Los días siguientes transcurrieron entre molestias físicas. Tenía un malestar estomacal que me estaba torturando, además, estaba experimentando una crisis de sueño terrible y un dolor de cabeza extremo. Realmente me sentía mal, muy mal.
Me levanté como de costumbre y al ponerme las pantuflas sentí un fuerte mareo, todo me daba vueltas y luego sentí un leve cosquilleo en mi vientre, me senté en el borde de mi cama y esperé unos segundos para que se normalizara el movimiento que daban las cosas ante mi vista.
Sin embargo, me fue casi imposible soportar dos minutos más sentada. Allí estaba de nuevo.
—¿Estás bien? —preguntó mi mamá, sosteniendo una notable expresión preocupada al entrar y verme arrodillada frente al inodoro.
Una de las peores cosas que estaba pasando en los últimos tres días, había sido una oleada de náuseas y vómitos, lo que me dejaba aún peor de lo agotada y fatigada que ya estaba.
—Sí, mamá. De seguro algo me cayó mal —repliqué, quitándole importancia al asunto. Me sequé la boca después de haberme lavado los dientes y para que se quedara más tranquila agregué —: Debe ser alguna de las comidas de la refresquería de la academia de arte, ya sabes que todo lo cocinan con muchos condimentos y...
Mi madre negó varias veces con su cabeza y levantó una de sus cejas, lo que se traducía en una severa preocupación. Caminó unos pasos hacia mí y me miró con fijeza.
—A ver, hace varios días no vas a la academia y ese malestar fue hace poco. No has salido de casa y no has pedido comida a domicilio, no he cocinado nada extraño y a nadie más le ha hecho daño mis comidas —enumeró rápidamente con sus dedos y luego hizo una pausa, tomó una bocanada de aire y agregó con voz aguda —: Así que esto es mucho más grave.
La miré incrédula y resoplé. Estaba haciendo demasiado drama por una crisis del estómago.
—Mamá, por favor ¿cómo va a ser grave un mal estomacal?
—Es que no es solo eso. También te he visto tomar pastillas para el dolor de cabeza y... ¿crees que no me doy cuenta que nuevamente estás durmiendo todo el día? —replicó con impaciencia—. Bella, esto no es normal, no lo es.
Rodé los ojos y me miré en el espejo. Tenía unas grandes ojeras a pesar de haber dormido trece horas seguidas y mis labios estaban resecos, y al peinar mi cabello que caía sobre mi pecho, sentí un leve dolor en mis senos. Quizás si me estaba afectando la pequeña ola de calor que estaba pasando por nuestra ciudad.
—Hija, mírame —susurró mi madre, su voz era temblorosa, lo que denotaba lo preocupada que estaba.
Suspiré y levanté el rostro. Dejé la toalla sobre el lavamanos y me enfoqué en su rostro, sus ojos color miel me examinaban atentamente, su labio temblaba y su respiración era agitada. Había olvidado lo bella que era mi madre, su cabello negro amarrado en un perfecto moño la hacían ver elegante, pero sus labios delgados hacían un juego perfecto con sus ojos.
Me sobresalté cuando aquellos labios emitieron una mueca extraña, como una mezcla entre sorpresa y enojo, sus facciones se tensaron y sus labios empezaron a temblar con más fuerza.
Me observó con profundidad y hasta noté un escalofrío cuando recorrió cada centímetro de mi cuerpo con sus ojos.
—¿Te ha venido el periodo? —cuestionó de pronto en un hilo de voz y me hizo pegar un brinco sorpresivo por su pregunta.
Me incorporé y enarqué una ceja. Ahí iba de nuevo con qué seguramente estaba embarazada y que bla, bla, bla....
—¡Mamá! —farfullé molesta y me crucé de brazos— ahí vas otra vez. No puede ser que cada vez que estoy enferma pienses que es porque tendré un hijo.
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Abandonada y Embarazada ©[DISPONIBLE EN BUENOVELA Y HINOVEL]
RomanceDISPONIBLE EN BUENOVELA Y HINOVEL •COMEDIA ROMÁNTICA •PRIMER LIBRO TRILOGÍA BEBÉS SINOPSIS: La vida de Bella Graze da un giro drástico y radical, para sorprenderla con una nueva vida, una nueva personita crece en su vientre. El supuesto mejor día d...