Treinta y seis

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Michael

Panamá, qué rico y lindo lugar wey.
Adoro su ambiente, su gente, sus paisajes, todo completamente todito.

Luego de un rato de llegar a el hotel y acomodarnos en nuestras respectivas habitaciones, nos fuimos todos a la playa.

El calor es inmenso, creo que en cualquier momento voy a fallecer.

Pero igual se disfruta.

Con algunos de los chicos nos pusimos a jugar al voley y a tomar algunos tragos fríos para calmar un poco el fuego que genera el sol.

Trague duro cuando sentí el murmullo por parte de su voz, acompañada con la de Melissa, quien sabe de qué andaran hablando estas dos.

— ¡Mike! ¡Cuidado! — me gritó Ruggero.

Lo único que vi y sentí fue la pelota dándome directo en la cara, perdí el equilibrio y caí sobre la arena de espaldas.

— ¡Duele cabron! ¡Duele! — con las manos me toque la boca desesperado.

Mis labios están sensibles luego de los golpes de el otro día y me sangran por cualquier golpecito.

— ¡no mames wey, se te fue la mano cabron!— me queje observando a Gastón, el culpable.

— Yo no tengo la culpa, vos estabas distraído mirando a...— con su cabeza me señaló a la rubia que ahora se había sentado sobre una toalla.

— Ve a lavarte po, te está sangrando.— Jorgito me hizo señales con su mano.

Hice presión con ambos brazos y logré volver a ponerme en pié.

— No jueguen sin mí.— aclaré mientras emprendía el viaje hacia el mar.

Lentamente fui caminando hasta que el agua chocó con mis pies, tirite al sentirla fría sobre mi piel.

Me agache e hice una cuevita con mis dos manos para poder tomar suficiente agua para lavarme.

Trague duro cuando sentí el ardor y maldije en todos los idiomas existentes.

Me volví a parar y estiré mis brazos hacia arriba.

Quedé atónito cuando unas manos se enredaron por mi cadera y presionaron levemente.

— ¿Cómo estás?— oí la voz de Anita.

Me di vuelta enseguida y ahora sus manos tomaron las mías.

— ¿Bien y tú?— respondí medio inseguro.

—Bien Mike, bien, oye tengo una propuesta para ti.— sonrió ampliamente.

— ¿Ah sí?— sonreí sin ganas intentando que no fuera tan fingida.

Después de la charla en el elevador que habíamos tenido el otro día, yo le confesé que la extrañaba, no sé si mentí o no, pero para no hacerla sentir mal se lo dije.

También le dije que podíamos arreglar nuestra relación, claramente solo como amigos, pero siento que ella como que no lo entiende, porque ha actuado bastante raro últimamente.
Cómo intentando acercarse demasiado, debo admitir que eso me genera un poco de incomodidad.

Pero igual cedo para no herir sus sentimientos otra vez.

— ¿Que te párese si tú y yo salimos solos hoy? Estuve buscando varios lugares en internet que están muy buenos.— presiono sus labios media nerviosa.

— Em si puede ser, igual veamos que hace el grupo también, porque ya había hablado con los chicos para ir a un bar.— mentí como un idiota.

La neta que no quería sonar tan duro, ella está poniendo todos sus esfuerzos para seguir con la relación a pesar de todo lo que pasó, eso si lo entiendo.

Deseo Prohibido (Michaentina 💜)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora