Recepción Luthor

41 1 0
                                    


Ya es sábado.

Para la recepción que ofrecería la familia Luthor ésta tarde opté por un traje con moño negro de la marca Aldo Conti que Jessica me obligó a comprar. Me pareció bastante excesivo el precio aun con oferta, pero cuando esa mujer se propone algo nada ni nadie es capaz de persuadirla.

Ella se ve hermosa, se compró un vestido negro liso, es largo y con escote en V. Se recogió su cabello rojizo en un moño alto. Se ve tan elegante y tan guapa. Resaltan a la perfección todas sus finas facciones y su espectacular cuerpo.

—¡Que mujer! —Pensé para mis adentros.

Ambos partimos a la lujosa residencia de la familia en cuestión, conformada por un patriarca millonario que siempre está ausente (por lo que he escuchado); una madre elegante y guapa, aunque bastante superficial; y, por supuesto, su talón de Aquiles, el bebé Harry, que de bebé no tiene nada.

Nos referimos de esa forma a él porque lo consideramos un junior egocéntrico, vanidoso, materialista, presuntuoso, ególatra y todos los conceptos existentes para adjetivar a una persona con gustos (entre otras cosas) tan excéntricos como los que tiene el niño Harry.

Además es muy inmaduro. Siempre nos está causando problemas por culpa de sus niñerías, alguien tendría que meterlo en cintura.

Y precisamente por eso, a mí, al igual que al Comisario, me resulta absurda la idea de que ese junior sea el asesino que buscamos. No sé de donde ha sacado James una idea así de irracional.

En fin, hoy intentaré no pensar en nada más que en mí, en mi bella acompañante y en pasárnosla bien.

Llegamos al lugar, era una ceremonia de "caridad", es por eso que hasta nosotros, los plebeyos estábamos invitados.

A mí no me parecía caridad aquello, sino más bien un arrebatado esfuerzo por demostrarnos quién era superior a quién. Quién está por encima, quién tiene el control y hacernos soñar con algún día poder gozar con todo lo que la familia Luthor posee.

El sitio estaba decorado cuidadosamente, al menos se notaba que en verdad pusieron esfuerzo en eso, aunque la razón sea impresionar a los pobres soñadores.

Jess y yo nos sentamos a un lado de James, al parecer tenía algo de rato esperándonos.

—Mira eso, el casanova está solo. —Se burló Jess.

—Es que aún no he entrado en acción, querida. Estoy esperando a que algo me llame la atención.

Nos reímos juntos.

—Pero ya, en serio, se ven muy bien. —Observó James. —Hasta me da envidia. —Dijo con fingida tristeza llevándose la copa que tenía en sus manos a los labios.

—Oh, querido, no sufras. Esta noche me encargaré de conseguirte a la chica ideal, ya verás. —Le informó mi novia.

—Pues eso espero.

Pasamos el rato cenando y haciendo uno que otro chiste respecto a James y su soltería.

—Hola, ¿puedo sentarme aquí? —Una joven rubia de ojos verdes estaba parada frente a nosotros señalando una silla desocupada al lado de James. Y este no dejaba de mirarla boquiabierto. Tenía sentido, la mujer es bella, pero ya me estaba empezando a preocupar mi amigo, parecía atolondrado por nacimiento. Si seguía así asustaría a la joven.

—Por supuesto —respondió Jess con una sonrisa cordial. —¿cuál es tu nombre? No recuerdo haberte visto antes.

—Christina Woods. —Dijo con una radiante sonrisa. —Acabo de mudarme, más o menos.

El asesino de PortlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora