Be My Valentine [Sonamy]

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—Y... ¡Listo!

Amy toma entre sus manos la caja de cartón con forma de corazón que ella misma había hecho. Está forrada con un papel con textura de terciopelo azul, y su interior está vacío.

La rosada se pone de pie y se dirige a la cocina de su casa. A continuación, saca del horno un chillidog recién calentado, para luego colocarlo dentro del corazón azul. Con una enorme sonrisa en el rostro, agarra una carta color rosa, la dobla en cuatro partes y la mete también dentro de la caja.

San Valentín es una de las festividades favoritas de Amy, por no decir su preferida. El amor se respira en el aire, las parejas son felices, y es la excusa perfecta para demostrar su amor hacia el héroe azul. Todos los años le regala lo mismo; un chillidog, su comida favorita. Aún sin recibir nada a cambio, lo sigue haciendo. Porque sabía que a él le gustaban.

  Después de verificar que todo estaba en su lugar y que el regalo estuviera en condiciones de ser entregado, Amy sale corriendo de su casa. Su destino es el taller de Tails, donde Sonic suele estar.

  No tarda mucho en llegar. Se dispone a tocar la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja.

  Diez segundos. Un minuto. Tres minutos. Cinco minutos. Al parecer, la casa está vacía.

  Con un suspiro entre labios, deja el corazón azul frente a la puerta de entrada. Si no está en casa, pues en algún momento volverá. Pero la curiosidad le termina ganando y decide asomarse por una de las ventanas del costado.

  Todo está a oscuras y no se oye ningún ruido en particular. Efectivamente, no hay nadie en el taller. Sin embargo, hay un objeto sobre una de las mesas con herramientas de Tails que capta su atención.

  Es una cesta de mimbre, con un pastel de chocolate y margaritas a su alrededor. Atada a ella hay una pequeña etiqueta, en donde alcanza a leer el nombre de Sonic.

  El alma se le va a los pies. Es un regalo para el cobalto.

  ¿Será esa la razón de su ausencia? ¿Será que decidió tener una cita con quienquiera que le haya dado eso?

  Un nudo se forma en las vías respiratorias de Amy. Sus ojos comienzan a arder, gracias a la gran cantidad de agua amontonada en ellos. Sonic había encontrado a alguien con quien pasar San Valentín, y claramente no era ella.

  Primero una lágrima, seguida de otra y por muchas  más. Después de tantos años, tantos regalos, tantos momentos compartidos juntos, ¿para que él se vaya con otra? De solo imaginárselo, su pecho sube y baja violentamente, y el llanto aumenta su intensidad.

  Soy una ilusa, piensa Amy. ¿Por qué él iba a querer pasar San Valentín conmigo? Nunca me ha correspondido. Nunca me ha confesado sus sentimientos hacia a mi. Con suerte se percata de mi existencia. Soy una ilusa.

  Se cree una tonta por haber mantenido una infantil ilusión durante tantos años. Era obvio. Sonic nunca iba a corresponderle, si no hace mas que estorbarlo. Siendo tan lindo como lo es él, millones de chicas tiene a sus pies. ¿Por qué la elegiría a ella?

  Hecha un mar de lágrimas, Amy regresa a su hogar desganada, arrastrando los pies. No ve la hora de tirarse en su cama, hacerse un bollo y llorar hasta quedarse dormida. Necesita olvidarse de todo durante unas horas, al menos.

  Pero cuando llega a la puerta, se topa con una... sorpresa.

—¿Ames?

  Sonic la mira con sus ojos esmeraldas, visiblemente preocupado. Amy está demasiado sorprendida como para emitir reacción alguna. El cobalto se acerca a ella trotando.

—Tienes los ojos hinchados y la nariz roja —observa—. ¿Te encuentras bien? ¿Qué pasa?

  Amy reúne el valor suficiente para hablar.

—¿Q-Qué haces aquí?

—Eso no importa ahora —establece Sonic, negando con la cabeza. Coloca sus manos sobre los hombros de la rosada, en un intento de transmitirle confianza—. ¿Estás bien, Amy?

  Ella seca sus lágrimas con el dorso de su mano izquierda, tratando de simular sus sentimientos.

—Si. N-No te preocupes por mi —ordena la eriza, evadiendo su mirada.

—A mi no puedes mentirme, Ames. Has estado llorando. ¿Por qué?

  De pronto, algo dentro de Amy se quiebra.

—Si, genio, he estado llorando. Y el porqué no es de tu incumbencia; no tengo que andar explicándote mi vida. Como si te importara —añade en un susurro.

  Sonic no pasa por alto la última frase proveniente de la boca de ella. Frunce el ceño.

—¿Qué hice? —inquiere.

—¿Huh?

—Has estado llorando por mi —deduce el cobalto—. ¿Qué hice?

—Tú no eres el problema. Soy yo —admite Amy, volviendo a llorar—. No tienes la obligación de corresponderme. No tienes la obligación de elegirme. Es algo que debo empezar a comprender, porque tarde o temprano terminaré desilusionándome otra vez,  como una estúpida.

—¿De qué hablas? 

—¡De ti, maldita sea! —estalla, finalmente—. Por si no resultaba obvio, he estado enamorada de ti desde que tengo uso de la razón. Y siempre tuve la ilusión de que tú sentías lo mismo por mi. A veces trataba de convencerme a mi misma de que quizás preferirías a otras. Pero de una forma u otra, siempre llegabas, me ponías todo de cabeza y después te largabas, sin importar cómo yo quedaba. Y por eso soy una estúpida. Y por eso estoy llorando. ¿Contento?

  Sonic tarda unos segundos en procesar todo lo que Amy dijo.

—¿Qué te hizo pensar que prefiero a otras? —pregunta, algo confundido.

—En el taller de Tails había una cesta con tu nombre... —musita la rosada, sonrojándose levemente.

  El cobalto ríe por lo bajo.

—¿Qué hacías en el taller?

—Hoy es 14 de Febrero. Hice lo que todos los años. ¿O no recuerdas mis regalos?

—¿Cómo voy a olvidar los mejores chillidogs del planeta? —cuestiona Sonic, ladeando la cabeza—. Bueno, hablando en serio, sé perfectamente que fecha es hoy. Y es por eso que estoy aquí.

  Amy se sorprende antes las palabras del erizo. Parpadea desconcertada. Ante la desorientación de la rosada, el erizo azul le extiende una mano.

—¿Sonic? —pregunta Amy, tratando de descifrar lo que el cobalto quiere decir o hacer.

—¿Quisieras ir a tomar un helado conmigo?

  El aire abandona los pulmones de Amy, y las piernas le flaquean levemente. Su cerebro se vacía por unos instantes. ¿Es esto real?

  Clava su mirada en los ojos brillantes de Sonic. Él le sonríe cálidamente. El corazón de Amy se acelera como loco; ese es el efecto que el erizo azul tiene en ella.

  Permanece unos segundos en silencio, sin saber cómo reaccionar ante la propuesta.

—No prefiero a otras, porque no las hay —prosigue Sonic, dando un paso hacia ella—. Y te elegiría a ti mil veces antes que a cualquier otra chica, Ames.

  Esto es real. Muy real.

—¿Quieres pasar San Valentín conmigo?




N/A:

¡Feliz San Valentín atrasado!

Quería publicarlo el 14, pero por cuestiones personales no llegué, y lo terminé publicando una hora después de que el dia de los enamorados terminara. Pero buaaaaano.

Espero que les haya gustado, gracias por leer❤️

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2019 ⏰

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