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Cuando cumplí los 7 años caí en la cuenta que mi familia no era como las demás. Nosotros no salíamos de vacaciones, no celebrabamos los cumpleaños, no salíamos a comer, no pasabamos tiempo en familia, no hacíamos nada de lo que hacían "las familias normales". Yo no lo entendía, pues con a penas 7 años yo solo quería ser como los demás, tener lo que tenían los demás, por ende me enfadaba o me ponía realmente triste.
Con 12 años mis padres me seguían teniendo paciencia, mi comportamiento hasta entonces no había sido muy bueno que digamos, pero mis padres entendían la situación.
Para cuando ellos creyeron que yo tenía 2 dedos de frente, eso fue a los 15, se sentaron conmigo y me explicaron la situacion.

-Yoongi, cariño, ¿podemos hablar?- preguntó mi madre. Yo la miré y con mi mirada cansada le asentí y me senté en el borde de mi cama, ella hizo lo mismo a mi lado. Mi padre se mantuvo en la puerta de mi cuarto.
-Mira sé que la vida que tenemos no es fácil, sé no te damos todo lo que quieres e incluso a veces todo lo que necesitas, pero, cariño, lo hacemos todo por vosotros.
-¿Todo? Me gustaría saber dónde estabas los días que ni yo ni mi hermano teníamos para comer, cuando hacía tanto frío que se me ponían las piernas moradas, cuando lloraba por las noches por no tener un hombro en el que apoyarme. ¡¿Dónde estabas tú?!
-No le hables así a tu madre.- advirtió mi padre amenazante.
-¿Encima me lo vas a decir tú? Tampoco es que te quedes muy atrás.- me levanté de la cama.
-Cariño, por favor, relajate.- mi madre trató de calmarme y me cogió del brazo- dejanos explicarte.
-No me toques- me solté bruscamente de su agarre. Mi padre se acercó a mi y me miró desde arriba.
-Relajate ya y escucha, joder.-me sentó de un empujón. Respiré hondo e intenté relajarme, a pesar de todo lo que tenía en la cabeza quería pensar que mis padres tendrían motivo suficiente para haberme jodido la infancia de esa manera. Sabía a la perfección que mi hermano había tenido más suerte, pues todo lo que tenía lo había heredado de él. Tanto mi peluche de la infancia como el jersey que llevaba puesto. Tenía suerte de que mi hermano fuese cuidadoso, porque si no ya me veía vestido con un saco de patatas y zapatillas sacadas de la calle.
-Yoongi, no nos arrepentimos de haberte tenido, tampoco fuiste un accidente, pero en el momento en que naciste las cosas se torcieron. Pero no solo en casa, en todo el país. Perdimos todo lo que teníamos, vendimos cosas necesarias como la estufa o incluso nuestra ropa. Y los días esos que dices tú... estábamos trabajando, para darte lo que necesitas, pero nunca fue suficiente y sigue sin serlo. Solo queremos que entiendas la situación, que nos ayudes por favor. Que no nos odies, todo lo que hacemos es por ti y por tu hermano.- me sentí culpable. En cierto modo no era mi culpa, pero tal vez si no me.hubiesen tenido, tendrían una vida mejor. Deseé desaparecer, pero tal vez no sería lo mejor, sería más perdida de dinero y encima el dolor que tendrían que soportar mis padres.
-No os odio, os amo, más que a nada, simplemente me cuesta llevar la situación y sin querer lo pago con vosotros.- mi vista se desvió hacia abajo. Mamá me tomó de la mandíbula y obligándome a mirarla.
-De verdad, no te preocupes, te queremos tal y como eres, tus reacciones y todo lo que conlleva. Solo necesitamos comprensión_ me abrazó apoyando mi cabeza en su pecho y acariciando mi cabeza.- Te queremos, pequeño.- papá depositó un beso en mi cabeza.- y yo a vosotros.

La situación en casa seguía siendo la misma sin embargo entendía el problema. El problema era yo. Si yo no hubiese existido todo estaría mejor. Mis padres tendrían una mejor vida, mi hermano estaría en ese colegio que tanto anhelaba y yo estaría como deseaba. Muerto, inexistente, sin joder a los demás, pero como eso no era posible, simplemente decidí intentar ayudar.
En unos días sería mi cumpleaños numero 16, la edad legal para poder trabajar.
El mismo día de mi decimosexto cumpleaños decidí buscar trabajo. En pleno marzo ya estarían buscando trabajadores de verano y con un poco de suerte duraría hasta poder saldar la deuda de mi familia.
En poco tiempo conseguí ir juntando dinero, así podía asistir más regularmente a clases y salir más por ahí. Realmente odiaba ir al instituto, era lo peor, estaba tan poco acostumbrado a estar con gente que se me hacía muy extraño e incomodo. Mi personalidad no encajaba, mientras que mis compañeros eran sociables, divertidos y amables, yo era lo más serio, distante y asocial del universo. Llegué incluso a ser desagradable, pues realmente no me gustaba que nadie me hablase ni que estuviesen pendiente de mi. Me gustaba estar solo, más bien, estaba muy acostumbrado a estarlo, así que contra menos gente se me acercara mejor.

Pero ahí estaba él, siempre estaba ahí. ¿Qué tengo de interesante, pequeño rubio? ¿Qué he hecho para que estés siempre pendiente de mi? Siempre rondas a mi al rededor e intentas a cercarte, pero creo haberte dejado muy claro que no quiero saber nada de nadie. ¿O es que decirte directamente "déjame en paz o te destrozo la cara" no es muy explicito para ti? ¡Aléjate! ¡Te haré daño!

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Bueeeeno, ya sé que he abandonado un poco la otra historia, pero tenía muchas ganas de escribir esta porque la tengo muy bien pensada y espero de verdad que os guste.

Gracias por leer!



_seoltang21

Save Me [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora