Noche "11"

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Probablemente había subestimado lo que era este descarnado enfrentamiento, y sí, ahora mismo lo lamentaba.

La presencia de mi padre estaba completamente ausente, y claro, camuflada por completo por esa lluvia de cenizas, lo que me inducía a sentirme acorralado, y verme completamente indefenso al no saber en dónde podría aparecer.

—¡Te tengo! —mis ojos se abrieron ampliamente apenas escuché su voz, y mi cuerpo quiso reaccionar, es por eso que traté de girar, pero el desgraciado me atrapó del brazo ya con su forma humana, segundos más tarde, una corriente eléctrica invadió todo mi ser, provocando que gritara con gran agonía. La descarga fue tan potente, que a pesar de que duró tan sólo unos treinta segundos, fueron más que suficientes para que algo de mi sangre hirviera y saliera en forma de humo negro a través de mis poros.

—Desgraciado —alcancé a quejarme aún semiconsciente, e inevitablemente caí en picada a la tierra.

—¡Syrkei! —en forma de eco, llegó a mis oídos la voz de aquel estúpido ángel, es decir, de Ángela. Probablemente ella se había separado de Addu en cuanto empezó su pelea contra Miguel, y fue así como alcanzó el campo de batalla. Momentos más tarde, sentí como unas manos cálidas me tomaban gentilmente de los hombros, separándome de esa manera de la tierra, e inmediatamente me redirigieron a un suave busto, uno que se me hacía familiar. Debido al shock, no la reconocí enseguida, pero su energía era única.

—Tonta... ¿qué crees que estás haciendo? —le murmuré aún sin poder moverme y con pocas fuerzas, pues mi cuerpo se encontraba entumecido por la reciente descarga que había recibido.

—Voy a protegerte —me dijo suavemente, y entonces observé como ella le dedicaba una expresión desafiante a mi padre, que al parecer, se encontraba a mis espaldas.

—¿A qué te refieres con eso? —mencioné alarmado, y para colmo, aún no tenía la posibilidad de levantarme, pero más aún porque ella me abrazaba con fuerza—. ¡Suéltame, tonta!

—¿Cómo se puede atrever un ángel inferior como tú a desafiarme? —de entre los labios de mi padre, salieron esas palabras inquietantes, que hacían desgarrar la tierra por la intensidad de su tono, ni que decir de su expresión, que quizás era más significativa debido a que Ángela, ligeramente temblaba.

—¡Suéltame de una vez! —ahogué mi grito contra su seno, tratando inútilmente de convencer a mi amada, luego me agité como pude, pero no logré ningún resultado inmediato.

—¡No lo haré! —aseguró ella, a la misma vez que luchaba por mantenerme a su lado.

—Será un placer hacerlos desaparecer a los dos juntos —afirmó el maldito, lo cual me motivó a apartarme de Ángela, y con mucho esfuerzo, a ponerme de pie nuevamente.

—¿Quién dijo... que te dejaré tomar esa libertad? —le mencioné en lo que recogía mi espada, y la utilizaba de apoyo—. Será mejor que te vayas, ángel, él es demasiado fuerte para ti —le ordené a aquella mujer, pero ella no cedió a mi orden.

—¡No puedo dejarte! —insistió esa estúpida.

—¡Diablos! —gruñí con enojo, y luego el otro optó por reír. Sus acciones, parecían indicar que simplemente estaba jugando con nosotros, así que daba a entender que en cualquier momento podría destruirnos.

—Sabes... antes de matarlos, creo que mereces saber la verdad —refutó de repente, y nosotros evidentemente sin entender a qué se refería, elevamos la vista hacia ese individuo.

—¿Ahora qué tienes planeado hacer? —él empezó a descender hasta que su calzado tocó la tierra.

—Ah, y yo que me estoy mostrando piadoso contigo. Sea como sea, ¿acaso al menos entiendes el cómo te enamoraste de ese estúpido ángel? —me preguntó, y yo bajé la mirada algo indeciso; la verdad es que no sabría cómo responderle. Desde un comienzo, todo me parecía extraño, confuso, y aterrador, pero al mismo tiempo, era excitante, deseaba más, y aún espero obtener mayores recompensas de este encuentro con ella, era eso por lo que estaba luchando—. Si no lo sabes, entonces voy a explicártelo. Ella está destinada a ser tu pareja, ese bastardo la creo con la intensión de ponerte contra mí y de cambiar tus ideales, es así como él gana una pieza más en su ajedrez —esa explicación daba a entender, que la atracción descomunal que sentía, es decir, esa necesidad, y todo lo demás, sólo era producto de algo llamado como "enlace del destino", donde una persona es creada para otra, e inevitablemente, terminan juntos. Saber esto, me impresionaba muy poco, pero mi atención fue atrapada por otra entidad que se hizo presente.

—Que bien informado estás —alegó alguien ajeno a nosotros, y en cuento volteamos a ver quién era, un chico con unas enormes alas doradas, ojos azules, y una cabellera corta de color castaño, se nos acercó.

—Miguel, así que has venido —entre cerró los ojos mi padre.

—Por supuesto, después de todo, mi misión es eliminar cualquier estorbo de ser necesario —yo me quedé pasmado, ¿entonces eso significaba que Addu había sido exterminado?, no, su energía aún se sentía en la lejanía, pero era débil.

—¿Misión? Acaso tú... —giré hacia Ángela rápidamente, pero ella me miró algo temerosa. Por unos instantes, pensé que me había engañado.

—No sé de lo que está hablando Miguel, y no sé qué decir respecto a tu padre, ya que yo estoy a tu lado por amor más que por obligación —me aseguró, y yo descansé la tensión de mis hombros, y no, no es como si me importara que fuera hecha para mí o si lo que decía era verdad o no, pero para ser sincero, mi egoísmo no me permitía ver más allá de la situación; sólo la quería a ella.

—No me importa —dejé de apoyar mi espada en el suelo. Mi progenitor, sonrió mal interpretando mi accionar, quizás, dando por hecho que arremetería contra lo que es mío, pero en realidad, lo que hice fue señalarlo con ésta —. De todas maneras eso no cambia que yo haya elegido hacerlo.

—Es una lástima, por un momento pensé que aceptarías tu castigo completamente arrepentido —las sombras invadieron su fas y, a la misma vez, borró su sonrisa.

—Soy el heredero de oscuridad, y próximo gobernante de éste mundo. ¿Por quién me tomas? —le reproché, haciéndole entender que nada me doblegaría tan fácilmente.

Antes de que pudiera hacer algo más, una luz nos cegó a todos los allí presentes, y una mujer desconocida emergió de entre ésta.

—Detente ahí Dark Knight —a lo lejos, se veía como una chica de cabello añil se aproximaba paso a paso, pero no solo eso, sino que también, cada vez que posaba su pie desnudo en el suelo, unas flores surgían, lo cual daba a entender el enorme poder de purificación que poseía. Su vestimenta era poco usual, ya que cargaba con un vestido blanco que cuyas mangas eran apretadas en las muñecas, pero infladas en los brazos. Sus ojos eran profundamente violáceos, y su aura resplandecía como el sol.

—¡Hermana! —la llamó Ángela que estaba a mi lado; parecía impresionada.

—¡No permitiré que se fusionen! —anunció mi creador, y fue entonces cuando lanzó grandes rayos hacia Ángela intentando asesinarla. Sin embargo, inesperadamente ella logró esquivarlo gracias a la ayuda de Miguel, quien la tomó entre sus brazos, se la llevó corriendo lejos, y siendo cubierto ambos con sus alas doradas, desviaba el feroz ataque.

—¿A dónde llevas a Ángela? —dije desesperado, y me dirigí a la misma dirección que ellos así como lo hizo mi padre, aunque él tomó ventaja de mí.

—¡Asquerosos seres de luz! ¡Los destruiré! —mi creador hizo un terrible ataque que obligó a Miguel a tomar otras medidas, de ahí que colocó un escudo de luz que estaba decorado con toda clase de signos y pentagramas que expresaban las poderosas palabras de su supremo de luz. Aquella defensa era tan magnifica, que no permitió acercarme a mí o a mi padre, es por eso que mantuve distancia, pero él no se rindió e hizo aparecer su tridente, el cual podría destruir hasta la más resistente defensa. El desgraciado, hizo el ademán de arrojarlo contra su enemigo, pero no logró hacerlo a tiempo, ya que el grito que soltó el Arcángel lo aturdió un momento.

—¡Rápido! ¡No podré detenerlo mucho más tiempo! —avisó Miguel, quien parecía haberse dirigido a la recién llegada.

La ahora llamada "hermana de Ángela", tomó vuelo sobre el suelo y levantó polvo a su paso hasta llegar a traspasar la barrera.

—¡No me toques! —se escuchó gritar a Ángela allí dentro, pero era sostenida por Miguel, quien por lo visto, no tenía planeado dejarla escapar—. Yo... ¡Yo debo permanecer al lado de Syrkei! —ella estiró sus manos queriendo alejarlos, pero la muchacha tomó una de éstas.

—No puedes escapar de tu destino, Ángela, hermana. ¡Nuestro destino! —recalcó la del vestido blanco, y nuevamente, una luz multicolor que provenía del cuerpo de ambas mujeres, nos deslumbró.

—¡Malditos! —gruñó con maldad el rey de la oscuridad, quien se lamentaba por no haber destruido momentos antes el escudo.

—¿Qué está pasando? ¡Ángela! ¡ÁNGELA!—vociferé lo más que pude llamando a mi amada, pero no obtuve respuesta. 

Tumulto: Oscuridad y Luz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora