Capítulo tres.

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Brienne mantenía su mirada café sobre la figura de Marceline, que se mantenía de espaldas a ella, escribiendo en alguna libreta, pendiente de que empezara a hablar en cualquier momento. La había llamado a aquel -desastrado- habitáculo de manera imprevista y estaba tardando en empezar a cantar.

— Mars...

Susurró, en un tono suave, tratando de reclamar algo de atención por parte de su amiga. Fue escuchada de inmediato. Sin embargo, la contraria alzó su mano, pidiendo algo más de paciencia. Así que, obedeciendo, continuó la espera, permaneció apretando un poco sus labios colorados de un tono morado mate, entre confundida, aburrida y molesta.

— Bueno, señorita Kings... —comenzó a pronunciar Mars, en un tono interesante actuado y divertido. Giró sobre sí misma, sentada en su mítica silla, tratando de que luciera genial y dejar en estado de expectación a la adversa. Pero estaba impaciente en saber, así que no había nada que la impresionara— He pedido tu presencia en esta humilde fortaleza porque yo, Marceline Bouquets, quiero que me des tu mano en santo y fingido matrimonio y engañemos a los demás por un tiempo.

Ante tal declaración, parecía que los ojos de Ben se fueran a salir de sus órbitas. Estaba estupefecta, incrédula. No podía creer que realmente esa proposición hubiera salido de entre los carnosos belfos de una de sus mejores amigas. Era imposible verlo venir.

— A ver... ¿Me puedes explicar que coño quieres decir y que conseguiremos con eso? —suplicó, exasperada, tratando de buscar la manera de entender una propuesta de dicha magnitud— Es que... No entiendo, para nada, de donde has sacado esa idea.

— Ben, escucha. Es un plan genial —afirmó, levantándose y dando dos cortos pasos hacia la morena—. Yo quiero librarme de la atención que cierta persona tiene hacia mí y, piénsalo, tiene mucho sentido que tú y yo acabemos juntas... Somos amigas de años, hay confianza, las dos bisexuales y, lo mejor de todo, Andie siempre parece impulsarnos a que probemos la una con la otra...

Ben no podía estar más atónita. De verdad quería que fingieran tener una relación amorosa. Y lo peor de todo, es que lo que decía tenía sentido.

— Lo que digo es que... Utilizando de escusa que nos hemos dado cuenta gracias a Andie, podemos decir que hemos empezado a salir juntas y, así, tal vez, podríamos de situaciones estúpidas. En caso de que alguna de nosotras se enamore de alguien más, lo decimos y paramos esto... Pero hasta entonces, ¿qué piensas, Ben? ¿Quieres fingir salir conmigo?

Tendió una de sus manos en dirección a la de cabellos cortos, quien titubeó viendo su gesto. Meneando la cabeza, indecisa, balanceando todas las posibilidades que habían en aceptar. ¿Qué podía salir mal realmente? ¿No había suficiente confianza para llevar una relación, aunque fuera falsa, con ella? Existían mil razones para decir que no y, posiblemente, un millón para decir que sí. No había nada que perder. No había razón para temer. Fijó su vista en los ojos ajenos. Sus orbes, capaces de matar cualquier rastro de sueño con aquel tono café tan atrayente, se sumieron en la esquisita y dulce mirada de un color achocolatado de la chica de pie frente a ella. Y no pudo dudar ni un segundo más.

— Yo, Brienne Kings, te ofrezco formalmente mi mano para unirnos en, este poco santo y falso, matrimonio. Acepto —respondió, dejando que su mano se posara sobre la palma impropia.

Afianzando el agarre, y el trato, aferró con dedos de su morena amiga y se los llevó a los labios, dando un casto beso, sacado de una típica película de princesas de trajes pomposos y bailes ajetreados. Marceline se vio sorprendida ante dicho tacto de belfos en la dermis pronunciante de su mano, pero no se quejó. Al contrario, le mostró una agradecida sonrisa, que se extendía por todo su rostro sin poder evitarla.

— Bueno, ¿qué crees que dirá Andie cuando le digamos que estamos saliendo?

— Ben, es obvio. Gritará, o correrá, o... Le dará un infarto. Tal vez las tres opciones al mismo tiempo. Será bastante divertido, a decir verdad —tomó asiento en su catre, al lado de su, ahora, novia de pega— ¿Cómo crees que reaccionarán Arthur y los demás?

— Pues... Yo creo... —permitió que sus hombros se pegasen, rozándose, el uno con el otro, al mismo tiempo que se le escapaba una pequeña risa— Que van a estar, incluso, más sorprendidos que yo cuando me lo pediste. Y eso es mucho decir.

No parecía que fuera a ser difícil fingir aquello. Marceline si era más de abstenerse a ser cercana o cariñosa con amigos, así que tendría que dar un poco su brazo a torcer en ese sentido. Por suerte, la situación no iba a molestarle en absoluto. Además, Ben era cariñosa a más no poder, muy mimosa también, el papel le saldría con una naturalidad absoluta y maravillosa.

Con ambas chicas dispuesta a ello, nuestra historia comienza a tomar forma. Y aquí empieza lo mejor de lo mejor, aquí empieza MarBen.

Marceline Bouquets.

Marceline Bouquets

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MarBen. [Lgtb+ shipp story]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora