Ya no importa

Capítulo 4

Ir de aquí para allá en un lugar lleno de arena tiene sus complicaciones, agregándole a que debes tener unas pistolas con la capacidad de disparar dos balas especiales por vez, pero para evitar trabas en el sistema debía estar limpio, así que imagínense la situación.

Dos cabezas de centinelas rodaron antes de que los cuerpos tocaran por completo el suelo, el Sahara se tragaría todo antes del amanecer, aunque faltaran horas para eso; las marcas de pétalos brillaron en dos de ellos y asumieron la forma de los recientes difuntos y siguieron el camino de ellos.

Los demás siguieron moviéndose entre las sombras buscando a quien cambiar, un guardia más y dos de los principales objetivos fueron eliminados por certeros disparos a corta distancia y reemplazados por los cazadores, mientras el sobrante se guiaba por el lugar hasta el centro.

Todo era piedra de arena, solo la magia antigua con la que fue construida mantenía de pie ese lugar, finalmente entendiendo por qué arrastrarse al medio de la nada solo por un ritual que podría realizarse en cualquier templo (a pesar de su peligrosa naturaleza).

-Tout j'enregistre et assuré monsieur- (Todo listo y asegurado señor) Le oyó decir a Lucius y se sintió satisfecho, una vez la protección puesta, solo los miembros de la orden encontrarían de nuevo el lugar, a menos que ocurriera un cambio en su corazón y no poder recordar siquiera que alguna vez lo vieron; esa era magia a la que no se le podría engañar nunca.

Solo entonces ardió Troya, las reliquias fueron los primeros en morir, una versión bizarra de los vampiros, pero no por eso fáciles de vencer, capaces de convertirse en apenas una sombra para matar, pero no por sangre, sino de emociones, la contraparte de lo que ellos poseían dejando solo un cascarón hueco, una muerte cerebral dirían los médicos; creando una muerte deplorable de apenas días con solo dolor y pérdida.

Gritos de direcciones, magia, gruñidos y cuerpos irreconocibles de sobrenaturales sedientos de más poder del que tenían era el escenario que se podría ver por donde se enfocara la mirada, pero estate atento que unas garras te podrían arrancar alguna parte del cuerpo.

Un corte en el vientre, una patada en el cuello para romper las vértebras del lugar o simplemente desencajarlas, una puñalada en la cabeza cerca del ojo para luego lanzar el cuchillo al otro extremo del lugar a un cruce de wendigo con hombre pantera directo a la yugular para que no tocara a su peliblanca protegida, y bueno era un buen momento para sacar a sus dagas cargadas de todo tipo de runas que pondría los vellos de punta a cualquiera que supiera su significado para seguir con la matanza.

Fueron unos pocos que apenas y vieron las armas sacaron bandera blanca y no atacaron.

Pero no por eso sobrevivieron, al menos no todo el grupo, tres de los apenas quince que se rindieron fueron ejecutados al momento debido a sus nombres, las runas los quemaron ni bien la hoja toco su piel.

Para los que quedaron vivos fue otro cantar.

...

Lucius estaba conmocionado cuando la encontró, cinco años de auto desprecio eran nada comparado con la felicidad y miedo de ver a su pequeña, juró que la vio morir, el mismo cabo la tumba donde cambia las flores lilas cada mes.

- Alinette... ¿Eres tú? -

Relajo sus músculos mostrándose lo más inofensivo posible, ella se encontraba atada a un poste cerca de una pared que tenía la impresión, caería en cualquier momento.

La pequeña puso de lado su cabeza en manera de duda, frunciendo un poco el ceño a la vez; de repente sus ojos se ampliaron en reconocimiento y trato de levantarse, dando a notar lo poco alimentada que se encontraba ya que apenas y despego sus rodillas del frió suelo para devolverlas al instante, entonces su padre no pudo más, se acercó en un haz de luz abrazándola con un cuidado digno de antigüedades.