.

  Scourge se llevó una papa frita a la boca, para luego escupírsela en la cara.

—¡Oye! —protestó el plumífero abalanzándose hacia Scourge, dispuesto a golpearlo.

Dos pares de manos detuvieron al halcón de atacar al erizo verde.

—Tranquilízate, Jet. No debes perder tu tiempo con este idiota —lo calmó una gorrión morada.

El tal Jet fulminó con la mirada a Scourge, a lo que Sonic decidió alejar a su amigo de la escena. Ambos erizos se retiraron del lugar en silencio.




—Ten, prueba esto.

Scourge alineó la abertura de la petaca con los labios de Sonic, logrando que el cobalto bebiera del contenido. Ni bien el brebaje descendió por su garganta, Sonic comenzó a toser debido a que sentía que su garganta se quemaba.

—Nada mejor que una buena dosis de whisky para comenzar el día, ¿eh? —bromeó Scourge, palmeándole la espalda a su colega.




—¿No se supone que esto es ilegal? —inquirió Sonic, viendo a su amigo saltar un alambrado.

—Una estúpida ley no debería ser capaz de detenernos.

Sonic contempló a Scourge del otro lado del alambrado. Decidió dejar a un lado la duda, y lo saltó sin pensárselo de más.




Regresaron a la casa del cobalto caminando en silencio. Ninguno se dio cuenta de que Jet y sus amigos los seguían de cerca. Eran las tres de la mañana, y los erizos solamente querían irse a dormir. Una vez dentro, Scourge se asomó por la ventana y una sonrisa se asomó por sus labios.

—Vinieron por mi —comentó el erizo verde, algo divertido—. Iré a darles lo que desean.

—No lo hagas, Scourge —le contradijo Sonic, observando por la ventana también. Sin embargo, su colega lo ignoró por completo y salió de la casa—. ¡Scourge! ¡No!

Sonic vio por la ventana cómo su amigo se acercaba a la banda de pajarracos, con una expresión desafiante. Confiaba en que Scourge entraría en razón y huiría de ahí antes de que algo malo le suceda.

Pero estaba equivocado.

Jet y sus acompañantes comenzaron a golpear salvajemente al erizo verde, otorgándole puñetazos y patadas por igual. Scourge no se defendió; cayó al suelo como un costal de papas mientras lo seguían agrediendo.

La desesperación se apoderó del cuerpo de Sonic casi al instante. Sin pensar claramente, tomó el bate de béisbol que Scourge había dejado y salió de su casa, dispuesto a defender a su colega.

Empuñando el arma de madera, Sonic apartó a los agresores rápidamente. Estos salieron corriendo segundos más tarde, evitando así que el cobalto los golpeara. Desesperado, Sonic levantó el inmóvil cuerpo de Scourge y lo arrastró hasta entrar a su casa.

Pero ni bien atravesó la entrada, Scourge no estaba más a su lado. Sonic cerró la puerta largando un suspiro, para luego desplomarse en el sillón.

Se dio cuenta de que Scourge nunca estuvo junto a él. Se dio cuenta de que su mente había creado la imagen del erizo verde. Se dio cuenta de que todas las cosas que hizo Scourge, en realidad fue él. Sonic se abrazó a si mismo mientras estaba sentado en el sofá y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

Porque se había dado cuenta de que Scourge nunca existió, y que había vivido en soledad desde que tiene memoria de ello.












Copia barata del video de "My Blood" por Twenty One Pilots. O un intento de adaptación. Como quieran llamarle.

Lamento no estar tan activa, el colegio me tiene hecha su esclava xd. Los amo, gracias por leer <3

◸ Sonic One-Shots ◿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora