El Verdadero Enemigo || Virgato - Joerick [PAUSADA TEMPORALMENTE]

2. Eres divertido

¿Qué me estaba pasando?, yo nunca me habia comportado de esa manera, siempre fui el débil al que todos golpeaban. Pero creo que el ambiente de la cárcel me estaba afectando y eso que recien había ingresado, no ayudaba en nada.

—Buena disciplina si quieres que reduzcan tu condena! — dijo y me quedé callado, tenía razón, mucha razón.

Me tranquilicé y me recosté en mi cama con la mirada pegada al techo, no suelo pensar mucho tiempo pero de ahora en adelante esta será mi rutina.

—Disculpa por tratarte de esa manera, yo...no suelo comportarme asi — habló mi compañero de celda.

—¿Y porque lo hiciste entonces? — dirigí mi mirada hacia donde él.

—Nunca me ha tocado un compañero en estos 5 años, me acostumbré a la soledad que habita esta celda — agachó la mirada.

—Podías haberlo pensado dos veces antes de actuar asi — mi caracter empiezaba a cambiar, y eso no me gustaba.

—Tú debiste haber hecho eso, para no acabar aquí — dijo obvio y levantando los hombros.

—Idiota — solo eso me atreví a decir.

—Comenzemos de nuevo — puso una sonrisa de oreja a oreja.

Bipolar.

—Como sea — rodé los ojos.

—Me llamo Zabdiel — dijo y me extendió su mano para que la estreche, dude un momento pero terminé haciéndolo.

—Me llamo Joel, Joel Pirmentel. DIGO Pimentel — ¿eran nervios?.

—Un gusto — solo prosiguió a soltar una ligera sonrisa — soy divertido, lo juro — dijo de la nada.

—Ya lo iremos viendo...

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—Es un semental — murmuraban algunos convictos en el patio al ver pasar a Joel.

—Lo quiero en mi cama — decía otro sujeto.

—¡Ya es mio! No lo toquen — fueron interrumpidos por el narcotraficante de droga mas peligroso, y el mas temido en todo el penal.

—Como diga señor — comentó un sujeto — ¡¡ya lo escucharon!! — gritó para todos.

—Asi me gusta, que obedezcan — puso la mano en el hombro del chico — ¿dónde esta? — preguntó casi en susurro.

—Se dirigió al baño — señaló con cierto temor.

Solo prosiguió a decirle "bien" para luego ir donde Joel.

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—Podría sacarte de aquí — di un ligero salto de susto cuando escuché esa voz, acababa de salir del baño y ese desconocido me asustó.

—¿Perdón? — pregunté un poco desconcertado y confundido, no entendía lo que dijo.

—¿No quieres salir de este asqueroso lugar? — preguntó acercándose.

—Acabo de entrar, y mi condena no es tan larga — dije de lo más tranquilo.

—Es una oferta tentadora — se acercó más hacía mi, yo di dos pasos atrás — acepta. No tengas miedo — dijo al notar como mi cuerpo temblaba.

¿por qué me ofrecía eso?

—Hmm, no gracias — lo empujé un poco. Aún así mi tono sonó amable, no quería problemas.