Hola Dios, soy yo de nuevo...

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JiYong no quería abrir los ojos, en serio que no. Menos, por el desmadrito que se escuchaba claramente desde la cocina, o bueno, debía ser ahí, porque sino no sabría qué chingados pasaba en su casa un domingo por la mañana.

-¡MAMI!- Escuchó las voces amortiguadas de sus bendiciones, incluyendo la más grave de su marido, que resaltaba entre todas.

Hasta parecía que su sueño de tener tres hijos se le había cumplido, porque conforme crecían sus bebés, SeungHyun se había vuelto uno más de ellos.

Lamentablemente había empeorado con la edad, al menos en su personalidad, porque del físico, sí que estaba más bueno.

-¡MAMI!- Gritaron y su gordo abrió la puerta, pero sus criaturas adolescentes no se quedaron atrás, estaban junto a él, bueno, siendo sujetadas por él, que les impedía que llegaran hasta su cama, para levantar su queja con el departamento "Chaparrito".

¿Ahora qué mierda habían hecho?

La verdad era difícil saber, entre los gritos de los tres, los forcejeos que hacían sus hijos para liberarse de su captor/padre, el dolor de cabeza y su falta de sueño, sólo lo estaban aturdiendo más.

Fue inevitable que cerrara los ojos y se volviera a recostar, lo que provocó que su esposo le tapara la boca a los dos bebés, que siguieron renegando a pesar de ser amortiguados por las manos más grandes.- Mi amor, ¿estás bien?

Esa simple pregunta fue suficiente para que los reclamos de Mino y TaeHyun se detuvieran.- ¿Mami?- Escuchó primero a su Lobito precioso, y se sintió culpable por preocuparlo.

Sintió la cama hundirse a su lado, y se giró un poco para ver a su hijo menor que simplemente se abrazó a su pecho sin decir nada, sonrió enternecido, ya que su Gatito era muchísimo menos afectuoso que su hermano mayor, pero era obvio que se preocupaba por él. En otras circunstancias ya los habría regañado a los tres por andar armando desmadre en el día del Señor, y más porque ninguno lo había despertado para ir a misa como Dios mandaba, sabían que amaba ir a la de las ocho de la mañana, pero qué se podía esperar de la banda de ateos con los que vivía.

-Chaparrito, ¿Te sientes bien? ¿Te traigo algo?- Su gordo se sentó en el otro lado de la cama, pero su Lobito fue más rápido y antes de que se acostara, le ganó el lugar abrazándose al espacio libre de su pecho.

JiYong sólo negó, abrazando a sus dos bebés, besando la cabeza de ambos.

-'Ora, ustedes se pasan, ¿Qué no ven que es mi vieja? El que lo debe apapachar soy yo.- Dijo su esposo con tono entre divertido y un tanto celoso.

Sabía que esos celos ya no eran del todo ciertos, sólo les gustaba seguirse chingando, sobre todo a su marido que bendito dios, lo había dejado un tanto de agarrar de su puerquito, y había pasado a sus siguientes víctimas, sus bendiciones que cada vez eran más grandes y según él, ya aguantaban recio la cura.

-Pero es mi mami.- Respondió TaeHyun, sacándole la lengua, y su hermano sólo respondió asintiendo con la cabeza.

JiYong adoraba ver a sus bebés pelear, la verdad era muy cagado.

-Sí, pero yo tengo derecho de antigüedad.

-Ay, tranquilo anciano, nadie te dice que no, pero déjanos en paz con mami, tú siempre te lo acaparas.- Dijo Mino seriamente, pero conociéndolo se estaba teniendo que aguantar la risa. Últimamente habían estado jodiendo mucho a su gordo con su edad, porque al mayor ya le estaban saliendo más canas en las sienes, o sea, ya tenía desde hace muchos años, pero se las pintaba, por eso sus hijos no lo habían notado hasta hace unos días que lo cacharon en el baño mientras se las retocaba con el "Just for men".

La vida moral de la pareja idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora