Aquí y en cualquier otra parte.-

3.8K 181 7
                                    

Sólo llevaba cinco días sin verla y, a pesar de hablar todos los días con ella por WhatsApp, la echaba de menos como si no nos hubiésemos visto en meses. Me miré al espejo de nuevo, por décimo novena vez en menos de media hora. Me coloqué un mechón de pelo que se me había rebelado.

Una hora antes, Alba me había llamado para proponerme quedar esa tarde. Aunque yo acaba de llegar de Pamplona, no pude negarme. Le echaba de menos de un modo que incluso me sorprendía. Desde el día de mi cumpleaños le había dado vueltas a las palabras de Julia. No me había atrevido a preguntar más y tampoco era capaz de sacar nada en claro, pero desde luego estaba convencida de que él creía firmemente lo que me había dicho.

Durante días había repasado mi amistad con Alba y me daba cuenta de que era muy intensa. Lo había sido desde el principio, desde el mismo momento en que mi mano impacto contra su mejilla. Cada vez que recordaba ese momento se me revolvía el estómago, pero era cierto que había marcado un punto de inflexión en mi vida. Había dejado de liarme con un tío diferente cada semana y, por fin, me había enamorado. Además, había retomado las riendas de mi vida y había borrado el rencor hacia mi padre que crecía en mi. Alba conseguía que vaciase mi rabia de una manera tan suave que resultaba hasta agradable: escuchándome y dejando que rezumase de mi alma todo aquello que me hacía daño.

Alba, Alba, Alba...

Alguien tocó al timbre. Miré por la ventana y vi su coche aparcado delante de mi casa. Baja en tromba las escaleras, para luego colocarme de nuevo el mechón rebelde de mi pelo que se escapaba de su sitio.Después, con las manos templando de ansiedad y felicidad, abrí la puerta.

En dos segundos, ya estábamos abrazadas en el umbral. Volver a sentir su olor fue como regresar a casa después de mucho tiempo fuera. No sé cuento tiempo permanecimos así, pero para mí apenas fueron segundos. Finalmente, ella se separó.

-¿Qué tal por Pamplona?

-Demasiado calor.

-Pues entonces mejor nunca vayas a Elche de visita -Ella vivía en Elche antes de la muerte de sus padres. Después, ella y su hermanos se había mudado a la que había sido su casa de veraneo.

-¡Qué pena! Me hubiese gustado ir contigo y que me enseñases la ciudad como debe ser vista.

-Y a mi me hubiese gustado que vinieses.

-En ese caso, y sólo por ti, iré a pesar del calor.

Nos habíamos quedado mirándonos a los ojos, sonriendo ambas como dos tontas. Ella se movió ligeramente para tomar mi mano y arrastrarme hacia su coche, aún sin dejar de mirarme.

-Quiero enseñarte algo. Te voy a llevar a mi casa. -Me decía mientras caminaba.

Yo quería preguntar, pero una voz en mi interior me mandaba guardar silencio mientras mi corazón pedía a gritos que el amor que desprendía por ella fuese correspondido. Sin embargo, a pesar del baile de sensaciones que había en mi interior, sólo una frase escapó de mis labios:

-Estás guapísima. -Efectivamente lo estaba, con unos shorts altos negros y una top granate.

Ella sólo sonrió mientras se subía al coche. Luego, cuando ya había arrancado, contestó.

-Tú también. Bueno, siempre lo estás. -Noté como se ponía un poco roja al decirlo, pero continuó-. Eres la chica más guapa que conozco.

-¿De verdad?- Yo no me considera una chica fea, pero no me considera ni siquiera la más guapa de mis amigas: no podía competir con la sensualidad de María, el rollo de Julia o el rostro aniñado de Sabela, por no hablar de la perfección de Alba.

Descubriéndote.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora