El sollozo de la noche

Cap 2.-

El miedo se apoderaba cada día más de mi y penetraba en lo más recóndito de mi ser, aunque no ha pasado nada durante los últimos 2 meses, ese miedo y ansiedad siguen ahí, como si mi instinto supiera que en cualquier momento algo lo extraño pasaría.

El martes, por la noche, justo después de haber llegado del trabajo, recibí una llamada muy extraña, me callo muy en extraño, nunca nadie me llama por la noche, me quede pensando unos momentos...
-¿Quien podrá ser?
Justo en el momento que tome el teléfono para contestar, este dejó de sonar y comenzo a reproducirse un mensaje de voz, el mensaje no llegaba a ser ni un poco claro, ni siquiera lograba entender una palabra, si buscara como explicarlo diría que eran murmullos a un alto volumen, distorsionados, algo parecido a gente gritando a por la lejanía. Provocó en mi un gran escalofrío, recorrió cada parte de mi cuerpo y estremeció mi ser, hasta el punto de estar demasiado estresado, esta vez de verdad estaba asustado, mas asustado que nunca, solo quería pensar que se trataba de una terrible broma de mal gusto, aun no terminaba de reproducirse el mensaje, cuando de pronto todos los murmullos se acabaron y quedó todo en completo silencio, al mismo tiempo Filip comenzó a ladrar hacia donde yo estaba y entre todos sus ladridos, un golpe seco en la puerta trasera, me sacó de mi increíblemente largo trance.

-¡Mierda!
-¡Ya estoy harto de esta puta casa!
- No entiendo ¿como todo puede ir tan mal en tan poco tiempo?

Seguía totalmente atónito, no entendía lo que estaba pasando, estaba totalmente agitado, buscaba explicación a todo este asunto, pensé por un momento pensé que era una broma, pero fue demasiado, nadie en su sano juicio podría hacer eso, tal vez jamás encontraré una respuesta.
Después de aquella noche, siguieron las llamadas, pero cada vez más seguido, cada vez con rudos más largos y desconcertantes, casi inmediatamente de las llamadas, la casa se llenaba de una vibra muy rara, fuertes pisadas en diferentes pasillos de toda la casa y golpes en las ventanas.
Filip por su parte, a pesar de todo estaba totalmente tranquilo, tal vez el perro ya estaba acostumbrado a tanto, que ya era normal para el. Me siento desesperado, estoy al borde de un colapso, no quiero seguir en esta casa, no me importa que aquí tenga todo, una vida y que este lugar esté lleno de recuerdos, no me interesa seguir, solo necesito escapar...