Azul

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No me gustaba hablar de mi pasado, esa es la verdad así que estar en la ciudad rodeada de psicólogos y de las estupideces de mis amigos, lo hacía peor. 

Estuve casada y tuve dos niñas preciosas - bueno no preciosas porque nunca las pude conocer, fueron arrebatadas de mi en el segundo en que nacieron -. Mi esposo me dejo por una super modelo de mierda que según él, llenaba sus días de placer y de vida..  todo lo que no pude darle. 

Por aquel entonces, en el momento en el que empieza esta historia, navegaba constantemente sobre el oleaje de la negación y por ende, mis ataques de ira al no tener una vida - que según en mi mente - era perfecta. 

Así que decidí irme de la gran ciudad por un tiempo, no sin pensar que me tomaría 3 años de mi vida en ese dilema sobre si regresar e irme de la isla o no. Era consciente de lo que cargaba en mi espalda, de las experiencias que acumulaba y lo que estas decian de mi, pero al final de día las guardaba en el baúl de cosas inútiles. 

No tenía celular o contacto con el mundo. Mi vieja laptop era la única que me conectaba con mis padres y mi amiga del colegio Pam. Ella había contraído matrimonio 5 años atrás con un chico genial, cuya dulzura y protección salía por sus poros. 

- ¿Y dices que alguien viene aquí? - pregunte curiosa sobre el desconocido que estaría por llegar - Pero dime ¿quién es? o ¿qué tanto dinero hace por hora? porque viajar hasta aquí no es algo barato que digamos - 

- Es un amigo de mi esposo, necesita un lugar donde pasar sus vacaciones eso es todo, no seas tan chismosa Azul -  contestó riendo con esa expresión que hacía mi madre cuando se cansaba de mis estupideces 

- Bien bien no voy a preguntar nada, pero gracias por ayudarme con mi negocio - 

- Por supuesto hermana, ¡siempre! - dijo logrando la risa de las dos. Aunque era una amiga recurrente, estaba en mi lista de "nombres de contacto de emergencia por si me muero persiguiendo un sueño o teniendo esperanza". Casi hermana pero de otra madre.

- Azul, ¿ has hablado con Jaebum sobre tus hijas? - dijo de repente cortando mi buen humor - perdona es solo que en el trabajo llegaron dos casos muy similares al tuyo - 

- Mm no pero gracias por romperme de nuevo. Hablamos después, saludos a la familia -  Nos despedimos y apague la laptop en un segundo, necesite escapar de nuevo. 

No volvería a ser grosera o a estar a la defensiva de nuevo, así que Pam estaba acostumbrada a mis arranques. No la evitaba, la protegía de mi ira. 

Me sentí sola. ¿Cómo podía echar de menos una vida que no me llenaba? todo en aquel lugar me parecía aburrido e intenso a la vez. Me di cuenta de que cuando estaba en la isla estaba bien lo demás me daba igual, aqui podia mirar el mar, nadar, escuchar la radio, cantar, bailar, acostarme tarde, leer, cocinar y ser libre básicamente. 

No necesitaba nada más. No ahora. 

Todo funcionaba perfectamente hasta que recibí la esperada visita y maldita sea, que visita. Pam habría enviado carne al león. 

Mi IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora