Halloween lesbiano

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SeungHyun llevaba tres horas mirando fijamente el teclado de su computadora, sin mamadas, eran tres horas completas. En el trabajo les habían bloqueado Youtube, Facebook, Twitter y hasta Tumblr -que la neta seguía sin agarrarle la onda- pero JiYong le había ensañado lo básico, desde que su jefe cachó a uno de sus compañeros viendo porno, y así, todo se había ido a la mierda.

Ya no le quedaban datos, porque por ver un video de gatitos que su esposo le había mandado, se había tragado todo lo que le quedaba de saldo, y para colmo, ni lo alcanzó a terminar. La duda de qué le había pasado al animalito lo estaba matando. Suspiró, porque tampoco tenía Spotify para escuchar algo decente, y la lista "Godinez" de la oficina lo estaba deprimiendo.

Pinche Sol.

Nunca creyó que su vida terminaría así, con una licenciatura en artes visuales jamás ejercida, dos trabajos, muchas deudas, pero al menos tenía amor.

El amor no le daba de tragar, desgraciadamente, pero al menos lo hacía levantarse cada mañana aunque estuviera muerto en vida. Sonrió, porque aunque se quejara, la neta sí valía la pena romperse el lomo de lunes a sábado para mantener a su bebé

- Choi, ¿Ya terminaste lo del licenciado? Te va a correr si no se lo entregas hoy, ya te la cantó.- YoungBae era el único con quien convivía de la chamba, era de contaduría y buena gente; aunque siempre andaba invitándolo a él y a su esposo a las reuniones de su iglesia, él siendo un hereje de primera, lo mandaba sutilmente a la verga, pero este nunca se parecía querer rendirse.

-No, man, la neta me falta un chingo, pero el pendejo ese me puede correr, que se vaya a la verga, no soy su esclavo.-Con todo y que SeungHyun tenía más de una década en la capital, no perdía el marcado acento del norte; trataba de no salir con sus palabritas, pero el cantadito estaba en su sangre.

-Pues, casi casi lo eres, carnal, y necesitas esta chamba, en la otra no te dan seguro.

-En ninguno dan seguro, pinche reforma laboral de mierda.

-A ver pinches godinitez de mierda, se me ponen a trabajar o los voy poniendo de patitas en la calle.- Kyungil era un pendejo, hijo del jefe, y se creía el dueño - aunque técnicamente lo era- pero sólo le traía ganas porque no se lo había querido echar en la fiesta de aniversario de la empresa el año pasado, y desde entonces andaba de chingaquedito.

Ambos hombres asintieron, dándole el avión al imbécil juniorcito, y regresaron a su plática cuando el imbécil se encerró en su oficina.

-Sabes que condeno la infidelidad bro, pero debiste darle lo que quería.- Dijo YoungBae, sintiendo pena por su compañero.

-No'mbre, capaz que mi vieja me mata, y de paso a ese pendejo. No gracias, nunca dejaría que a mi bebé lo entamben por mi culpa.- Suspiró, harto.- No sabes lo que es estar galán, cabrón, todos te ven como un pedazo de carne.

-Oye, yo soy guapo.- Respondió indignado.

-Sí puta. Lo que pasa es que la HyoRin está medio ciega, mira que casarse con un contador que ni es contador, está carajo.- Añadió riendo.

-Mi jefe me echó la mano, pero me salen bien las cuentas.- Su bajito amigo sonaba más irritado.

-Tu jefe aplicó el palancazo para que te dieran un trabajo chingón, aunque estudiaste turismo, cabrón. Pinches ricos, me cagan.

-Ay, tú tampoco digas, que te dieron el trabajo por guapo.

-Soy un pinche godinez, cabrón, me pagan una miseria y hago el trabajo del mirreycito ese, que cobra como cincuenta mil baros, se la vive en Acapulquirri el puto y viaja al gabacho todos los findes. Ese debería ser yo, que le hago todo al inútil ese. Mi reina se merece eso y más.

La vida moral de la pareja idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora