La alarma de mi celular retumba en mi habitación, alejándome de mi confortable fantasía y obligándome a enfrentar un nuevo y helado día. Nunca me he caracterizado por ser una persona madrugadora así que, con toda la pereza del mundo, me levanto de la cama y con pasos lentos me arrastro hasta el baño. Mientras dejo que mi cuerpo se descargue, tarareo la vieja canción de mi padre con la intención de no dormirme y fallo asquerosamente en ello, una mueca de asco cruza mi cara al sentir gotas de orina cayendo en mi pie. Es que son las siete de la mañana de un domingo, amigo, debería ser un delito tener que madrugar con este clima.
Luego de una ducha rápida, regreso a mi cama e intuyo que no debería ni acomodarme, porque es muy seguro que mi hermana aparecerá para despertarme en unos minutos, aun así, me es imposible no sentirme cómodo entre mis cálidas cobijas y caer en un sueño ligero que no dura mucho puesto que como lo supuse, los fuertes golpes en mi puerta avisaban de la aparición de mi alarma humana.
—¡Damián, despierta! Damián, Damián, Damián.
La aguda voz de mi hermana Hannah no se hace esperar, la pequeña golpea la puerta a la par que grita mi nombre de forma chillona, toda una serenata marañera. La tentación de esconderme entre mis coberturas es muy fuerte, pero si no le respondo lo más seguro es que entre a la fuerza y nadie quiere ser visto en ropa interior por su hermana menor, no es una linda experiencia.
La única vez que pasó, no hablamos por una semana, cada vez que ella se me acercaba, yo salía huyendo por la vergüenza.
—¡Deja de tocar la puerta, Hannah! Ya estoy despierto.
—Bueno, te esperáramos abajo para desayunar.
Casi puedo verla sonreír detrás de la blanca barrera que nos separa, cierro mis ojos unos segundos, mientras espero oír sus pasos alejándose de mi habitación y bajando por las escaleras. Me quedo en esa posición unos minutos hasta que la voz de mi padre llamándome resuena en toda la casa. Busco en mi closet algo que ponerme, tampoco soy una persona organizada por lo que mi ropa es un completo caos, en medio de todo mi desorden encuentro un viejo pantalón que parece limpio, lo acerco a mi cara y reviso que no huela mal, levanto los hombros, indiferente:
—Sirve para una postura más —recojo la camisa tirada en el suelo y con un nuevo alarido por parte de mi padre, salgo corriendo hacia la cocina.
Cuando llego, Hannah está sentada en nuestro sencillo comedor de cuatro piezas, anotando algunas cosas en su cuaderno de flores. Me acomodo en mi puesto y subo los pies en la mesa. La nueva casa es algo pequeña comparada con la anterior, en realidad es muy pequeña, sin embargo, aquí no se siente el denso silencio de antes.
«Tal vez es porque él ya no está»
Después de 15 años de matrimonio, mis padres se separaron y el proceso fue extremadamente doloroso para todos. Luego del divorcio, mi padre Harry decidió que lo mejor era irnos a un sitio alejado de toda la presión pública que sufríamos. Recuerdo que no lográbamos entrar a la antigua casa sin que una lluvia de reporteros nos interrumpiera en la entrada.
Cambiar de sitio fue lo mejor que pudimos hacer. Observo con detalle a mi hermana, ella con sus mejillas sonrojadas, su cabello castaño y sus ojos de igual color, sufrió más que nadie con la situación. Incluso, estoy seguro que no lo ha superado del todo.
Me pierdo encerrado en mis pensamientos por unos minutos, cuando me alejo de todos los recuerdos que me hieren, la mirada interrogante de mi padre llega a lo más profundo de mi mente. Él no es estúpido, lo más seguro es que mis ojos se vean rojos por las lágrimas contenidas y aunque puede adivinar el por qué, no lo dirá en voz alta, no me va a presionar para hablar. Harry siempre me ha entendido, sin importar que no sea su hijo biológico, él siempre ha sido y será mi padre.
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Lejos |Larry Stylinson|
FanficDamián es un adolescente con muchas dudas sobre la vida y las relaciones en general, sin embargo, solo está seguro de una cosa: Louis Tomlinson debe alejarse de su familia.