-7-

682 101 11
                                    

Yey! Siento la tardanza en actualizar, he estado muy liada con la uni y nuevos proyectos :D

Quería avisaros de unas cuantas cosas antes de que sigáis leyendo:

-Estoy participando en varios concursos y mi historia ''órdenes y desordenes'' ha ganado un par de premios en los GoD Awards :D

-Tengo facebook y twitter (solo debéis buscar mi nombre o pedir el link en los comentarios).

-Estoy escribiendo un omegaverse (se llamará ''Omega ladrador, poco mordedor'')

Si el tiempo se midiese en función del dinero que tengo, estaríamos en años antes de cristo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si el tiempo se midiese en función del dinero que tengo, estaríamos en años antes de cristo. Si fuese con la esperanza pasaría algo similar.

Sentado sobre la piedra, con los colores brillantes repasando mis marcados (demasiado) contornos, siento que no tengo nada que esperar ya del mundo; sin embargo, parece que esta navidad sí tendré regalo.

Veo su figura chata pero delgada, embotada en ropas extravagantes y alarmantes; ojos grandes y verdes como enredaderas que atrapan mi alma y... una sonrisa de nieve que detrás oculta una oscuridad incierta. Siento la tentación de levantarme a abrazarlo o algo parecido, pero no tengo fuerzas para moverme y cuando lo intento él ya se ha sentado a mi lado, como pasó un año atrás.

Un año, un maldito año. No sé por qué, pero me alegro tanto de verle que doy gracias a Dios por enviármelo, incluso cuando estoy convencido de que esa ha sido tarea del diablo.

—Pensé que no... volverías. —mi voz se corta unos segundos. Me duele la garganta el nudo tira hondo hundiéndose en mí y siento un vacío doloroso en el pecho y el estómago.

Él se percata de mi angustia, lo sé por su mirada divertida cuando me falla la dicción, pero la ignora y solo actúa como si nada.

—Lo bueno se hace esperar ¿no? —ríe entonces y coloca su mano en mi hombro de esa forma tan característica que tiene.

Me da un apretón y la retira con una liviana caricia. En este punto no sé si me recuerda a las garras de un ave carroñera o al abrazo de un ángel.

—¿Cómo es que no has venido en todo este tiempo? —pregunto sin temer parecer desesperado. Ya me da igual, con él da igual; no necesito aparentar y tampoco puedo: ve a través de mí.

No le preguntaré cómo ha sabido que me hallaría aquí de nuevo esta navidad o dónde ha estado. Sé que no me responderá, pero al menos me gustaría saber el motivo de mi agónica espera.

—Oh, yo siempre he estado ahí- se burla pinchando con su índice mi pecho. Intento reír su broma, pero me siento ansioso.

Maldición. No es divertido, es verdad; aunque no del todo, quizá él no ha permanecido en mi corazón, porque allí solo está la fe (o eso espero), pero sí en mi piel y en mi cerebro; acechando entre dobleces para colarse en cada sinapsis.

Las diez mentiras [EN AMAZON] #ECA2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora