UN PAR DE LOCAS SUERTUDAS

CAPÍTULO 3

Narra Mariana

Me desperté y me percaté de que ya eran las 8:45 de la mañana; ya era hora de alistarme y no llegar tarde a mi escuela. Me duché y me cambié, luego me baje a desayunar y revisé mi celular dándome cuenta así de que hoy era domingo, sí, se me olvidó que los domingos no hay escolares -en este momento se da un facepalm-.

Me subí a mi cuarto que estaba en el piso de arriba de la casa, y abrí el WiFi para ver los mensajes de WhatsApp y por ahí visitar Wattpad; me habían llegado mensajes de varias personas que sigo y les contesté. Después ingresé a WhatsApp y tenía 265 mensajes de Matt, pero no quería contestar nada ahora, no es que me caiga mal por el contrario yo lo amo. Además, también habían mensajes recientes del grupo "los hermosos y las bellas", así que decidí entrar en la conversación.

Narra Matt

Muchas veces había contestado mensajes de admiradoras, pero nunca había mandado mi número de celular, no sé que fue lo que me pasó por la cabeza al dárselo pero que bueno que lo hice.

Había estado hablando con las chicas, eran buena onda y hasta a los chicos les cayeron bien.
Había hablado por privado con Mariana pero me dejó en visto, quizá no le caigo tan bien como creía.

Me encontraba en la sala de mi casa planeando que hacer para mi nuevo vídeo cuando entran los Jacks.

—Hey Bro, ¿qué tal?— habla Gilinsky al momento de abrir la puerta.

—¿Qué hacen aquí?— los miré a ambos.

—¿Qué? ¿Ya no podemos ver a nuestro amigo?— alcé una ceja.

—Está bien, está bien, tu madre nos invitó a comer— habla esta vez Johnson.

—¿Mamá los invito?— los dos asintieron.—¡Mamá!— la llamé y ella salió de la cocina.

—Sabes que no me gusta que grites ¿Que quieres?— habla mi madre limpiándose las manos en el mandil amarillo.

—¿Los invitaste a comer?— señalé a los dos con la palma de la mano.

—Así es— puso sus manos en su cadera.— Sabes que los chicos son como mis hijos y pues ellos estaban cerca, así que los invite.

—Gracias, mamá— dijeron al unísono y le dieron un abrazo por cada costado.

—Bueno, ya, ya— se separó—En unos minutos más estará lista la comida— volvió a irse por donde vino

—Bueno, ¿y qué haces?.

—Tratando de pensar que hacer para el siguiente video.

—Puedes hacer un AskMatt— dijo Johnson lanzándose junto a mí.

—Dejando de lado eso, ¿ya hablaste con los chicos?— Gilinsky me mira desde el suelo.

—Aún no— cerré mi laptop que estaba sobre mi regazo y la puse sobre la mesita de centro.

—Vamos a llamarlos por Skype— Johnson sacó su celular. Un tono. Dos tonos. Tres tonos. Y Taylor contestó.

—¿Qué hay, chicos?— Taylor estaba en la piscina con un vaso de plástico rojo en la mano.

—¡Chico bandana!— le grité a través de la pantalla.

—Hola, Tay Tay— habló Gilinsky desde el suelo.

—¿Ese es G?— Tay frunció el ceño.

—Sí.

—¡Cameron! ¡Nash! ¡Los chicos están en videollamada— se podía ver cómo gritaba a algún lado y en eso apareció la solicitud para unirse a la conversación de Nash.