Capítulo 2

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A/N: ¿Tendría que estar escribiendo un guion que tengo que entregar al final del día? Sí, tendría. Pero me encanta procrastinar. 

*** 

Cuando Beca tenía solo cinco años, tomó una decisión que aplicó a rajatabla durante los siguientes años: no cometer el mismo error que su madre por hacerle caso a un estúpido reloj.

Quizá, para alguien ajeno, pueda resultar un poco locura tomar una decisión tan radical e importante a tan temprana edad. Pero Beca nunca había sentido la necesidad de cambiar de opinión, es más, casi al contrario.

A medida que iba cumpliendo años y su raciocinio sobre todo lo ocurrido a su familia iba aumentando, su decisión se solidificaba como una piedra en el centro de su pecho. Firme y sólida. Imbatible por la erosión.

No se iba a dejar engañar por unos números, ni siquiera les iba a prestar atención. Escondió su reloj bajo la pulsera de cuero y dedicó cada gota de energía que cabía en su cuerpo en crecimiento en ignorar la cuenta atrás marcada en su muñeca derecha.

De hecho, se volvió tan buena en ignorar el reloj que había momentos en que se olvidaba de su existencia.

Ver los ceros, de un gris apagado sobre su piel, es igual que si acabaran de expulsarla a propulsión de la Tierra.

Ignorar el reloj había hecho que no supiera cuánto tiempo le quedaba. No había podido prepararse para el impacto de ninguna forma, ni siquiera sabía que se avecinaba en primer lugar. Le ha pillado desprevenida, como un puñetazo salido de la nada.

Siente que ha perdido totalmente el equilibrio y está en ese momento de incertidumbre en el que todavía no ha caído, pero tampoco está recta. Se ve a sí misma hacer el recorrido a cámara lenta, incapaz de extender las manos para parar el golpe.

Y cuando este llega, lo trastoca todo.

Su primera noche en Barden se la pasa con los ojos abiertos, mirando el techo ensombrecido de su habitación mientras escucha las suaves respiraciones de Kimmy Jin en su cama. Su cabeza da vueltas a una velocidad vertiginosa y su estómago reacciona igual que si todo su cuerpo estuviera girando.

Tiene ganas constantes de vomitar. Pero también de llorar. Y de gritar. Y de pegarle un puñetazo a algo.

No sabe qué se supone que debe hacer ahora.

Ha conocido a quien teóricamente es su alma gemela, pero Beca no tiene ni idea de quién es. Porque su reloj decidió llegar al cero justo después de acabase de conocer a tres personas, y si eso no es una retorcida broma del destino, Beca no sabe qué es si no.

¿Se supone que debe ponerse a jugar a Sherlock Holmes y averiguar quién de los tres es?

Más bien, quién de los dos es.

Beca no está segura de nada en su vida en este momento, pero una cosa tiene claro: la rubia en el vestido rosa no podía haber sido quien hizo que su reloj llegara a cero, porque no habían intercambiado ni una sola palabra. Ni siquiera una mirada.

Eso le deja a dos candidatos: la pelirroja y el chico del Prius.

Y si su suerte sigue siendo igual de buena como hasta ahora, seguro que su alma gemela resulta ser el chico del Prius.

Casi se lo puede imaginar con esa sonrisa bobalicona, plantándose en una rodilla y preguntándole: ¿qué te parece tener toda una vida juntos para ponerte de los nervios?, convencido de que es la mejor declaración de amor que una mujer puede esperar de su media naranja.

00:00:00Where stories live. Discover now