Morgan buscaba la forma de entrar en aquel enorme edificio lleno de oficinas y almacenes. Pasar desapercibido entre los guardias no era propio de él. Su carácter obstinado y su forma poco sutil de llamar la atención lo hacían un blanco de las miradas de todos quienes le rodeaban. En aquella ocasión todo apuntaba en su contra. Tenía que ser sigiloso y no permitir que alguien pudiese verlo. En la entrada un par de guardias estaban de pie a la espera de cualquier eventualidad. Morgan tenía muy claro que intentar entrar por ahí alertaría al objetivo que perseguía. Decidió en cambio buscar una entrada alterna desde la parte trasera del edificio.
-Hola muchachos... -Saludó un hombre alto vestido con un traje negro muy elegante al vigilante en la puerta de servicio.
Morgan no lo reconocía, pero aquel hombre despedía un aroma que le llamaba especialmente la atención.Era un olor a ceniza y sudor, muy poco perceptible para el olfato común. Imaginó que sería más sencillo sortear al hombre solitario que se encontraba resguardando la puerta por donde entraban quienes no querían ser vistos tan fácilmente. A un lado de la puerta un ducto de ventilación no dejaba de expulsar un aire caliente y pútrido. A Morgan no le afectaba en absoluto, pero el vigilante cada tanto se tocaba la nariz haciendo gestos de disgusto. Era la oportunidad para entrar. Morgan se acercó cuando el guardia se distrajo por tercera vez intentando taparse la nariz. A penas si fue consiente del golpe que recibió.
La puerta se encontraba cerrada. Una puerta de robusta madera y un cerrojo de metal no convencional. No sería complicado abrirla. Morgan extendió su mano hasta estar a escasos centímetros de la manilla. El hedor era cada vez más fuerte. Se impacientó un poco, y aceleró su cometido. Sus manos comenzaron a temblar de a poco y a mostrar superposiciones sobre sí misma. El era capaz de alterar el tiempo y el espacio en vectores muy reducidos. No tardó mucho tiempo en descifrar como abrir la puerta sin llamar la atención. Un panel a su derecha muy bien camuflado se pronto fue reconocible por él, y como si antes hubiese hecho aquello un sin número de veces, introdujo el código y la manilla se dejo mover para abrir la puerta.
Dentro de aquel lugar, el olor a cenizas y sudor se intensificaba. No le importó en absoluto. Continuó su camino por un estrecho pasillo no daba a ningún otro sitio más que a una vieja puerta situada al final del mismo. En ese momento lo notó. Lo estaban esperando. Al abrir la puerta se encontró con lo que muchos llamarían una nueva dimensión o mundo paralelo, pero no era tan simple. Aquel espacio era el recuerdo de quien estaba siendo cazado por él mismo. Era el mundo en el que había irrumpido para obtener una pieza de lo que realmente necesitaba. Antes lo había hecho, y aquella no se convertiría en su última incursión.
Morgan no titubeó al ver la escena que le obligaban a presenciar. La muerte de una mujer, y un niño llorando en la carretera. La escena era de por si bastante tétrica, pero él ya lo había visto todo, y nada haría que su corazón se estremeciese nuevamente. Caminó y atravesó los espectros que se encontraban frente a él para ser testigo de una segundo puerta que debía atravesar. Sabía hacía donde iba y quien lo esperaba del otro lado, pero no se inmutó. Continuó caminando y giró el pestillo en la puerta. Su tenue sonrisa tomo forma nuevamente, y decidido se preparó para enfrentar aquello que le estaba esperando. A quien buscaba.
-Por fin has llegado...
La voz de una niña no podía ser más dulce. Ella sabía a quien esperaba, y él sabía a quien encontraría. El hombre de traje estaba presente, pero no era alguien mucho más especial de lo que parecía. Morgan había visto a través de él desde el principio, y sabía como era que ella lo manipulaba al igual que otros tres que se encontraban en la misma habitación. Ella nunca dejó de sonreirle a Morgan. Era su forma de expresar que sabía porque él estaba ahí. Morgan mantenía la mirada fija en la niña. Los demás no eran más que simples títeres sin algo que rellenase sus huecos propósitos.
-Lullaby... -Susurró Morgan.
Ella retrocedió. En su rostro un par de lágrimas se dejaron ver. Él comprendía el significado de que alguien como ella hiciese lo que hacía, pero su trabajo era evitarlo. Dejarlo pasar estando tan cerca sería digno de un severo castigo. Morgan no podía permitirse tal falta. La niña, no hizo nada para evitarlo. Estaba cansada. Su rostro angelical no hacía más que reflejar la dureza que a veces una vida puede cargar consigo. Él no dijo nada y comenzó a caminar hacia ella. Lullaby no paraba de llorar.
-Recuerdo la primera vez que nos vimos -dijo ella.
-Fue hace mucho... -Respondió Morgan.
-Lo sé.
Y así era. Ella lo reconoció desde el primer momento en que el hombre de traje cruzó la puerta trasera de aquel enorme edificio. Una sensación tan inusual como la que desprende alguien como Morgan no era posible que alguien como ella pudiese dejarla pasar por alto. Y aún entrelazando el camino de lo real con su propia visión corrupta, sabía que era imposible evitar que aquel que la perseguía la encontrase.
-Creo que es suficiente -afirmo Lullaby aceptando su destino.
-Sabes la razón por la que estoy aquí.
-Lo sé viejo amigo.
Morgan sintió un nefasto golpe en su pecho. No se detuvo. Debía hacer frente a sus propias emociones. Cada vez estaba más cerca de aquella pequeña niña, y a medida que se aproximaba más era el impacto que aquel momento le causaba. Su sonrisa había desaparecido. Y la dureza en sus ojos se extinguió tan rápido como el viento al pasar. Sabía que ella sería incapaz de oponerse a su destino, por eso no hizo nada que pudiese lastimarla más de lo que su simple presencia hacía. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se agacho para quedar a su altura. Su tez blanca le recordó el pasado, y sus ojos tristes le mostraron la verdadera naturaleza de la vida.
-He estado buscándote desde hace mucho tiempo.
-No quería que me vieras así.
Morgan titubeó, pero su cuerpo se movió por impulso. Extendió sus brazos y arropó el cuerpo de la pequeña niña frente a él con tanta delicadeza como le fue posible. Ella correspondió su gesto.
-No importa como te viese. Siempre serás Lullaby.
Ella se conmovió ante sus palabras, y antes de irse le advirtió que muchos buscaría a la chica que él cuidaba. Ella ocultaba algo importante y él lo sabía.
-Ahora sabes donde encontrarme...
Ella se había ido, y él había terminado su trabajo. Observo como se desvanecía en el aire y como el mundo que le rodeaba desaparecía tenuemente. Se levantó y miró su mano. Sintió tristeza al recordar su pasado, aun así entendía que aquello no era más que la misión que se le había encomendado.
-Debo buscar a Ashley...
Pero nada era tan simple. Morgan ya no la sentía.
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