Cadena de oro

42 2 0
                                    


Al día siguiente me levanté muy temprano para ir a correr. Eran las 5 a.m. 

El sol apenas empezaba a salir. Se veía hermoso. Recuerdo que a mis hijas les encantaba ver el sol salir y ocultarse.

—Aún las extraño, mis pequeñas. —dije en voz baja y miré con melancolía hacía el sol.

—Haré todo lo necesario para atrapar a ese hombre malvado. Me esforzaré más, lo prometo.  

Continué disfrutando la vista.

Mientras estaba ahí, contemplando el bello amanecer pensando aún en mi esposa e hijas, un tipo con capucha y shorts deportivos pasó corriendo tan cerca de mí que me empujó y me sacó de mis pensamientos.

—¡Eh!, cuidado, hombre. —El tipo ni siquiera volteó la vista, ni tampoco hizo una seña de arrepentimiento y menos pidió disculpas.

—Idiota. —Murmuré.

Seguí caminando para retomar el ritmo. Me disponía a empezar a trotar cuando, sin querer, la suela de mi tenis pisó algo provocando un chirrido contra el asfalto. Levanté mi pie para averiguar de qué objeto se trataba.

Era un collar dorado.

Me agaché para tomarlo y examinarlo mejor. Era una especie de cadena bastante curiosa.

Levanté la vista para observar si había alguien cerca. En el lugar sólo había un par de mujeres que estaban a unos 40 metros detrás de mí. No vi a nadie más.

—¿A quién se le habría caído aquel objeto?—pensé para mis adentros. 

Debe ser costoso porque definitivamente es de oro. Entonces pensé que podría ser del tipo que pasó descuidadamente junto a mí hace un instante.

Seguro que se le cayó con el golpe. 

Volví a levantar la vista para ver si aún se encontraba por ahí pero no había ni rastro de él. Quizá más adelante me tope de nuevo con él y se lo devuelva entonces.

Comencé a trotar nuevamente.

Más tarde, después de volver a casa para tomar una ducha y almorzar algo, fui a la comisaría, y ahora que lo recuerdo, no me volví a topar con el extraño hombre.

—¿Qué hay viejo? —saludé a James cuando llegué.

Estaba de espaldas a mí, al parecer revisando unos papeles.

—Oh, Andrew, ¿qué haces aquí? Pensé que no vendrías. —Dijo en tono extraño.

—¿De qué hablas?, ¿Por qué no lo haría?

—Pues... no lo sé... es que Jessica dijo que te sentías mal, y anoche te fuiste sin avisar. —Dudó James.

—Ah, eso. Estoy bien, no fue nada.

—De acuerdo, pero, ¿por qué saliste ayer de forma tan apresurada? Ni siquiera te despediste ni nada. Parecía que huías de algo.

—Sí, lo sé. Lo siento, es que me sentía demasiado saturado de información.

—¿Ah sí? —Preguntó cauteloso — Entonces averiguaste algo. 

—No. —Mentí. 


No quería compartir aun con James  lo que sabía, o más bien, lo que sospechaba.

Éste caso me interesa más a mí que a él. Y ya se ha vuelto algo completamente personal, no quiero, por ningún motivo poner a James en riego, aunque quizás estoy exagerando.

Además, después de todo, mis teorías no son del todo exactas ni relevantes para la investigación. Para llegar a ellas solo era cuestión de reflexionar, cosa que antes no hicimos, porque nos apoyamos más en la acción. Gran error.

—¿Y tú? ¿Has averiguado algo? —Cuestioné a James recordando lo de la noche anterior, su discusión con el Jefe.

—No mucho.

—Umh. Ayer... —dudé. —Ayer te escuché discutiendo con el Jefe.

—Ah, sí, en realidad no fue nada, ya sabes cómo es él. —Miré fijamente a James tratando de entender por qué omitía el asunto del joven Harry.

—Entiendo.

—¡Oye! —dijo con repentino entusiasmo. —¿Te llegó la invitación para la recepción de los Luthor?

—No lo sé, eso creo. —Respondí desconcertado. 


—¿Irás?

—No sé, no estoy de ánimos para fiestas de gente rica y arrogante.

—Anda, Andrew, no seas así. Hazlo por Jess, llévala contigo, ella se lo merece y además está muy entusiasmada por asistir. Y yo también pienso ir.

—¿Y desde cuándo a ti te interesan las fiestas de niños mimados? —Me aventuré a mencionar a Harry Luthor. —Ya sabes cómo es el tal Harry, todo un junior que piensa que tiene al mundo bajo sus pies, todo al alcance de sus manos.

—Incluso, —seguí — podría cometer un homicidio si quisiera y encubrirlo perfectamente. Nunca nadie se enteraría, de ser así, por supuesto. —Examiné cada uno de los gestos de James en busca de un desperfecto en éstos. Esperaba que mencionara lo que le dijo ayer al Comisario.

—Sí, es posible. —Frunció el ceño con desconcierto —podría hacerlo. Tiene los recursos.

—¿Hay algo que quieras decirme, James? —pregunté al fin.

—¿De qué hablas?

—¿Crees que Harry Luthor es el asesino?

—Escuchaste eso, eh. Es sólo una hipótesis.

—¿En qué basas tu hipótesis exactamente? —insistí.

—Oh, pues... tiene una cadena de oro idéntica a la que describió Hellen Griffin.

Tardé un minuto en formular mi siguiente pregunta al recordar el asunto de la cadena que describió Griffin.

—¿Algo más? —retomé confundido por mi recuerdo.

—Emh... ¿es rico? —Dudó James.

—¿Cuáles crees que serían sus motivos para ser un asesino serial? —pregunté de forma retadora.

—¿Qué? —dijo incrédulo. —Oye, amigo, tranquilízate, ¿quieres? Y deja ya de interrogarme como si yo fuera el maldito asesino suelto. Soy tu amigo, Andrew. ¿Recuerdas?

Me sentí arrepentido. 


—Tienes razón, lo siento. Este asunto me tiene irritado.

—Descuida, pero deja de actuar tan extraño.

—Lo haré.

—¿Sabes lo que necesitas? Una fiesta de ricos, con alcohol caro y comida exquisita —soltó con una sonrisa de oreja a oreja.

Pensé por un momento.

—Bien. Tú ganas, iremos.

—¡Eso es, amigo! 

James tomó unos papeles que estaban detrás de él y se dirigió rápidamente a la puerta.

—Iré a archivar esto, ya vuelvo. —Me informó.

—¿Es sobre el asesino?

—No, es otro caso, de un robo o algo así, nada importante. Ni siquiera es mi área. —Rió de forma nerviosa.

—Okay. —Dije casipara mí mismo cuando James ya había salido.

Me quedé pensando. James mencionó algo que yo había pasado por alto. No entiendo por qué no me di cuenta antes, era tan obvio.  



El asesino de PortlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora