Capítulo 3.

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Paige Martin

Paseo por el centro comercial del centro de Suiza con la cabeza alta, mostrando mi figura alzada en unos tacones de la mano de mi pareja, Christopher Nolan, un joven de 25 años que comenzó siendo mi mánager comercial.

Decidimos acomodarnos en un cómodo y mullido sillón de cuero que han colocado en diversas zonas del establecimiento, con el único fin de transmitir que aún siendo un lugar abarrotado de gente, puede ser un espacio tranquilo para mantener una apasionada charla con alguien.

—¿Ya has decidido si realizarás el papel de actriz en la serie que nos comentaron el otro día? —cuestiona él observándome con una amplia sonrisa en el rostro.

—No me metas presión, Christopher. Si les interesa mi participación, esperarán.

—No pretendo presionarte a aceptar, simplemente quiero saberlo para ir revisando el contrato que te ofrecen, así como las ventajas y desventajas del mismo —comenta con tranquilidad.

Desvío mi mirada a otro lado para que comprenda que no me apetece hablar de eso en este momento, pero algo se retuerce en mi interior al observar al hombre que desde la adolescencia me ha robado el corazón: Owen Wright.

Y de pronto, sucede. Su dulce y atormentada mirada se encuentra con la mía, y siento el mismo fuego que sentía con 16 años. La llama de mi adormilado corazón aumenta, y consigo su intensidad. Se acelera a un ritmo que ni yo misma comprendo, y esta misma sensación es la que noté al escuchar su voz la pasada noche en aquel local destinado a la música en vivo.

—Paige, ¿te encuentras bien? —dice mi actual pareja para que le preste una pizca de atención.

—Eh...sí, sí. Estoy bien —musito observándole de reojo.

—Te habías quedado ensimismada, como si hubieras visto un fantasma —añade él preocupado.

—Me perdí entre tantos pensamientos.

La figura de Owen se tensa a lo lejos. Nos observa con detenimiento, y decido ponerme en pie para dirigirme al baño público del establecimiento comercial en el que me encuentro. Christopher espera fuera y me adentro en el aseo para, seguidamente, cerrar la puerta detrás de mí y mirarme en el espejo con la mirada totalmente perdida.

Una lágrima se escapa de mis ojos grises y desciende a velocidad de vértigo por mis mejillas algo sonrosadas. Cierro los ojos alzando la cabeza y mordiendo, a su vez, mi labio inferior para evitar soltar un grito lleno de desesperación que pueda alterar al resto de personas que transitan por el baño.

El silencio se apodera de este habitáculo y suspiro continuadas veces para procurar que la calma se apodere de mí. Aunque es inevitable hacerlo cuando unas fuertes manos se acoplan suavemente a mi cintura. Abro los ojos mientras sujeto las manos de quien me está agarrando, y mi cuerpo se paraliza al verle.

—Shh pequeña —susurra en mi oído— soy yo.

—O...Owen —añado con la voz entrecortada.

—Sí, Paige. Después de tantos años sin saber absolutamente nada de ti, sigues realmente hermosa.

Me giro para clavar mi mirada en la suya y su sonrisa se forja en sus labios con rapidez. Se muerde el inferior y observa los míos con sigilo. Sus manos viajan hasta mis mejillas y las palpa a su antojo. Me acomodo a la palma de su mano y suelto un leve suspiro.

—Nueve años sin ti han sido como cumplir una cadena perpetua.

¿Qué opináis de esta última frase? ¿Creéis que se terminará la condena, o que seguirá vigente eternamente?😋

No hay nadie más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora