PRÓLOGO.

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Monroe, Charlotte

1909

Entre las afueras de la ciudad cálida y fresca en su pleno otoño, bajo ese pomposo vestido de dormir y entre frazadas y edredones, estaba la intrépida Carlettene Heidì Bossetyano sumida en su silencioso sueño.

No sabía que era el último.

Se removió entre las sofocantes telas. Estaba inquieta por el pánico. Lo que para muchos es algo normal en la vida como un siclo, en realidad, era solo cuestión de asfixiante impotencia.

Por instantes, su previo juicio disminuyó, dejándole paso a su halo para salir. El sueño estaba succionando su color. Los ladridos de Scopti, su perro, no pudieron llegar siquiera llegar a sus oídos.

Su sueño era de lo más des-dibujante.

La estaban siguiendo. Ella trataba con toda su fuerza huir por las conocidas calles solitarias - aunque sí su madre la hubiera visto, la hubiera regañado por llevar tan pocos harapos -. No sabía de qué huía, no podía ver su rostro. Solo huía.

Apenas sentía los latidos de su corazón con semejante subidón de adrenalina, y no era para variar cuando sintió fragmentos de vidrio fundiendo su piel. Gritó. Estaba delirando; ya no le quedaba mucha respiración o tiempo de vida, que digamos. Aun así, ella trató de luchar.

Se detuvo un poco, pero sin dejar de correr, se apretó aún más el cinturón de la bata y con una respiración honda corrió todo lo que pudo, con todas sus fuerzas. Sin embargo, la alcanzó. Ella volteó tratando de defenderse con algo, pero al ver el rostro de su atacante, le recordó la imagen que había en unos de esos libros de antepasados importantes. Su piel se erizó.

Solo es un sueño, se recordó.

Aparentemente él sabía lo que hacía, su risa desquiciada era el argumento perfecto para ello. Se acercó más con los ojos macabros y retorcidos fijos sobre ella, le aparto un mechón de cabello a un lado de la cara y le susurró al oído:

- ahora resiste -.

Con ese susurro, diversos y demasiados fragmentos de algo parecido al cristal o un vidrio bien pulido, perforaron su piel haciéndole gemir del dolor. Porque a pesar de ser un sueño, ella sentía. Él la miraba de una manera impasible, casi ansiosa

Casi.

Fuera del sueño, en su habitación junto a los ladridos de Scopti, su cuerpo se quedó quieto y estático. Su halo ahora se reflejaba con mayor intensidad. Lo estaba logrando.

Estaba sobreviviendo.

Pero de repente, una magnitud la volvió a adherir a su cuerpo. Su alma se asomó. Hasta el pobre perro quedó atónito y quieto.

En su sueño empezó a ver blanco. La sonrisa de su atacante se borró y se convirtió en una mueca.

- No. Resiste, porque si no lo haces... - empezó a decir pero fue en vano; su voz ya empezaba a desaparecer al igual que el sueño. Ella pensó que se estaba despertando

Más no fue así

Afuera de su inconsciencia, su piel se tornó pálida y fría y le sobresalieron los huesos. El perro -fiel- se acercó a ella y se acurrucó a un lado.

Ella vio una puerta y la abrió.

Entonces su alma se expulsó de su cuerpo











- Bienvenida al mundo de los Flegows - le digo alguien al pasar la puerta.













Al otro día la encontraron muerta.

Jaque MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora