Noche Final

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De alguna manera, el encuentro se transmutó a algo superior; superior a la tensión, por lo que no podría expresar exactamente en qué lo era, para colmo, la batalla aún no terminaba por las circunstancias que nos envolvían, desencadenando así que mi padre estuviera perdiendo el juicio, pues su expresión ante la conversión de estos dos ángeles, era la de un psicópata.

—Así que esa es la forma que han elegido para destruirme... —mencionó él entre dientes, y enseguida entendí. ¿Acaso... esa era el arma final que detendría el Armagedón?

—¿Es un ángel exterminador? —le pregunte a mi padre, y él riendo me dijo.

—¿Acaso no puedes verlo? —sus ojos casi salían de sus cuencas y las venas de los mismos se extendían por la zona blanca como si fueran raíces—. Ella es la heredera de la luz.

—¿Qué? —exclamé. No podía creerlo, así que volví a mirar a mi frente, en donde ahora residía una mujer tan radiante, que era difícil mantener la vista sobre ella. La intensidad de la luz (ahora cada vez más escasa) me obligó a entre cerrar los ojos, y di con más detalles: su vestido, el cual emanaba una onda multicolor se extendía de manera mágica por la tierra, como si fuera una red de filamentos. Sus ojos destellaban en un esmeralda impactante, y su cabello, ondulado, mantenía las características originales del de Ángela en cuanto a su color. En conclusión, el individuo no se diferenciaba mucho de mi amada, pero al mismo tiempo...

—Ella fue dividida en dos entes, uno, al que estás destinado, y el otro, para ocultar su verdadero poder —aclaró mi padre—. La mujer a la que conociste, solo era una parte de ella, ¿y adivina qué? —sonrió de lado—. Su misión principal es exterminarnos —él rio con mucha fuerza, e inesperadamente cesó en su acto—. ¡Veamos quien gana! ¡La luz o la oscuridad! —cogió su tridente, y apuntó a la mujer recién nacida, para luego, soltar sombras con forma de canes demoniacos, los cuales querían llegar a ella para así devorarla. Sin embargo, su contrincante le respondió con un ataque similar. Al elevar su mano, expulsó también criaturas compuestas de luz, que prontamente colisionaron con el poder del supremo oscuro, estallando así luego, en una llamativa lluvia de pequeñas luces que esparcían sensaciones extrañamente cautivadoras. En cuanto el choque de poderes sucumbió, la fusión de ambos ángeles habló.

—Esto ha llegado a su fin. Te regresaré al silencio eterno al que siempre has pertenecido —ella extendió entonces sus brazos dejando que su cabello ondeara gracias a la manipulación de energía, y entonces, de la nada, o más bien, de debajo de la tierra surgió una cruz hecha de roca con unos brillantes símbolos incrustados en ella, y por si fuera poco, entendí que se trataba de un sellado poderoso.

—Eso es... —me interrumpió mi padre.

—¡Un sellado! —mi progenitor intentó escapar, pero unos lazos salieron de la cruz sujetándolo, y entonces empezó a ser arrastrado hacia la misma—. ¡Maldita seas! —gruño en lo que ahora caía al suelo retorciéndose como gusano.

—Va a sellarlo —murmuré para mí, y por alguna razón, no me moví; creí que era innecesario escapar.

—¡Volveré, juro que algún día volveré para destruirlos a todos! —sentenció el rey de las sombras, mientras que poco a poco, era sellado en la robusta piedra hasta desaparecer por completo. Dicho acto, me dejó sin palabras, y una vez ella finalizó esa labor, la mujer se postró posando ambas manos sobre la tierra.

—¡Ángela! —reaccioné por fin, y me acerqué a ella, pero en cuanto dejé el vuelo y corrí a su encuentro, Miguel, ese maldito, se interpuso en mi camino—. ¡Apártate! ¡Tú no tienes nada más que hacer aquí ahora que mi padre está sellado! —le comuniqué.

—En parte tienes razón, pero la realidad es otra. Debo llevarme a este ángel, ya que no puede permanecer a tu lado.

—¿Qué diablos estás diciendo? —ahora me encontraba mucho más alterado que antes, y mi cólera iba en aumento—. ¡Qué te muevas! —gruñí.

Tumulto: Oscuridad y Luz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora