16- Una luz al final del túnel, ¿Felicidad comprada con sangre?

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Dolor. Una palabra que estaba definiendo cada espantoso hematoma que ahora portaba su cuerpo en diversas partes, haciéndolo sentir exactamente como un saco de boxeo.

Bueno no es como si los sacos se quejaran, pues fueron hechos para golpearse.

Pero en su caso, la muñeca derecha rota que guindaba como un trapo viejo sacado de una mala película serie B, así como los golpes en sus costillas que seguro más de alguna fue quebrada, y el dolor de su ojo isquierdo, no le permitían enfocar muy bien las acciones de los gorilas que gustosamente le golpeaban por órdenes de Kaminari.

Maldijo al viejo por tomar ese trabajo, y para su desgracia sentirse feliz de haberlo completado, no estaba esperando elogios por parte de su padre, pero después de esto estaba jodidamente seguro que no tomaria más misiones suicidas.

Eso lo puso como nota mental.

Poco a poco su cuerpo iba entrando en una especie de letargo. Uno que gustosamente aceptó, cuando la oscuridad lo reclamo y se dejó ir en ese mar de penumbras.

Simplemente quiso que todo dejara de doler.

Shu chasqueo la lengua fastidiado al ver como el bastardo que se infiltró a su casa de una manera bastante astuta caía desmayado en el frío piso de baldosas en esa oscura celda.

Con su pie derecho, siendo llevado por la ira, piso la mano derecha de este sin asco alguno. Un crack sonó en la estancia y sonrió con malicia.

Si el mugruso imbecil llegaba a despertarse le costaría mucho recuperar su mano. Y eso era solo el comienzo de su extenuante castigo. Él se encargaría de que cada segundo en la celda se convirtiera en un puto infierno para el pelinegro.

Eso le enseñaría a jamás tratar de subestimar su seguridad.

-¡Tomura! -grito enfurecido el rubio.

El peliceleste entró a la pequeña celda y divisó a Dabi tendido en el sucio piso. Hizo como si jamás lo hubiera visto y se acerco a su tiránico jefe con rostro aburrido.

-¿Que quieres? - preguntó con su calmado tono de siempre. Obviando la sangre, el mal olor, así como otros detalles bastante feos que ocupaban el reducido lugar.

-¿Me puedes explicar como este imbecil burlo la seguridad? -lo miro amenazadoramente tratando de encontrar una explicación creíble.

Tomura se rasco el cuello fastidiado. Por eso odiaba hacerle favores a Dabi, pues en más de algunas ocasiones no salía nada bien lo planeado y él tendría que dar explicaciones, cosa que odiaba más que nada, y más cuando se trataba del maldito loco que tenía como superior.

-Al parecer entró como parte del servicio de plagas -musito sin darle importancia - No note nada raro pues estaba haciendo su trabajo, no pensé que sería un infiltrado-

-¡Pues pensaste mal imbecil de pacotilla! - gritó más que enfurecido. Su cara estaba tornándose roja de la creciente ira en su interior.

¿A caso todos eran unos estúpidos incompetentes?

Al parecer estaba rodeado de idiotas confiados.

Bufo con absoluta molestia mientras caminaba a la salida, uno de los gorilas que antes había estado golpeando a Dabi le abrió la puerta para que saliera, con un último vistazo para sus hombres se fue sin decir nada más.

Aunque todos ellos sabían que ese silencio tan morticio solo significaba problemas.

Tomura sonrió al ver el cuerpo de su "amigo" tirado en el piso, al parecer los guardias se habían divertido mucho golpeandolo hasta cansarce, una lástima que la poca ayuda que le dio no sirvió de mucho. Y pues ahora sería un prisionero más en la mansión.

★Romeo y Cenicienta★ † KiriKami † -Finalizada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora