Capítulo 6

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A/N: Hoy mi perra ha decidido que quería ser una croqueta y se ha revolcado en una caca. Con la mejor de las intenciones, por supuesto. Y, cómo no, me ha tocado a mi bañarla... Pero me ha hecho pensar en que ojalá tuviera a una Chloe que me ayudase y me ha inspirado para acabar este capítulo.

Las buenas noticias es que la lesión de mi dedo no era tan grave como mi madre creía en un principio y ya estoy totalmente recuperada y de vuelta a las andadas. Yaaay!!

***

Los dedos de Beca vuelan sobre las teclas de su portátil mientras la guitarra eléctrica de Dire Straits inunda la pequeña cabina de radio.

Puede sentir las vibraciones de la música en su cuerpo y es una de sus sensaciones favoritas, tiene que luchar contra las ganas de cerrar los ojos y recostarse en la silla para disfrutar del solo del instrumento sin interrupción alguna.

Sin embargo, continúa pulsando letras y observa las palabras correspondientes aparecer en el documento de Word abierto en su pantalla, componiendo línea a línea el extenso ensayo que tiene que enviar mañana a su profesor de Teoría de la Música.

Su concentración es tan profunda que no escucha la primera tanda de golpeteos de nudillos contra el cristal de la puerta de la cabina. Corrección: sí los escucha; de momento, y a pesar de los augurios de su padre, no está sorda. Es simplemente que no los procesa por lo que son.

Su mirada se mantiene en el portátil hasta que llega la segunda tanda de golpeteos, esta vez más fuertes. Beca se sobresalta ligeramente y sus dedos se detienen de forma brusca a medio camino de conformar la palabra "pentagrama".

La una y media de la madrugada no es una hora en la que suela recibir muchas visitas, que se diga.

Baja las piernas de la mesa, con cuidado de que su MacBook no resbale y caiga al suelo, y hace girar la silla con las puntas de sus Converse contra el suelo. Frunce el ceño cuando ve a Jesse esperando fuera de la cabina, su expresión esperanzada.

Beca deja el portátil en la mesa y extiende una mano para bajar el dial del volumen, convirtiendo a Dire Straits en música de fondo.

- Traigo comida – dice Jesse, su voz amortiguada por el cristal que les separa. Alza los brazos para descubrir una caja de pizza y un pack de seis Coca-Colas encima.

La morena se plantea decirle que se largue, que la deje en paz mientras trabaja. Tiene que estar atenta a la radio y acabar el ensayo que, predeciblemente, ha dejado para el último minuto. Además, es la primera vez que se ven desde su pelea en el patio de la universidad.

Sin embargo, su estómago ruge solo de imaginar el queso fundido de la pizza y eso es más que nada lo que le hace decidirse.

Con un suspiro, se quita los auriculares que reposan en sus hombros y se levanta para abrir la puerta. Tiene toda la intención de salir y comer en una de las mesas de la radio, pero Jesse parece tener la idea opuesta y da un paso adelante para entrar en la cabina.

- ¿Qué haces? – le pregunta Beca bloqueándole el paso con su cuerpo –. Sabes que no puedes estar aquí dentro.

- Lo que Luke no sepa, no le hace daño – argumenta el joven con un encogimiento de hombros.

Beca sopesa sus opciones: comer sobre una mesa polvorienta, de pie y en la penumbra; o comer sentados en el cómodo sillón del interior de la cabina, donde además está al lado del equipo y puede trabajar simultáneamente.

- Vale, pero como manches algo te juro que te mato – amenaza llena de seriedad.

Jesse asiente y posa su mano derecha extendida sobre su corazón en un símbolo de promesa. Beca no se molesta en ocultar sus ojos en blanco antes de darle la espalda para volver a su silla, rodando un par de baldosas más allá por la fuerza con la que se deja caer.

00:00:00Where stories live. Discover now