Capítulo 3: Jugando con fuego.

11 1 0
                                    

Me despedí de Miranda y salí junto a Luis de la agencia. Llegamos al estacionamiento, habían unos 100  autos en ese estacionamiento, con todas las paredes grises y aspecto sombrío, en el suelo la marca de los puestos para aparcar. Era grande pero no lo suficiente, sólo lo justo. Ya que esa no era la cede principal de la agencia. Nos subimos en el auto de Luis, un auto descapotado color azul eléctrico, bien pulido, era hermoso.

 A mi me encantaba ese auto.

Encendió el auto y pronto estábamos fuera de la organización, el camino fue el más largo de toda mi vida duramos al menos 2 horas en llegar a la compañía, lo que se multiplico por mil con mis ansias, sentía mariposas desbocadas en mi estómago y me retorcía en el asiento. Luis propuso parar un par de veces, pero sabía que debía ir a mi calvario y que Christian sería mi verdugo.  

era un edificio inmensamente grande, empezaba a creer que la primera impresión que tuve de Christian no era cierta, el edificio era negro con ventanas azules y tenía forma de escalera. Era uno de los edificios más grande que había visto. Y en la última planta tenia lo que parecía una terraza, habían muchísimas plantas que se podían ver desde abajo y realmente parecía de ensueño… Nos bajamos del auto y fuimos a recepción donde estaba una chica alta, rubia que estaba junto a los teléfonos y a las computadoras.

   -¿Los puedo ayudar en algo?- dijo la rubia algo irritante.

   -Si, quisiera tomar el trabajo como secretaria.

   -Ah, okay, el señor Stocks esta en el piso 15- dijo señalando el elevador-

   -Gracias- caminé hacia el elevador. Deslice la mano por un censor y un letrero se encendío marcando “piso 36” y una flecha hacia abajo. Este se tardo unos 9 minutos en bajar. Cuando el elevador llego por fin al piso en el que estaba y abrió las puertas, quede impresionada, era inmensamente grande, tenía un espejo en la pared del fondo, y las otras eran grises, los botones de los pisos y las alarmas todas tenían censores, rocé mi dedo con el botón que decía 15 para subir a ese piso, el elevador comenzó a subir y yo gire sobre mis talones para quedar frente a las puertas del elevador, en unos cuantos segundos aquellas puertas se abrieron y me permitieron divisar una pequeña recepción en el piso.

A diferencia de la recepción principal en esta estaba  un hombre alto de 26 o 27 años, corpulento y rubio. “que obsesión más grande por los rubios”. Pensé,  Me acerque más y pude notar que tenia unos hermosos ojos grises y una espectacular sonrisa que se le formo al verme.

   -Hola, ¿se encuentra el señor Christian Stoncks?. –sonreí levemente intentando controlar mis nervios y parecer tranquila y confiada, sabía que la clave para conseguir un trabajo nuevo era parecer tranquilo y confiado en lo que sabes.

El problema era… Que yo no sabía nada de lo que decía mi currículum.

   -Tiene una cita?- dijo el dedicándome una cordial sonrisa.

   -No… Veras vine para solicitar el empleo de secretaria.

   -¿Tiene alguna recomendación?- rebuscó entre algunos papeles. Maldito papeleo.

   -No, vine por mi cuenta, de verdad necesito el empleo- traté de cambiar de táctica, así que puse mi mejor cara de chica-que-no-mata-ni-a-una-mosca. Y, como siempre, funcionó.

   -Déjame ver que puedo hacer- levantó el teléfono e hizo una llamada en voz baja, impidiéndome oír –Ve a la puerta del fondo, el señor Stoncks te espera.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 10, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dulce engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora